El entrenamiento del deporte propiamente dicho comienza con pasadas explosivas en diferentes tandas, dejando la mitad de las piernas en el intento de explotar la velocidad de reacción que implica llegar lo más velozmente posible al extremo contrario que deberían tocar.
Pero luego, como para distender el ambiente, el entrenador los coloca de a dos unidos por una soga elástica y unas colas de telas sobresaliendo en cada uno de ellos. El ejercicio consiste en fuerza de piernas y velocidad de reacción óculo-manual para desplazarse sin que le saquen la propia tela que cuelga, sacar la del contrario (sumando puntos) y apretar los cuádriceps y glúteos cuando la soga de tanto extenderse, se contraiga inevitablemente.
A dicha situación le está sacando bastante provecho cierto castaño que tensa demasiado con tal de tenerlo al capitán apretado contra su pecho cuando la soga lo tira de regreso, sin importarle las veces que su tela fue robada y solo sumando las veces que siente el latir del corazón de cierto rubio rezongón contra sus firmes y transpirados pectorales.
—¡O haces lo que tienes que hacer o pediré cambio! Sácame la condenada cola aunque sea una puta vez o creeré que te estás haciendo el idiota.
—¿Decías? —anuncia de golpe el castaño, frenando la tensión de la soga y haciendo que el rubio regrese de una sin perder el contacto de sus ojos con la boca del contrario.
Y la tensión es tanta, que Jimin solo abre su boca elevando la mirada cuando el pseudo ofendido punta casi que lo abraza. Elevando su nerviosismo hasta el punto de dejarlo sin habla.
Milimétricos segundos que suceden como en un cuenta a gotas en cuanto el armador nota el acercamiento -o mejor dicho- demasiado acercamiento del punta hacia su pálido rostro, haciendo elevar la frecuencia cardíaca de su sistema cuando se da cuenta de que el castaño no frena e imaginándose cualquiera.
Por ende, cierra sus ojos cuando nota que su cuerpo no reacciona como debiera y entregándose al "lo que deba ser, será". Pero es sorprendido por el cálido aliento de la risa del contrario cuando emula desde sus labios y sobre su oído: —Capitán, aquí no es correcto...
Haciendo que Jimin abra sus ojos y observé como Jung Kook se retira revoleando el pedazo de tela que robo desde su espalda.
—¡Maldito idiota! —suelta el capitán a medida que lo empuja conteniendo una sonrisa que simula hacerse el superado y anunciando al entrenador, que debe ir al baño... Situación que aprovechará para echarse agua en la cara y disminuir el sonrojo a causa de sus locos pensamientos.
Desprende la soga elástica sin dirigirle la mirada al castaño y se retira hacia los baños, apurando sus pasos para no tener que dar explicaciones luego del por qué de su tardanza.
Se observa al espejo y reniega al dejarse llevar por bocazas. El sofoco le crece a pasos agigantados al imaginar a Jung Kook besándolo frente a todos y rezonga frente al espejo, entonces, agacha y mete su cabeza en el lavado abriendo el grifo y tratando de que sus malos pensamientos corran tan lejos como el agua que se va desagotando.
—¿Aquí? Aquí, sí puedo, capitán...
Escucha Jimin pegando un sobre salto por el susto de escuchar la voz de Jung Kook en alguna parte del lavado. Pero cuando intenta abrir sus ojos, los mismos son empañados por la cantidad de agua que cae desde sus cabellos y en el intento de secarse, se resbala, siendo apresado por los inconfundibles brazos del mastodonte que tiene como compañero de cuarto.
De inmediato, Jung Kook gira y apoya el cuerpo del rubio sobre la bacha, sacando su rostro con su propia toalla de mano y sin perderse ni un segundo de la mirada que le otorga el rubio que se está quieto y manso como laguna estancada.
—Está limpia, aviso por las dudas —suelta el punta a medida que toca el rostro del contrario con la tela como único impedimento para acariciar sus labios con la yema de sus dedos —. Deberías tener más cuidado —anuncia a medida que -lentamente- eleva su otro brazo y frena el movimiento de la tela de toalla.
Jimin, tratando de soportar su acelerado respirar, cierra con fuerza sus ojos como dándose valor para salir del meollo en el que él mismo se metió. Pero no puede dejar de estremecerse ante el delicado tacto con el cual, el punta, lo está tocando y sin poder evitarlo, emite un pequeño suspiro de frustración.
—Abre tus ojos —escucha el rubio entre sus desordenados pensamientos —, Jimin... — Reitera el castaño ante su clara falta de voluntad.
Y haciendo acopio de todas sus fuerzas, abre lentamente sus párpados, elevando sus ojos y quedando a escasos centímetros de sus labios.
Sin saber muy bien para dónde mirar o cómo actuar, Jimin pasea su visión por cada rincón del rostro del de enfrente hasta que llama su atención, la nuez de Adán del contrario. Recordándole que es un hombre al que está deseando.
—Te voy a besar... A menos que no quieras.
Sale como un dulce y adictivo sonido, el pedido ronco de Jung Kook. Y Jimin, sin poder volver atrás, a esa aguerrida lejanía que pretendía mantener como fachada, solo atina a mover su cabeza de arriba hacia abajo mientras traga la saliva que se junta sobre su garganta.
Los segundos se transforman en diversos escalofríos que recorren la columna vertebral del rubio sobre que deja de notar el aliento del contrario para sentir la suavidad de sus labios. E inevitablemente, cierra sus ojos como dándose valor para continuar con la acción sin parecer un desesperado.
Mientras la boca de Jung Kook acaricia sus labios con una delicadeza absoluta, él rubio quiere tragarse la vergüenza que le provoca. Pero al notar como las manos del castaño comienzan apretando cada tanto, su cuerpo reacciona.
—¡Abre tus ojos! —demanda el más alto — . Quiero que observes que soy yo, quién te está besando —susurra sobre su oído al dejar -momentáneamente- sus labios.
Ahhhhh, gritos de emoción, carajossss.
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"Remate al corazón" (Kookmin)
FanfictionUna creciente rivalidad que atraviesa diversas situaciones dejando al descubierto que, tarde o temprano, lo que deba ser, será. Una lucha de poderes que conlleva a una sola cuestión: descubrir que más allá de lo superficial, florece algún otro tipo...