"Quiero sentirte en mi lengua, pero necesito guía..."
Palabras que calaron en lo profundo del castaño como un tremendo cortocircuito que comenzó en su cabeza de arriba y terminó en la de abajo. Porque en cuanto escucha esas súplicas en vocablos, su extensión cobra forma de una roca adolorida y sumamente humedecida.
Deseando, no, suplicando que los próximos movimientos de su compañero de cuarto no sean frenados por el baño de realidad que va a tener cuando su lengua -finalmente- haga contacto.
Porque en lo que a él respecta, ya tiene sus dedos enredados en esas rubias hebras a medida que guía con una sapiencia infinita hacia la cúspide de su racionalidad absoluta.
En ese íntimo momento en donde sus carnes hagan contacto y despierte entre ambos, aquello que es muy difícil de parar: la inminente necesidad de continuar acabando con cada resquicio de racionalidad hasta que ambos estén satisfechos de las hazañas del contrario.
En un momento dado, el punta titubea de su accionar en cuando toma conciencia del nivel etílico de su capitán. Pero un jadeo desesperado más unos ojos empañados en el más primitivo deseo que pudo alguna vez observar, le da pie a lo que vendrá: empujar sobre la rubia cabellera haciendo que su piel se enchine de anticipación y ansiedad.
Así mismo, y decidido a pavimentar el camino de ida y vuelta que circula entre los dos, ronco y profundo le suelta: —Abre tu boca y saca la lengua —hablando como un maldito profesional del sexo oral decidido a enseñar a aquel que yace arrodillado y a la espera.
Y el rubio, más fresco que borracho, obedece como un siervo dispuesto a adorar semejante ofrenda que le dan. Dejando de lado todo pensamiento que quiera dañar, que quiera hacerle poner freno al atreverse a soñar...
Soñar con la posibilidad de encontrar un ancla en este mundo de mierda que solo le enseñó a odiar.
Soñar con alguien que lo acepte aunque por dentro se quiebre y solo quede maldad.
Soñar que ¿tal vez? Este es el principio de todo final.
De aquel camino que comenzó el día en que un intrépido castaño le dijo que la paciencia no era su fuerte, finalizando con un "bonito" que derrumbó toda moral.
Entonces, obnubilado en el creciente deseo que no puede ni quiere parar, abre su boca y asoma aquella tímida lengua que tiembla ante tamaña necesidad. Enterrando toda voz que quiera hacerlo sentir mal, porque ¡claro que se ha dado cuenta!
Se ha dado cuenta de que a esta acción, la desea con cada fragmento de su corporeidad... Desea morir incinerado en el sabor que explotará entre sus labios cuando su lengua haga contacto.
Y sin perder más tiempo del necesario, acepta callado el empuje desde sus rubios cabellos, haciendo caso a un "despacio" que queda flotando entre ellos.
(*) Eclosión... Eclosión sería la mejor definición para expresar lo que sintió cuando sus papilas gustativas entraron en contacto.
Un tímido toque que se transformó en extraordinario a medida que su húmeda lengua recorría más centímetros y del otro, pequeños jadeos salían.
Una batería de sabores y emociones que dejaron frito a su cerebro cuando -sin esperar enseñanza alguna- abrió su boca y succionó como si su vida dependiera de ello.
Logrando que el punta reaccione y le pida relajar la mandíbula -seguramente- por algún roce no intencionado pero que terminó en mordida.
Segundos de gloria se suceden sobre que su boca se amolda al tamaño, a la forma, a la textura, hasta que se da cuenta de que se ahoga con su propia saliva, soltando y tosiendo ante una inesperada quemazón que cree que no podrá comer nada más en su vida.
—¡P-pero b-bonito! ¿Qué h-haces? — Cuestiona agitado el receptor de semejante función, tratando de incorporar aire para calmar las ganas de venirse como un tsunami —. Debes tomarlo con calma... ¿Estás bien?
El conmocionado rubio, solo emite rapidas respiraciones a medida que mueve su cabeza en un rotundo"sí" que sale sin duda alguna. Está dispuesto a reincidir en ese delicioso manjar que fue para él, ésta experiencia extrasensorial.
Pero cuando -nuevamente- se acerca, es tomado del mentón y obligado a elevar su cabeza: —Necesito palabras para saber que estás aquí —cuestiona -visiblemente- afectado el castaño.
—No estoy borracho —anuncia escapando de la toma de su compañero de cuarto pero quedando prendado al brillo de sus ojos a medida que abre su boca.
Y el punta, obnubilado con semejante retrato, estira sus dedos sobre el contorno de esos rojos e inflamados labios y los moja.
Acción que primero descoloca al capitán para luego alterarlo de una manera que nunca se hubiese imaginado: siendo el promotor de un impensado movimiento cuando abre su boca y succiona como si se tratara del miembro del castaño.
Logrando sorprender a Jung kook de una grata manera que no le da tiempo a Jimin de reaccionar ante el siguiente movimiento: estar enredado con sus piernas en las caderas del castaño a medida que se besan como si necesitaran la saliva del contrario.
Eximio deseo que emana con cada toque de labios, con cada roce de lengua que sucede a medida que -intensamente- se besan.
Y el deseo es tal, que no le importa mojar su cama en cuanto la espalda del rubio toca sus sábanas largando un jadeo tan malditamente erótico que cree se vendrá en seco.
—Eres una condenada belleza —suelta el punta, bufando como un toro bravo —, pero no quiero que hagas algo que no quieras —finaliza acercándose lentamente hacia los labios contrarios y dejándose llevar en cuanto hacen contacto.
El caliente momento que sucede en cuanto rozan sus miembros, hace que Jung Kook simule una profunda embestida -inconsciente- a medida que el otro suelta audibles y desesperados jadeos.
Haciendo que las manos del rubio se muevan sin comando, tocando cada musculosa ondulación y agarrando por último, los castaños cabellos a medida que sentencia: —No estoy borracho. A ésto —mapea con sus vidriados ojos, el musculoso pecho del punta —, a esto lo quiero... Ahora chupa, que luego te lo devuelvo.
(*)Ahora sí, gracias por leer, comentar y votar♥️
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"Remate al corazón" (Kookmin)
FanfictionUna creciente rivalidad que atraviesa diversas situaciones dejando al descubierto que, tarde o temprano, lo que deba ser, será. Una lucha de poderes que conlleva a una sola cuestión: descubrir que más allá de lo superficial, florece algún otro tipo...