"Ojalá no te muevas..." Piensa el castaño en sus adentros, tratando de alargar el tiempo en el cual escucha el refunfuño de cierto rubio que esconde la cabeza bajo su cuello como resignado en el momento. No quiere ni moverse con tal de no hacerlo enojar para así evitar que salga corriendo y que rompa este mágico suceso.
Se siente tan condenadamente correcto tenerlo rodeado entre sus brazos que no le importa estar acostado en el duro y frío suelo con tal de vivir la experiencia que está disfrutando. Acción que a decir verdad, le resulta de más extraña cuando no observa respuesta alguna más que un imperceptible movimiento que nota sobre su pecho.
Al oscurecido ambiente, le acontece el paisaje de una lluvia intermitente que de a momentos suena fuerte sobre los vidrios de la ventana. Sonido que lleva lejos los pensamientos del castaño cuando -sin pensarlo- comienza a acariciar lentamente la desnuda espalda del rubio mientras resguarda -inconscientemente- en las puntas de sus dedos, cada movimiento, cada imperceptible sensación que puede rescatar del contrario y cada nerviosa respiración que se entremezcla con la suya.
Tratando de sentir algo más que su propia ansiedad que crece a pasos agigantados cuando transcurren los segundos y el capitán no levanta su cabeza. Y ni hablar, de la toma de conciencia de la ubicación y de lo que hacen sus manos. Entonces, decide cuestionar para ver qué sucede en su mente.
—¿Jimin?
Silencio... Momento sin respuestas aunque el castaño pueda percibir la tensión del cuerpo contrario, notando como cierra sus manos en puños y empieza a removerse algo inquieto encima de su cuerpo.
—Jimi...
—Ya calla...
Corta en seco el nombramiento del punta, las palabras del resguardado capitán. Armador que se encuentra debatiendo encima de su compañero de cuarto al sentirse completamente sobrepasado con la aparente situación.
¿Cómo puede ser que no se haya levantado? O mejor dicho ¿por qué no quiere levantarse en este preciso momento?
A su cuerpo, apenas lo recubre una toalla prendida sobre sus caderas. Y si a eso le suma el tener que sentir cómo se le marca el bulto (aunque dormido) a Jung Kook, ni en mil años se quisiera incorporar a causa de la vergüenza.
Y aunque en un principio, la causa de no levantarse haya sido el desenlace de la fatiga que le genera meditar una y otra vez sobre lo mismo, ahora, no quiere ni saber qué significa la constante caricia que recibe cuando unos largos dedos lo recorren con una sapiencia infinita y sin segundas intenciones a cuestas.
Conocimiento que hacen que al rubio le cueste interpretar que significan estas ganas de llorar que lo inundan de repentina manera, haciéndolo sentir mareado a causa de sus confusos y desordenados pensamientos.
—Háblame, confía en mí —suelta el castaño sin dejar de mover su mano con suma delicadeza entre tanto apoya el mentón sobre sus rubios cabellos. Tacto que quema para cierto rubio aunque sea algo inconsciente de parte del contrario.
—S-solo... no h-hables...
Palabras que salen del capitán sin poder contener las lágrimas que amenazan rebalsando sus orbes cuando escucha el suave arrullo de un delicado canto... Canto que se alarga por varios segundos a medida que el rubio siente un creciente nudo en su garganta.
Y por primera vez desde que conoce al castaño, deja su dominio bajo su mando... Bajo el suave roce de esas manos que lo arrullan como un indefenso niño al cual cobijan del frío o resguardan de algo malo. Sintiendo una inusitada ola de afecto que nace desde lo más profundo de sus entrañas cuando su compañero de cuarto lo cuida a través de palabras en formas de rimas o de fonemas versados en suaves y delicados cantos.
Separándose, finalmente, cuando un estrepitoso trueno resuena en las penumbras de la pieza haciendo que el rubio se aleje de golpe mientras emite un pequeño grito (nada masculino) para su total agrado.
—Jimi...
—No... mejor no digas nada... Deja guardado en tu memoria este momento de tregua porque no sé qué mierda me pasó o me pasa. Y no creas que algo cambio entre nosotros. Yo, aún te detesto —escupe el armador a medida que se levanta.
—En cambio, a mí me gustas tanto...
Jung Kook, libera palabras al viento mientras se incorpora acercándose hasta su cama. Dando el espacio necesario a cierto rubio quisquilloso que queda exponencialmente petrificado entre las penumbras iluminadas solo por las luces de los rayos.
Al cabo de unos instantes, Jung Kook se levanta y se dirige hasta el baño sin prestar atención al armador que se encuentra hecho una bolita entre las sábanas de su cama, tiritando ante cada endemoniado sonido que lo aturde desde niño.
Maldiciendo por dentro por no encontrar los tapones de nadar que le permiten escuchar disminuido los sonidos de afuera.
Por otro lado, el castaño sale renovado luego de un ligero baño paseándose en calzoncillos a medida que seca sus cabellos con una pequeña toalla, aprovechando a desenchufar todo aquel artefacto que pueda ser afectado por los rayos.
Pero cuando pasa rodeando los aposentos de aquel que lo trae embelesado, se da cuenta de que él mismo se encuentra tapando sus oídos y tiritando. Así que sin dudarlo, tira la toalla hacia cualquier lado y se hace lugar sobre su cama, trayendo consigo al tembleque rubio para envolverlo entre sus brazos sin permiso alguno más que la escasa resistencia del cuerpo contrario.
De esta manera, Jung Kook arrulla -suavemente- cada fracción temblorosa de su compañero de cuarto a medida que sus ojos pesan y eventualmente, se cierran.
Dejando una oscura habitación, sumida en los sonidos de una pacífica respiración envuelta entre los fuertes brazos del contrario.
Está cayendo lentamente en sus garras, yo, ya me hubiera tirado de cabeza🥴😏🤣
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"Remate al corazón" (Kookmin)
FanficUna creciente rivalidad que atraviesa diversas situaciones dejando al descubierto que, tarde o temprano, lo que deba ser, será. Una lucha de poderes que conlleva a una sola cuestión: descubrir que más allá de lo superficial, florece algún otro tipo...