Las luces brillaban fuerte ante sus ojos. La música lo envolvía en el ambiente alegre y atrevido del lugar.
Sergio caminaba entre las personas que movían sus cuerpos al ritmo de la música.
Sonreía mientras sus amigos, Carlos y Charles, lo invitaban a unirse a ellos en la pista de baile.
Hacia tiempo que no se divertían tanto. Había dejado de salir de fiesta cuando comenzó su relación con Lewis.
Pero ese fin de semana su novio había salido de la ciudad por unos compromisos, así que no vio nada malo en salir a disfrutar como en los viejos tiempos.
Y conforme avanzaba la noche, más rápido perdía la cuenta de sus tragos.
Max llevaba un rato sentado en la barra cuando sus ojos se posaron en una sola persona.
Él era persona despreocupada, y siempre se permitía experimentar los placeres de la vida. Y esta vez no sería la excepción.
El sujeto que captó su atención no se percató de su mirada. Pero el rubio disfrutaba de la vista.
Tomo el último sorbo de su bebida y se levantó dispuesto a ir por aquel hombre que cautivo todo en él.
Sergio caminaba torpemente, pero aún era consciente de sus actos. Sabía que debía volver a casa pronto, pero perdió de vista a su amigos.
Entonces sintió una mano sobre su hombro y se giro para encontrarse con un atractivo hombre rubio.
—¿Quieres beber algo conmigo?—Propuso Max, y Sergio, consciente de que debía detenerse en su consumo de alcohol, negó.
—He bebido demasiado por hoy—Respondió el pelinegro, pero el rubio se acercó tanto a él que coloco una mano en su cintura y se posó junto a su oreja.
—O si quieres podemos solo divertirnos—El rubio no se rendía fácilmente.
Sergio sintió la respiración de ese atractivo hombre en su cuello. Despertando cierto deseo carnal.
Sabía que no debía hacerlo. Que tenía pareja y tenía que detenerlo. Ni siquiera lo conocía.
Pero mientras su mente buscaba formas de excusar su comportamiento, el rubio ya lo había arrastrado hasta un baño.
En una zona algo alejada del ojo público, Carlos disfrutaba de la boca de su amante.
La lengua húmeda de Charles jugando con la suya provocaba cierta excitación en sus pantalones.
Pronto sintió su mano acariciándolo sobre la tela, y sabía que era momento de ir a casa antes de perder la poca cordura que le quedaba.
Sin embargo, se dio cuenta de que Sergio no estaba por ningún lado. Y que le llevaría tiempo encontrarlo entre tantas personas.
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Dentro de un cubículo, en ese reducido espacio, Max comenzó a devorar la boca del tipo que tanto le había gustado.
Sergio apenas podía seguirle el ritmo, sintiendo que su amante estaba más que excitado por él.
Pronto sintió su lengua invadiendo su boca. Algo que no se negó a recibir, iniciando un juego caliente que solo aumentaba sus ansias en sus pantalones.
Max comenzó a acariciarlo por encima de la tela, arrancando uno que otro gemido del pelinegro.
Fue entonces cuando tomo la iniciativa de meter su mano en sus pantalones junto a su ropa interior, y finalmente tocar su miembro desnudo.
Sergio sentía su excitación aumentar, y no pudo seguir respondiendo a su besos debido a que la mano de rubio comenzó a masturbarlo.
No pudo más y termino bajando sus pantalones, y Max se arrodilló para meter su miembro a su boca y comenzar a estimularlo.
El pelinegro lo tomo por sus rubios cabellos, obligándolo a moverse de la manera que él quería.
Ni siquiera hacía algo para apaciguar sus quejidos. No le importaba quién estuviera escuchando.
Max era tan bueno con su lengua que lo hacía olvidarse de todo y concentrarse solo en el placer que estaba sintiendo.
El rubio dejo de trabajar con su boca y comenzó a masturbarlo con su mano, a la par que acercó su lengua a sus testículos, entregándose completamente a esa parte de su cuerpo.
De repente, Sergio observo como su amante dejaba de tocarlo para levantarse del suelo y desabrochar su pantalón, dejandolo caer junto a su ropa interior.
Entonces volvió a acercarse a su boca y sus lenguas se volvieron a encontrar.
Sergio no pudo evitar poner sus manos en el trasero del rubio. Pronto entendió que rol estaba jugando en esa situación.
Max había guiado su mano hacia su entrada, como si estuviera indicándole que hacer.
Hacia tiempo que Sergio no estaba en esa posición.
Pero tampoco lo detuvo.
Parecía que nada ni nadie podía detenerlo y alejarlo de ese extraño que le pedía placer.
El pelinegro comenzó a estimularlo, al mismo tiempo que el rubio no dejaba de masturbarlo con su mano.
Max soltó un quejido al sentir el dedo de Sergio entrando en él. Pero estaba deseoso de mucho más.
Carlos daba vueltas buscando a su amigo, mientras que Charles lo seguía de cerca.
Sabían que llamarlo por teléfono no serviría de nada. Pues la música estaba muy alta y no lo escucharía.
Pronto se dieron cuenta que había un lugar en donde no habían buscado.
Sergio se acomodo detrás de él, comenzando a entrar lentamente para evitar lastimarlo.
Max mordía su labio al sentir el miembro de su amante llenándolo de placer en todo su cuerpo.
Y si bien al principio era lento, la excitación y su desfachatez pública, hicieron que el joven pelinegro comenzará a embestirlo a un ritmo acelerado.
Ninguno de los dos hacia algo por callarse.
Pero se alguna forma sabían que nadie entraría a molestarlos, si es que alguien estaba ahí con ellos.
Carlos abrio la puerta del baño y escucho una voz muy familiar en una situación comprometedora.
Sabía que no debía abrir, pero algo en él lo impulso a descubrir si sus sospechas eran ciertas.
Medio abrió la puerta, solo un poco, lo suficiente para que Sergio lo empujara de vuelta, cerrandola en su cara.
De lo poco que había visto, era a su amigo dándole placer a otro hombre.
Carlos salió casi corriendo del baño, y Charles, quién se había quedado a fuera para ver si su amigo aparecía entre la multitud, lo siguió de cerca.
—¿Qué pasó?—Preguntó el joven al ver el rostro de su amante.
—Se está tirando a otro tipo en el baño —Carlos apenas pudo decir eso sin balbucear.
—¿Sergio?—Pregunto Charles sumamente sorprendido.
La situación de la puerta solo había aumentado la excitación del pelinegro, haciéndolo embestir con más fuerza al rubio.
Max, quién disfrutaba de cierto dolor, estaba más que satisfecho con el placer que se le estaba entregando.
Y pronto sintió la excitación de su amante llegando al maximo nivel, manchando no solo su trasero sino también sus piernas.
Sergio, agotado, salió de él y rápidamente se puso sus pantalones para salir de ahí.
Se había portado muy mal y lo sabía.
Y si bien ahora solo pretendía irse a casa y fingir que nada sucedió, poco sabía el pelinegro que la vida le tendría otra sorpresa.
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𝑆𝑡𝑜𝑙𝑒𝑛 𝐾𝑖𝑠𝑠𝑒𝑠~ᶜʰᵉˢᵗᵃᵖᵖᵉⁿ
FanfictionLa academia de ballet Monier es conocida por ser la cuna de grandes talentos que salen a relucir entre un ambiente de competencia y dedicación. Pero la tensión aumentará cuando el trabajo y el placer se mezclan en una combinación peligrosa. Dónde tr...