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Jane

Bill me invitó a dar un paseo. Estábamos en silencio contemplando el cielo acostados en el césped.

— ¿Los extrañas? —pregunté refiriéndome a los demás.

— No.

Me giré a verlo colocando mis manos debajo de mi cabeza.

— Vamos, Billy, han sido tus amigos desde siempre. Debes extrañarlos aunque sea un poco.

Él giró su cabeza y me miró. Se fue acercando lentamente hacia mi cara. Al estar frente a frente a una distancia tan corta pude sentir su respiración. Miraba mis ojos y mis labios continuamente. Yo no me moví para nada. Él fue el quien juntó nuestros labios.

Al principio solo fue un pico, pero después yo tomé el control y comencé a mover nuestros labios. Nos levantamos aún con nuestros labios unidos, él me fue empujando poco a poco hacia el pasto provocando que estuviera encima de mí.

Subí mi mano hacia su cabello y lo acaricié. Abrí mis piernas para que estuviéramos más cómodos. Jadeé cuando sentí nuestras intimidades tocarse. Bill comenzó a besarme con más salvajismo. Comencé a darme cuenta como una enorme erección rosaba mi entrepierna.

— Bill —dije entre el beso—, deberíamos parar.

Él pareció no escucharme y siguió con el beso.

— Bill —traté de alejarlo de mí colocando mis manos en su pecho.

Un sabor metálico me llegó a la boca, él rápidamente se alejó de mí al ver lo que hizo. Me había mordido.

Toqué mi labio inferior y sentí los sentí húmedos.

— Dios, Jane, l-l-l.lo lamento tanto.

Bill trató de acercarse a mí, pero su erección no le permitió. Él maldijo por lo bajo.

— No te preocupes, Bill.

Asintió y se levantó cubriendo su entrepierna, estaba tan sonrojado.

— Me tengo que i-i-i-ir.

Asentí y vi como él se iba.

(...)

Omnisciente

Bill fue en busca de su mejor amigo Richie Tozier, se arrepentía por haberle dado un golpe en la cara. Al entrar al arcade los buscó, se sorprendió al ver que Jane estaba con él, después del beso no había vuelto a hablar con ella. Sentía vergüenza al ver como reaccionaría.

Le dolió un poco al verlos tan felices, aunque ignoró eso ya que el secuestro de Beverly era más importante.

— Richie.

— Bill.

— ¿Qué quieres? —apenas si lo miró ya que estaba concentrado en el juego— ¿Ves al que estoy golpeando? Imagino que eres tú.

— E-e-eso tiene a Beverly.

La chica se congeló al escuchar esas palabras y le prestó toda su atención.

— ¿De qué estás hablando?

— Eso, Richie, tiene a Beverly.

Janette fue la encargada de avisarle a los demás mientras que los chicos arreglaban sus problemas.

(...)

Llegaron a la casa Neibolt dispuestos a ayudar a Beverly.

— Chicos, alístense.

Eddie lanzó su cangurera a lo lejos. Jane y Stan se miraron asustados. Richie al ver como la mayoría tenía armas decidió tomar una botella de cerveza y hacerla añicos, todos lo miraron raro. Él lanzó la boquilla suspirando.

Bowers los miraba desde lejos y con cierto rencor hacia Janette.

Todos entraron a paso lento hacia la casa.

— ¿Stan? —preguntó al verlo de pie frente a la casa.

— Stan, debemos de ir todos. Be-be-beverly tenía razón. Si nos separamos como antes, el payaso nos matará uno por uno. Pero si, si seguimos juntos... todos ganaremos. Te lo prometo.

Él pareció dejar de dudar, aunque sea un poco y entró a la casa, la chica le tendió su mano para que la tomara. Cosa que el aceptó, le quitó de sus manos la linterna para encenderla.

Bajaron las escaleras para poder entrar al pozo.

— Jane, ¿tienes una moneda?

— No pediría un deseo en esa cochinada.

— ¿Beverly?

— ¿Cómo vamos a bajar?

Bill tomó una cuerda y la ataron para que puedan bajar.

— Yo quiero ir primero —la chica dijo decidida, pero Bill la tomó del brazo frenándola.

— No, iré yo para saber si es seguro.

Él bajó, después le siguió Jane, Eddie, Stan, Ben y Richie, el único que faltaba era Mike.

Henry golpeó al chico detrás de la cabeza provocando un grito de dolor por parte de él.

— ¡Mike!

— ¿Bowers?

Janette dejó de prestar atención al sentir su mano vacía sin la presencia del judío. Giró al escuchar un ruido.

— ¿Stan? ¿Estás ahí? —miró a los otros chicos que estaban ocupandos, viendo a Mike y a Henry—, carajo.

Salió del túnel y cayó a las aguas grises. Al darse la vuelta para ver a los chicos no vio nada.

— ¿Chicos?

— ¿Jane? —saltó al ver a Stanley al lado suyo.

La chica entrecerró los ojos no estando segura de que el fuera su amigo. Se acercó a él a paso decidida y lo tomó de las mejillas.

— ¿De verdad eres tú?

Él se asustó al ver su acercamiento, pero asintió, Janette se acercó a él y le plantó un beso en la comisura de sus labios.

Si ese era Stanley se apartaría rápidamente, pero al ver que no se movía abrió los ojos y lo encontró paralizado. Ella abrió sus ojos de par en par y retrocedió dándose cuenta de lo que acababa de hacer.

— Stan, lo siento—

Un ruido los interrumpió, ambos buscaron entre la oscuridad. Una mujer con la cara deformada apareció, el chico tomó su mano y se interpuso delante de ella tratando de protegerla.

Uris empujó lejos a Jane al ver que la mujer se acercaba hacia él, ella cayó de sentón cortándose en el proceso con una rama de árbol.

— Mierda —chilló ella, pero se levantó rápidamente al ver que la mujer tenía encajados sus dientes en la cara de su amigo.

Ella tomó la rama y se la lanzó haciendo que la mujer se convierta en el cadáver de George Denbrough. Tomó a Stan ignorando los gritos del niño.

— Oye, tenemos que irnos.

Él no respondía, Georgie comenzó a arrastrarse para llegar a ellos.

— ¡Stan, debemos irnos! —al intentar jalarlo con ambas manos se retorció de dolor al abrirse más la herida de su brazo.

De pronto, todo se quedó en silencio, buscó al payaso y al momento de girar se transportó nuevamente a otro lugar desconocido.

A.

Dear God ─── It [Eso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora