CUATRO

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Su teléfono vibró, sabía quién estaba del otro lado de la línea, no podía ser más obvio. Aceptó la llamada, se colocó los audífonos y se permitió escuchar las palabras de Alhaitham mientras caminaba hacia el instituto.

—¿Te veré en el almuerzo? ¿Qué puedo hacer para que aceptes una comida a mi lado? —hace días que es la misma llamada, la misma pregunta y la misma respuesta.

—Si adivinas cuál es mi color favorito, lo haré.

Es en está parte donde Alhaitham contesta con la respuesta equivocada por décima vez.

—Si estoy en lo correcto tendríamos algo en común. Verde.

Pero entonces ha acertado y Kaveh debe de aceptar una comida a su lado. Inusualmente, la idea no le aterra.

En realidad no creyó que Alhaitham tardara tanto en adivinar, eligió preguntar por su color favorito a propósito para que fuera más fácil, no contó con que Alhaitham nombraría todos los colores antes de mencionar el correcto.

—Nos vemos en el comedor en unas horas —es lo único que le dice antes de colgar la llamada.

Se dibuja una sonrisa en su rostro y cuando se da cuenta la borra rápidamente, es absurdo que algo tan simple le ponga de buen humor.

Ha estado esperando la hora del almuerzo sin parar, mirando el reloj sobre la pared más de diez veces en una sola clase. Todo es culpa de la insistencia de Alhaitham que se le contagia también a él de una manera que no sabe explicar.

Admite que le divierte predecir su próximo plan, claro que ha intentado decirle que no debe seguir molestandose en arreglar las cosas con él, el ambiente extraño que existía antes de que le regalara el cuadro ha desaparecido por completo, pero Alhaitham parece ignorar su propuesta por completo.

Kaveh espera no acostumbrarse a estos encuentros rápidamente y después perderlos.

Ha perdido el hilo de la clase y pronto su apunte se ha convertido en un garabato sobre el papel, quiere golpear la cabeza contra la mesa pero entonces el profesor anuncia que pueden salir y le deja relajarse sobre su asiento como si no hubiera un mañana.

—¿Estás bien? —Aether le pica el brazo con su pluma, dejando un pequeño punto de tinta negra sobre su camisa blanca.

—Lo estaba, ahora tendré que lavar esta cosa —con pesadez se levanta de su lugar sin pensar en otra cosa que no sea la emoción del almuerzo.

—Espera, ¿a dónde vas con tanta prisa? —puede escuchar la burla en su oído aún cuando no le ha dicho nada a Aether— No has dejado de mirar hacia la puerta durante toda la hora.

Kaveh también se ha sorprendido, es decir, ¿qué es esto? Brujería tal vez.

—Hay una persona que quiere verme y no quiero hacerle esperar.

—Ah —Aether se recuesta sobre su propio brazo—, verte de esta forma me resulta extraño, ve y no pierdas el tiempo.

—Bien, tan solo no te hagas ideas extrañas, no es lo que piensas —dice Kaveh levantándose de su asiento para guardar sus cosas antes de marcharse.

—No tienes que decirlo —Kaveh se siente agradecido—, lo haré de todas formas.

Y de pronto ya no tanto.

Le resta importancia y pasa de largo hacia la salida sin reprochar.

Agradece que las salidas estén organizadas por grupos, así no está tan lleno y hay mesas disponibles. No sabría qué hacer si de pronto se vieran obligados a comer sobre la acera de afuera, en el medio del frío y susceptibles a ser atropellados por un balón.

Identifica rápidamente la cabellera gris de Alhaitham entre todas las demás, la mesa está completamente llena de comida.

—¿Has comprado todo esto? —pregunta Kaveh impresionado, hay demasiado que ver por todas partes.

—¿Qué? No —le contesta Alhaitham levantando la mirada hacia él—, lo he cocinado yo mismo.

Se ha quedado sin palabras, de nuevo.

—¿Por qué harías tanta comida? No podría digerir ni la mitad de platos que hay aquí.

Alhaitham luce desconcertado después de escucharle, su mano se coloca sobre su barbilla, cosa que ha descubierto sirve cuando está organizando sus ideas o encontrando una forma de decir lo que piensa.

—Quería darte algo que te gustará, entonces caí en cuenta de que en realidad no sé qué es aquello que disfrutas —lo dice de una forma demasiada seria—. Prueba todo esto y dime aquello que más te guste para poder prepararlo de nuevo.

Todo esto es culpa del color verde, Alhaitham tuvo tiempo de sobra para pensar todo lo que llevaría el día en que logrará resolver su fácil (no tan fácil) acertijo.

Hay una espinita creciendo en Kaveh que le hace sentir extraño.

—Yo no he traído nada más que una botella de agua.

—No importa.

Oh, sí que importa, es más que sentirse en deuda con Alhaitham, él también quiere sorprenderle y hacerle sentir feliz.

Tomando la mano de Alhaitham no duda en mostrar su interés— Dime qué disfrutas comer y te prometo que te traeré algo así todos los días, excepto cuando me hagas enfadar.

—Es una declaración bastante buena, Kaveh —sin embargo, le indica que tome asiento antes de continuar hablando. No se había percatado que seguía de pie—. Deberás contestar a una pregunta para saberlo, tienes derecho a una respuesta al día y no puedes solicitar pistas.

Los brazos de Kaveh se cruzan de inmediato al escucharle, ha recibido una probada de su propio chocolate y puede decir que no es para nada bueno.

—No es justo —suelta—, dímelo sin rodeos.

Alhaitham le ignora— La pregunta es: ¿Almorzarás conmigo mañana? Si te equivocas al contestar, te daré más oportunidades.

—No —dice mientras se abalanza sobre el primer plato frente a él—, mi estómago estará tan lleno que me enfermare y no podré venir mañana.

Alhaitham suelta una pequeña risa, siempre es increíble escucharla, aunque no quiera aceptarlo.

—Entonces te ayudaré.

Y así fue, Alhaitham también enfermó y confesó que era nuevo en la cocina. Nunca supieron cuál de todos los ingredientes de dudosa procedencia fue el causante de terminar todo un día en cama sin poder ingerir otra cosa que no fuera sopa para evitar un desastre.

Conquistar a Kaveh || HaikavehDonde viven las historias. Descúbrelo ahora