NICKI
El caos de mi nuevo departamento en Hockenheim me rodea mientras intento desempacar mis maletas. Cajas medio abiertas y objetos dispersos crean un laberinto por el que debo abrirme paso. Milu, deambula por todo el departamento, su curiosidad palpable en cada paso que da. Maúlla con entusiasmo, como si estuviera narrando sus propias aventuras en cada rincón. Esta tarea de desempacar y ordenar había estado pendiente desde que llegué a Alemania hace un par de días, pero entre la emoción del nuevo trabajo y los preparativos, apenas había tenido tiempo de comenzar.
—No puedo creer que tengas la oportunidad de trabajar un año para Aether Racing. Es el sueño de todo hombre —comenta Enzo a través del teléfono, su voz llena de admiración.
—Gracias, supongo —respondo con un suspiro, colgando un abrigo en uno de los ganchos de la pared, mis manos moviéndose con rapidez mientras trato de mantener el orden en medio del caos—. Si quieres, podríamos intercambiar puestos.
—Sabes que me encantaría, pero Lorenzo se daría cuenta de inmediato de que no soy su adorable hija —añade Enzo con un tono sarcástico, su risa resonando a través del auricular.
—¿Cuál es la gracia de ver a veinte pilotos dando vueltas en una pista por dos horas? —pregunto con exasperación, mientras intento persuadir a Milu para que no se suba a una estantería llena de frágiles objetos—. ¡No, Milu, bájate de ahí! ¡Vas a botar...! —mi frase se interrumpe bruscamente por el sonido de un estruendo, seguido por el choque de un jarrón que se hace añicos en el suelo, el agua derramándose y las flores que compré esta mañana esparcidas por todas partes. Todo gracias a la curiosidad insaciable de mi gata.
—Te dije que no tuvieras un gato naranja —murmura Enzo al otro lado de la línea, su voz llena de resignación.
—No es naranja... —respondo mientras me levanto y me dirijo hacia la sala, mis pasos rápidos y decididos.
—En su otra vida, quizás lo fue. No puede ser tan traviesa —comenta Enzo con un dejo de humor en su tono.
Sacudo la cabeza con una mezcla de frustración y diversión mientras me arrodillo para recoger los pedazos de cerámica esparcidos por el suelo. Milu se acerca a mí con una expresión de inocencia en su rostro felino, frotando su cabeza contra mi mano como si estuviera diciendo "Lo siento, Karen".
Suspiro resignada, pero no puedo evitar sonreír ante su adorabilidad. Aunque a veces me vuelva loca con sus travesuras, no cambiaría a Milo por nada en el mundo.
—Tu padre debe estar contento de tenerte cerca nuevamente —comenta Enzo, su voz suave y reconfortante a través del teléfono.
Mi relación con mi padre, Lorenzo, es más que excepcional, es un lazo tejido con hilos de admiración y respeto mutuo, a pesar de nuestras diferencias en cuanto a intereses. Lorenzo Rossi, una figura imponente en el mundo de las carreras, lleva consigo el peso de una leyenda viva en la Fórmula 1. No solo fue un piloto magistral en su tiempo, sino que su destreza se extendió a su rol como director ejecutivo de Aether Racing, guiando al actual campeón de la temporada pasada, y ex piloto de F1, retirado apenas el año anterior. Su presencia en cualquier sala repleta de aficionados al motor irradia un aura de respeto y admiración.
A pesar de su apretada agenda y sus constantes viajes, mi padre siempre ha encontrado tiempo para estar presente en los momentos importantes de mi vida. Recuerdo vívidamente cómo, desde mi más tierna infancia hasta mi tumultuosa adolescencia, nunca faltó a un solo evento escolar, a una función de teatro o a una competencia deportiva en la que participara. Su compromiso inquebrantable se manifestaba no solo en su presencia física, sino también en su atención plena, siempre dispuesto a escucharme, a alentarme y a celebrar mis logros, grandes o pequeños.
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Curvas Peligrosas [Finalizada]
RomanceNicki y Logan se consideran mutuamente las personas más insoportables. Sin embargo, su relación da un giro radical cuando comienzan a trabajar juntos en un proyecto que los obliga a pasar una gran cantidad de tiempo en estrecha colaboración. A medid...