Presente
Dos días más tarde al llegar a casa reviso el teléfono y aparte de no tener nada, la batería está al cuatro por ciento así que lo pongo a cargar mientras me tomo una ducha. El agua siempre me relaja y aclara mis ideas, además soy consciente de que debo hacer números para el mes que entra si no quiero que me pille desprevenida. Por suerte la casa está pagada y el poco dinero que gano en la cafetería me permite no morirme de hambre, además de que mis padres me dejaron una buena cantidad de dinero para ir pagando las facturas mensuales hasta que ellos vuelvan.
Decido pedir algo en el japo de Yokira, los padres de mi compañero de clase hacen unos tallarines de arroz con carne que están buenísimos. Añado un tataki de salmón porqué me es inevitable contenerme y de postre un coulant congelado del super que ni tan mal, aunque me aseguro de no dejarlo más de treinta segundos en el microondas la próxima vez.
Y así es cómo empieza una de tantas cenas. La televisión está encendida con ese programa en el que se reparten grandes cantidades de dinero al acertar la respuesta correcta. A mi madre le encanta, pero creo que es más por el presentador que por el concurso en sí. Todos sabemos que es una estafa. Al terminar pongo un programa de citas que dura lo justo para asentar la comida e iniciar mi camino nocturno en bicicleta. Papá y mamá ya estarían acurrucados en el chaise longue y por un instante puedo imaginármelos, pero me centro de nuevo en mi próxima ruta nocturna hasta que recibo un mensaje de Víctor.
Parece que toca posponerla para más tarde.
Los chicos y yo nos encaminamos hacia el parque que hay junto al lago. Los dos bancos de madera que hay están vacíos, pero como de costumbre decido sentarme en el césped mientras ellos echan algunas canastas a la espera de que el hermano del lado oscuro haga acto de presencia. Hoy no le he visto en todo el día y confieso que le he buscado sin querer con la mirada más de una vez, así que cuando Víctor me ha escrito que aceptaba jugar el uno contra uno no he dudado en venir. Por mi amigo, claro está.
Poco a poco la gente va invadiendo el parque y cada vez me resulta más extraño. Suele ser un sitio donde estamos los de siempre, pero esto es mucho más que un simple partido, se trata de algo que va mucho más allá, y al parecer todos lo saben.
Un jeep azul metalizado vislumbra las caras de la gente y algunos empiezan a aplaudir y vitorear la palabra Vega como si mi amigo no compartiera ese apellido. La puerta del coche se abre de forma brusca, y me sorprende que no se caiga del todo de sus goznes. Es difícil ver con claridad entre tanta gente, pero un Marcos no muy contento sale del vehículo dando un portazo con la misma agresividad con la que la ha abierto. No sé por qué me sorprende. Titubea un momento, mira fijamente hacia mi mejor amigo, y luego se pasa la mano por el dorso. Pase lo que pase, esta noche algo va a cambiar.
–Todo va a salir genial –le murmuro de forma tranquilizadora a Víctor mientras Marcos se acerca hacia nosotros realmente amenazante.
–Lara –me saluda con un movimiento de cabeza que ignoro. –¿Listo para morder el polvo? –esta vez se dirige únicamente a mi amigo.
–Espero que sepas lo que te estás jugando.
Marcos echa la cabeza hacia atrás y se pone a reír. Sus dientes blancos brillan bajo las farolas del parque.
–No sé qué me hace más gracia. Que creas que puedes entrar al equipo o poder echarme a mí de él.
–No te deseo ningún mal, Marcos. Pero recuerda que esto –dice haciendo hincapié en la última palabra – ha sido cosa tuya.
Marcos decide contestar con un asentamiento de cabeza lento y decidido.
Recorro con la vista los afilados contornos de su rostro pasando por sus expresivos ojos que me cautivaron cuando éramos solo un par de críos. Todo él es deseo y arcano, ese tipo de hombre con el que cualquiera querría pasar una noche entre sábanas y caricias, pero hace mucho que sé cuál es mi posición y no pienso moverme de ella.
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TIRO LIBRE AL CORAZÓN
RomansaAquellos que dicen que del amor al odio hay un paso probablemente nunca hayan vivido una historia de amor como esta. Porqué hay mucho más: hay sonrisas, miradas efímeras, discusiones, pérdidas y momentos inesperados. Ah, y deporte, de eso hay de sob...