Capítulo 1

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El salón estaba dominado por un profundo silencio. La alcoba cerrada dejaba a penas ingresar unos rayos de sol; los pajaritos se asomaban, pero al notar que no había forma de entrar, se devolvían y se posaban sobre las largas ramas de los árboles del jardín, dándole la bienvenida a la cálida primavera. Afuera los tulipanes y las lilas florecían enredándose entre ellas para producir un exquisito aroma de dulzura.

Christopher Bang en la estancia estrechaba entre sus dedos con burla el cigarrillo que Seo Changbin le acababa de alcanzar. Lo pensó por unos segundos y luego se lo extendió de vuelta.

— Ya no fumo ¿No lo recuerdas?

— Pensé que era uno más de los vicios que te negabas a dejar.

— Y lo es. Esto me durará por lo menos unos... veinte minutos hasta que te haya pedido de nuevo un cigarrillo arrepentido. Para conocer la virtud, primero debemos familiarizarnos con el vicio.

Changbin se rió por lo bajo mientras avanzaba por el gran salón de la casa. Adornado con bellos cuadros, este brillaba mediante los dorados marcos.

— ¿Y la señorita Park? — preguntó Chan con algo de burla al observar vacío el salón principal.

Tuvo la necesidad de acallar ciertos comentarios sarcásticos. Mucho se decía de su tía, que era una dama intachable y un ejemplo a seguir; pero para Chan, todo se trataba de haberse acostumbrado a hacer  las cosas del modo que le gustaba y era aprobado por todo el mundo. Tan aburrido, tan predecible. Era por lo tanto, un buen motivo para mofarse ahora de su impuntualidad.

— No creas que se le ha olvidado que venías a verla, — repuso Changbin añadiéndole un defecto más: La mala memoria. — Ha tenido un percance con sus negocios, además de la confusión con los cheques de beneficiencia...

Christopher sonrió de lado. Le había estropeado el momento. Ahora resultaba que su tía también tenía una gran inclinación filantrópica hacia la caridad. 

— ¿Hablas de la subasta de la herencia que le dejó su padre?

Changbin asintió con algo de emoción.

— Una colección magnífica. ¿No eras tú aficionado a los buenos relojes? Creo que su padre le dejó algunos.

— Si es que puedo pasar exhaustivas horas desarmándolos, examinándolos y haciéndolos funcionar de distintas formas, pues sí. Para eso sí me interesan.— repuso Christopher con un brillo en los ojos — Debo admitir que encuentro cierto atractivo en las chatarras y objetos que otros creen que no sirven y deben desechar. De modo que yo puedo darles un uso, incluso mejor que el que tuvieron al salir de fábrica.

— ¿Eso quiere decir que por fin complacerás a tu tía y asistirás? — Changbin preguntó sentándose en uno de los muebles junto a la chimenea apagada. Cuando le ofreció el sofá frente suyo para que lo acompañara, Christopher se negó y siguió paseándose por el salón y observando refinados adornos.

— Lisa también me ha pedido que vaya. Pero si a ella le he dicho que no. ¿Qué te hace pensar que a ti te diré que sí? — dijo Christopher con una fina sonrisa mientras se inclinaba para apreciar una replica de la biblia en su idioma original. Tenía ciertas líneas subrayadas, pero el polvo sobre esta revelaba que desde que fueron resaltadas con el propósito de reforzar la moral o espiritualidad, no habían sido leídas o recitadas. Todo era para simples apariencias. De eso se trataba la vida humana. Un escenario.

— En eso tienes razón. Eres de lo más terco. — Christopher sonrió genuinamente tomándose aquello como un cumplido. — Por eso te casaste con Kristen y no con Lisa como quería tu madre. Hablando de ella, ¿Cómo va su matrimonio?

AMOR Y PLACER (CHANJIN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora