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Alastor cargó a Lucifer hasta su habitación estilo princesa. Lucifer aún estaba confundido por aquel acto del demonio de la radio.

Alastor entró a la habitación y dejó a Lucifer en su cama.

-¿Sabías que podía haber abierto un puto portal?- habló Lucifer serio.

Alastor rió. -¿Y dónde está lo emocionante? Además, se lo debía... su majestad~- dijo cerrando la puerta con seguro.

El demonio de la radio envolvió al rey en un manto verde con sus poderes, cerró sus ojos y susurró unas palabras. Lucifer lo miraba curioso.

Así, Alastor chasqueó los dedos y el rey se sintió como nuevo.

-¿Y como te sientes viejo?- preguntó sin dejar su gran sonrisa.

Lucifer gruñó y en la cama retrocedió. -¿Puedes irte?- pidió serio.

Alastor se acercó a la cama con una sonrisa pícara en su rostro. -¿Irme? Pero mi querido Lucifer, apenas empezamos la diversión. Además te acabo de curar con mi humilde magia- se sentó en el borde de la cama, inclinándose hacia el demonio. -¿O es que acaso le intimida mi presencia?-

Lucifer frunció el ceño. -No me intimidas imbécil. Además yo también podía curarme. Solo quiero que te vayas-

-¡Pero el vudú es mas rápido y efectivo!- Alastor se levantó y comenzó a caminar por la habitación, observando los lujosos detalles. -Tu habitación es tan... tú. Elegante, oscura, llena de poder- Se detuvo frente a un gran espejo, admirando su propio reflejo. -Aunque debo admitir que le falta un toque de mi estilo-

Lucifer se levantó de la cama, sintiéndose cada vez más incómodo. -Alastor, por favor ¡vete o te daré por el culo!- dijo enojado y por su actitud no midió la frase que dijo.

Alastor se giró hacia él, sus ojos brillando con intensidad. -Creo que quiso decir: "Te patearé el culo", ya que yo soy quien la pone, no quien recibe- dijo sonriente.

-¡Es mi puta dislexia hijo de perra! ¡Lárgate!- gritó enfadado.

-¿Y si no quiero irme?- Dio un paso hacia Lucifer, acortando la distancia entre ellos. -¿Y si quiero quedarme aquí, con usted?-

Lucifer tragó saliva. -¡Soy el rey del infierno y te digo que no puedes entrar a mi habitación!-

Alastor se acercó aún más, su mano rozando la de Lucifer. -Oh, creo que sí puedo- Su voz era un susurro, cargada de deseo.

Lucifer se apartó bruscamente. -¡No! ¿A caso no sabes del espacio personal maldita puta hafefobica?-

Alastor rió entre dientes. Se acercó de nuevo al rey, esta vez acorralando a Lucifer contra la pared. -Deja de fingir, Lucifer. Ambos sabemos que lo deseas-

Lucifer cerró los ojos, luchando contra la tentación. -No quiero nada de ti- dijo manteniéndose firme. Si seguía así, le daría un puñetazo en esa estúpida sonrisa.

Alastor se inclinó hacia él, sus labios a punto de tocar los de Lucifer. -Entonces, ¿por qué tiemblas?-

En ese momento, se escuchó un golpe en la puerta.

-¡Papá!- Gritó una voz desde el otro lado. -¿Estás ahí papá? ¿Puedo pasar?-

Lucifer se apartó de Alastor, aliviado por la interrupción. -Gracias a Dios- murmuró caminando hacia la puerta.

Alastor se alejó con una sonrisa burlona. -No te preocupes, mi querido Lucifer. Esto solo ha comenzado- Se dirigió hacia la puerta y la abrió, dejando entrar a Charlie.

Charlie miró a Lucifer, luego a Alastor. -¿Qué está pasando aquí?-

-Nada- dijo Lucifer rápidamente. -Solo... hablando. El ya se iba-

Las trampas del corazón - RadioappleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora