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Lucifer no pudo evitar pensar en las palabras y la sonrisa de Alastor mientras observaba a los residentes del Hotel Hazbin regresar a sus actividades. Había algo intrigante en el demonio de la radio, una mezcla de astucia y encanto que no podía pasar desapercibida. Decidido a descubrir más sobre sus verdaderas intenciones, Lucifer decidió observarlo de cerca.

Después de la sesión de ejercicios, Lucifer encontró a Alastor en la cocina, preparando uno de sus elaborados platos. El aroma de las especias y los ingredientes frescos llenaba el aire, creando una atmósfera acogedora. Alastor, con su usual sonrisa radiante, estaba concentrado en su tarea.

Lucifer se acercó lentamente, tratando de no llamar la atención. Sin embargo, Alastor levantó la vista y lo saludó con una sonrisa más amplia.

-¡Majestad! Qué sorpresa verlo por aquí- dijo Alastor, sin dejar de cortar los ingredientes con precisión.

Lucifer se cruzó de brazos y lo observó con una mezcla de curiosidad y desconfianza. -Soy el rey del infierno y voy a donde yo quiero- dijo Lucifer cruzado de brazos.

-Pues, podría pensar que vino a verme a mi... su majestad- sonrió el demonio de la radio.

-Simplemente, estoy explorando el hotel. Parece que estás muy ocupado- dijo Lucifer serio.

Alastor se rió suavemente, el ambiente era reconfortante pero con un toque de misterio. -Siempre hay algo que hacer en la cocina, especialmente cuando quieres impresionar a los huéspedes con una buena comida. ¿Le gustaría probar algo?- preguntó, extendiendo una cucharada del plato que estaba preparando.

Lucifer dudó por un momento antes de aceptar la oferta. Probó el plato y no pudo evitar sonreír. -Está delicioso. No esperaba menos de ti, Alastor-

Alastor inclinó la cabeza, agradecido por el cumplido. -Gracias, Su Majestad. Me esfuerzo por ser el mejor en lo que hago- respondió con un tono sincero.

Lucifer observó a Alastor continuar cocinando, intrigado por la habilidad y la pasión que demostraba. Decidió aprovechar la oportunidad para conocerlo mejor. -Dime, Alastor, ¿cómo llegaste a ser tan bueno en la cocina?-

Alastor detuvo su trabajo por un momento y miró a Lucifer, no quería responder pero debía ganarse la confianza del rey. -Bueno, la cocina siempre ha sido una pasión para mí. Cuando era humano, solía cocinar para... mi madre. Era una forma de mostrarle mi amor y cuidado. Aquí en el infierno, encontré que podía seguir haciendo lo que amo, aunque con ingredientes un poco... diferentes- dijo, con una sonrisa traviesa.

Lucifer asintió, interesado en la historia. -Es interesante saber que incluso aquí abajo, encontramos formas de mantener nuestras pasiones vivas- dijo queriendo saber más, tenía que investigar el porque el demonio radio estaba ahí.

Alastor se encogió de hombros, sin perder su sonrisa. -Exactamente. Además, siempre es bueno tener habilidades que otros aprecien. Nunca sabes cuándo te pueden ser... útiles-


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-Cielo, ¿todo bien?- preguntó Vaggie a Charlie. 

-Si, es solo que...- Charlie suspiró mientras miraba a su novia. -Solo quiero que Alastor y mi padre se lleven bien, mas que sea un poquito- 

-Ricitos, te apuesto lo que sea que esos dos terminarán de novios- dijo Angel mientras estaba en su teléfono. -Se ve que se tienen ganas-

-¡Angel!- le regañó Vaggie.

-Perdón vagina- dijo el demonio araña intentando no reírse.

-¡Se dice Vaggie!- dijo Vaggie enojada.

Charlie tocó su hombro para calmarla y le sonrió. Vaggie al instante suspiró y se calmó. -Perdón- suspiró la mas baja.

-Ahora que lo pienso. ¿Dónde están los tórtolos?- cuestionó Angel viendo a los alrededores.

-Espero que no estén peleando- dijo Vaggie pensativa.

-O cogiendo en un pasillo- dijo Angel entre risas.

-Angel...- Vaggie lo miró sería.

Charlie puso ambas manos en los hombros de su novia. -No- Charlie sonrió. -Ellos pueden progresar, lo sé- dijo esperanzada.

-Progresar en la cama- murmuró Angel riendo.

-¡Angel!- le regañó Vaggie.


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Después de un tiempo, Lucifer se dio cuenta de que había pasado más tiempo del que había planeado en la cocina. Se levantó de su asiento y miró a Alastor. -Ha sido una conversación interesante, Alastor. Gracias por el jambalaya y la compañía-

Alastor asintió, con una sonrisa genuina. -El placer ha sido mío, su Majestad. Siempre es bueno tener una buena conversación, especialmente con alguien tan... intrigante como usted-

Lucifer se detuvo un momento antes de salir de la cocina. -Tal vez deberíamos hacerlo más seguido. Charlie se alegraría- dijo pensativo.

Alastor asintió, aunque sus pensamientos estaban en conflicto. -Me encantaría, Su Majestad. Tal vez... ¿podríamos vernos en la biblioteca después del almuerzo?-

Lucifer se quedó pensativo... -¿De acuerdo?- caminó hacia la puerta. -Adiós cara de Bambi-

-¡Majestad!- lo detuvo Alastor.

-¿Ahora que?- dijo confundido, sintió la mano del otro en sus labios y se sonrojó por el tacto del otro. Extrañamente aún sentía calor desde la mañana.

-¿Por qué sale así? Usted es de la realeza y no puede salir con la boca sucia- Alastor le limpió la boca con la mano y luego, sin pensarlo, la llevó a sus propios labios y la lamió.

-¡Qué asco Alastor!- se quejó Lucifer, asqueado por el gesto.

Alastor se quedó inmóvil, la saliva angelical sabía jodidamente bien. Era un sabor dulce, pero no tanto. ¿Vainilla, fresas, tal vez menta? ¿Manzana?. No podía describirlo, pero quedó con ganas de más. Lucifer lo observó con una mezcla de desconcierto y preocupación.

-¿Hola? ¿Estás ahí, cara de Bambi?- dijo el rey, moviendo una mano frente al rostro de Alastor.

El demonio radio reaccionó al instante y su mirada se dirigió al rey, quien tenía una expresión de confusión.

-Lo siento, Su Majestad. Me distraje un momento. No volverá a ocurrir- dijo Alastor, intentando recuperar la compostura, aunque su mente seguía anclada en aquel sabor inusual que nunca había probado en una persona gracias a su canibalismo. -Es que... su saliva... es...- miró al rey. -Deliciosa- 

Lucifer se quedó en seco, no estaba seguro de cómo responder a eso. Por un lado, la idea de que Alastor encontrara su esencia fascinante era ligeramente... ¿halagadora?, pero por otro lado, había algo profundamente inquietante en la forma en que Alastor lo miraba, como si estuviera contemplando algo más allá de su piel y huesos.

-Supongo que debería tomarlo como un cumplido- dijo finalmente, tratando de mantener un tono ligero a pesar de la incomodidad que sentía. -Eh, tengo que... irme. Nos vemos en la biblioteca después del almuerzo cara de Bambi- Lucifer se dio la vuelta y salió de la cocina, sintiendo los ojos de Alastor en su espalda mientras se alejaba. 

Había algo en la forma en que Alastor lo miraba que lo dejaba inquieto, pero también había una curiosidad creciente en su interior. Quizás había más en Alastor de lo que parecía a simple vista, y Lucifer no podía evitar preguntarse qué secretos ocultaba el demonio radio tras su sonrisa perpetua.

Alastor observó la puerta cerrarse detrás de Lucifer, su mente trabajando a toda velocidad. -Debo probar su saliva de nuevo. ¡No! Su sangre, eso sería aún mejor- dijo en voz alta mientras caminaba de un lado a otro. -Supongo que no da efectos del afrodisiaco, por lo que tendré  qu-... ¡No Alastor! ¡No! ¡Su sangre, su sangre... la necesito!- Parecía un drogadicto sin consumir su droga favorita.

Por el momento su plan había tomado otros rumbos. Ahora lo único que quería era probar el dulce sabor de Lucifer.


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Las trampas del corazón - RadioappleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora