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Comienza un nuevo día, con Lucifer levantándose después de haber tomado toda la noche. Se levanta confuso al oír la puerta de su habitación ser tocada.

-Papá, ¿estás ahí? Ya es algo tarde y estamos por empezar los ejercicios del día- dijo Charlie del otro lado de la puerta.

Lucifer se sobresaltó. Se sentía horrible como para salir. -¡Dame 10 minutos y bajo cariño!- avisó Lucifer levantándose pero terminó cayéndose.

-Papá, ¿todo bien?- preguntó Charlie del otro lado de la puerta.

Lucifer no respondió, su cabeza dolía con fuerza. Del otro lado de la puerta sonaron unos murmuros y la puerta se tornó verde, y así la puerta se abrió con Charlie y Alastor del otro lado de la puerta.

-¡Papá!- dijo Charlie yendo hacia su padre. -¿Acaso tomaste o algo así?- preguntó Charlie ayudando a su padre.

-No...- respondió Lucifer mareado.

-Ni yo me creo esa- dijo Alastor en un tono serio mientras avanzaba hacia ellos.

Lucifer al verlo, gruñó. Odiaba la presencia de Alastor, y con lo que pasó el día anterior... lo odiaba más.

-¿Qué hace este cara de bambi aquí?- preguntó Lucifer sentándose en su cama.

-Pues... soy el administrador del hotel y tu compañero en las actividades diarias del hotel- explicó Alastor con su típica sonrisa.

-¿Te sientes en condiciones para bajar?- preguntó Charlie.

Lucifer suspiró, sonrió y miró a su hija. -Puedo abrir un portal y estar abajo en un segundo, pero tengo que ir a bañarme- explicó.

La sonrisa de Alastor se extendió mucho más que antes y habló: -Yo puedo cuidar a tu padre hasta que termine de hacer sus cosas Charlie- sugirió Alastor. -Después de todo, todos los días practicamos la confianza ¿no es cierto?-

-¡Claro que n-...- intentó hablar Lucifer pero Charlie lo interrumpió.

-¡Me parece una buena idea! Así ustedes se pueden saltar el ejercicio de la tarima y unirse a los demás! ¡Gran idea Alastor!- dijo Charlie feliz.

-Entonces... a bañarse su majestad- pidió Alastor a Lucifer.

Lucifer vio la sonrisa de su hija y suspiró: -Bien bien... pero tu te quedas afuera. Ni loco pienses que entrarás al baño conmigo-

-Como usted ordene majestad- dijo Alastor haciendo una reverencia.

-Bien... los esperamos abajo- dijo Charlie sonriendo mientras salía de la habitación.

Lucifer se dirigió al baño, con paso lento y pesado, sintiendo como cada hueso de su cuerpo protestaba por la resaca del día anterior. La imagen de Alastor, con su sonrisa burlona y ojos llenos de picardía, lo perseguía como una mala sombra.

Al entrar al baño, cerró la puerta de un golpe y se miró en el espejo. Su aspecto era deplorable: ojeras profundas, cabello revuelto y una barba con intenciones de salir sin control.

Mientras se lavaba la cara, no pudo evitar pensar en Alastor. De verdad lo odiaba con todo su ser. Tan solo pensar que él le dio celos paternos con su hija Charlie.

De pronto, un golpe seco en la puerta lo sacó de sus pensamientos.

-Oh, Lucifer... ¿Necesitas ayuda con algo? Me encantaría ser tu... asistente personal por un día- dijo Alastor del otro lado de la puerta.

Lucifer gruñó desde el interior del baño, sin dignarse a responder. Alastor no se inmutó, disfrutando del juego.

-No te preocupes, Lucifer. Puedo ser tan discreto como quieras. Nadie sabrá que te he ayudado a... prepararte para el día- dijo sonriente.

Las trampas del corazón - RadioappleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora