V.

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Habían vestido muy bonito a Aegon, se miraba tan etéreo con su bonita ropa en colores negros y rojos.

No había verde por ningún lado.

Tal vez Jacaerys hubiera disfrutado admirarle.

Si tan sólo no...

–¡Brindemos por la futura unión entre mis dos hijos! –Exclamó el rey Viserys.–Espero que sea una unión feliz.

Jacaerys sintió que todo se le venía encima.

Habían estado almorzando.

Estaban tan bien.

Y ahora, su tío estaba siendo comprometido con alguien más.

Con Aemond Targaryen.

El festín se desvaneció en un instante para Jacaerys Velaryon.

Sus ojos se nublaron con una mezcla de furia y desesperación mientras escuchaba las palabras de su abuelo.

Su corazón latía con fuerza, y sus manos temblaban de rabia contenida.

Era inaudito.

Aegon era suyo, le pertenecía.

–Gracias por tus bendiciones, padre –Dijo Aemond mientras tomaba la mano de Aegon y le sonreía.

El ambiente en la sala se tornó pesado mientras Jacaerys Velaryon luchaba por contener su ira. Lucerys, su hermano menor, parecía abatido, con los hombros caídos y la mirada perdida en el vacío.

Aegon, el receptor de su afecto, permanecía impasible, como si la situación no tuviera importancia alguna para él. Mientras tanto, Aemond mostraba una sonrisa burlona y orgullosa mientras tomaba la mano de Aegon, como si estuviera celebrando su victoria.

Jacaerys apretó los puños, luchando contra el impulso de confrontar a su tío y alejarlo de Aegon.

¿Cómo podía su abuelo, el rey Viserys, comprometer a Aegon con alguien más cuando él mismo había sentido la conexión entre ellos? Era injusto, era una traición.

Lucerys, por su parte, parecía al borde de las lágrimas, incapaz de comprender cómo todo había cambiado tan repentinamente.

Jacaerys quería consolar a su hermano, pero estaba demasiado abrumado por la mezcla de emociones que lo invadían: la ira, la decepción, la tristeza.

Observó a Aegon simplemente asentir con la cabeza, como si estuviera de acuerdo a aceptar lo que sucedía a su alrededor.

Jacaerys sintió una punzada de dolor al darse cuenta de que tal vez nunca había significado tanto para Aegon como él había pensado.

Mientras tanto, Aemond Targaryen continuaba con su actitud desafiante, mirando a Jacaerys con superioridad y desdén.

–¿Qué pasa, Jacaerys? –dijo Aemond con una sonrisa sarcástica.–¿No estás contento de que Aegon finalmente haya encontrado a alguien digno de él?

Jacaerys se obligó a mantener la compostura, aunque por dentro su corazón ardía de furia y dolor. Con una sonrisa forzada en el rostro, se acercó a Aegon y Aemond, tratando de contener el veneno que amenazaba con escapar de sus labios.

– Felicidades, Aegon, Aemond –dijo, su voz apenas un murmullo cargado de amargura–. Les deseo todo lo mejor en su futura unión.

Aemond respondió con una sonrisa maliciosa, como si estuviera disfrutando de la incomodidad de Jacaerys. Mientras tanto, Aegon simplemente asintió con cortesía, su mirada distante y vacía, como si estuviera en otro lugar.

"No quiero ser rey"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora