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Entonces empezamos con mi proyecto que había pasado a ser nuestro.

Estaba en aquel sucucho estrecho que llamaba habitación, por suerte el colegio me había dado la oportunidad de postular a un cuarto. Me sorprendía que el comité de estudiantes no se quejara... o sea, sí se quejó y por eso me dieron lo equivalente a un armario, pero mínimo cabía una cama y un armario enano que usaba para guardar mis pocas cosas y como escritorio. En ese momento soñaba y pensaba que en cualquier momento viviría entre lujos y riquezas, solo era un sueño en ese entonces. Y se volvió mi realidad, una a la cual voy a volver, una donde yo era el rey.

Siempre pensé que lo haría de la buena forma, siendo alguien respetable, pero en este mundo nadie atiende a las palabras sueltas...

Ese día estaba de mal humor, de nuevo un grupo de estudiantes había dicho cosas con respecto a lo que era yo y ya estaba tan cansado de eso, sin saber sobre mi proyecto ya estaban diciendo que sería algo muy pequeño en comparación a los demás, y ya no lo sería, no sería sólo una práctica de tesis, sería el experimento completo, fermentación química experimental en su máxima expresión.

En algún momento mientras ordenaba los tubos de ensayo y lo necesario para empezar simplemente entró Basil en mi cuarto cabizbajo y en completo silencio, simplemente tomó asiento a mi lado con la mirada apagada y totalmente muerta.

Fue la primera vez que vi de antemano lo baja que era su autoestima, recuerdo estar preocupado creyendo que había sido algo grave, o sea, sí lo era pero no tanto.

Había dado una respuesta mal en clase, se había equivocado en voz alta y por mera suerte el típico compañero tonto del salón le atinó a la respuesta correcta y alguien le gritó en burla "parece que el genio ya no lo es tanto, ¿qué ha pasado?, ¿se te han muerto las neuronas?, ¡ya no tienes nada para presumir ahora!"

Confirmé que tenías una autoestima tan frágil que iba más allá de la vergüenza, el simple acto de que se rieran de ti te afectaba de sobremanera.

Más adelante yo mismo lo utilizaría como arma, pero aquí ambos somos culpables de eso, ¿no es así, Basil...?

De cualquier forma, recuerdo también lo fácil que era hacerte feliz y devolverte la vida, porque ver esos ojos muertos sin vida ni brillo en su momento sí que me preocuparon.

"Oh vamos, ese chico solo tuvo suerte, obvio que tú eres más listo", dije en voz alta intentando animarlo pero no funcionó y parecía que solo lo empeoró.

"No soy tan listo... está claro, como pude equivocarme en algo tan simple, si hasta el más tonto pudo resolverlo, obvio hay algo mal en mí..." susurró él aun mirando el suelo.

En ese momento simplemente saqué una pequeña libreta donde teníamos anotado nuestras competencias, porque desde nuestro segundo encuentro teníamos la tendencia de yo explicándole cómo se resolvía un ejercicio de matemáticas y luego competir por quién resolvía más o se tardaba menos, era... una rivalidad sana y... pensar que eso más adelante se volvería más complejo que solo competir por un libro de matemáticas.

"Bueno... en ese caso yo soy más tonto que tú", le dije entregándole la libreta y mostrándole que la mayoría de las competencias que tenían que ver con la complejidad de los problemas, entre más largo el problema más fácil los hacía, básicamente su calidad de trabajo era excelente. Y por ende, tenía más victorias.

Vi cómo sus ojos volvían a brillar con emoción mientras analizaba sus victorias llegando a explicar cómo lo resolvió y es que de la misma forma que su autoestima era frágil su ego era simplemente sensible y eso nunca cambió en él, y era simple, alguien torpe socialmente se emocionaba cuando alguien le daba atención y se deprimía cuando la presión social lo afectaba porque estaba totalmente solo.

𝐆𝐎𝐎𝐃𝐁𝐘𝐄 𝐒𝐎 𝐒𝐎𝐎𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora