❈•≪15. Recordatorios≫•❈

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Hongjoong no pudo dormir ese día ni el siguiente a ese después de ser envenenado. Las memorias del sofocamiento demasiado vívidas, como para dejarlas pasar por alto como si no fueran nada más que polvo de irrelevancia.

Cada vez que cerraba los ojos, las lágrimas se acumulaban y el ardor nacido de los químicos de la belladona, reaparecían frescos en sus recuerdos. Haciendo imposible que pueda conciliar el sueño. Morfeo siendo una imagen lejana y sus artilugios una fantasía intangible.

Y de entre tanto que daba vueltas en la cama sin cesar, girando de un lado al otro, creando fricción entre las sábanas, Mingi debió de intuir que no estaba pasándola muy bien. Porque en una de esas noches donde el cielo brillaba despejado y la luna engullía el espacio con su redondez, la silueta del moreno cobró magnitud por entre las sombras y se paró en la grandiosidad de su altura. Enfrentándolo.

—¿Puedo subirme a la cama?

Intentando bromear, Hongjoong buscó el rostro de Mingi—. ¿Por qué? —preguntó—. ¿Quieres aprovechar a meterme mano mientras todos duermen?

—En primer lugar, no están todos durmiendo. Los centinelas andan por las zonas límites haciendo guardia —dijo con un dedo en alto—. En segundo lugar —murmuró con el dedo corazón elevado—, tú y yo estamos despiertos hace horas —continuó, llamándole la atención su expresión—. Y por último, algunos animales tampoco deben de estar descansando.

—Era broma, Mingi —farfulló tras rodar los ojos, tomando asiento y yéndose más contra la pared—. ¿No sabes captar el sarcasmo cuando está presente? —cuestionó sin veneno real, sólo un tono plástico y falso que nació de la frustración.

—No, pero sé darme cuenta cuando alguien tiene problemas para dormir —replicó con una calma envidiable, subiéndose a la cama. Ocupando el espacio disponible y haciéndose hacia atrás. Usando un brazo como soporte.

—¿Intuición?

—Puedes llamarlo de esa forma o que el ruido constante de las sábanas no deja que duerma tampoco —murmuró con un indicio de sonrisa, claramente bromeando. Golpeándolo en el costado del cuerpo, el felino más pequeño rodó los ojos por segunda vez.

—Coqueteas fatal —le contestó en un resoplido. Echándose para atrás también. Su cabellera cobrizo cayéndole en la cara y cubriéndola parcialmente. Estaba algo larga. Al igual que su flequillo.

—¿Quién dijo que coqueteo contigo?

E inevitablemente, Hongjoong no pudo pasar a pensar que el moreno tenía razón, ¿quién querría coquetear con él, estando lesionado, traumado y emocionalmente herido? Era una bomba de tiempo que nadie sabía cuándo tendría un exabrupto o explotaría por completo.

Hasta ahora venía manejando la situación bastante bien, si no contaba las pequeñas alucinaciones y el esfuerzo tremendo que tenía que hacer para poder dormir. Era básicamente un desastre andante, en el peor de los sentidos. Exceptuando adrede que su cabeza tenía un precio.

Y esa era la otra parte que se negaba a sacar a flote, el tiempo que iba marcha atrás sin detenerse. El tigre había sido claro, le quedaba hasta la luna azul para poder descubrir quién sea lo quisiera muerto y nada más irónico que eso, conociendo el significado de tan hermoso suceso astrológico.

Era un desperdicio pero él ya estaba condenado.

Sintiendo la suavidad de un tacto en su mejilla, Hongjoong se sobresaltó con ligereza hasta que se percató que se trataba de la mano de Mingi, cogiendo un lado de su rostro y volteándolo. Mirando hacia la izquierda, se encontró con unas obsidianas que podían comer planetas enteros.

Belewe Moon - [MinJoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora