❈•≪08. Festín y privilegios≫•❈

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Cuando Hongjoong despertó, se topó con la figura de un hombre sentado en la silla desocupada de la habitación de Mingi, brazos cruzados y cabeza caída, párpados cerrados y respiración tranquila. Estaba durmiendo, eso era claro.

Y no tuvo que cuestionarse de quién se trataba, el aroma que provenía de él era el mismo que yacía por cada rincón de ese espacio, sólo había que sumar dos más dos para saber que se trataba del líder de caza, quien lo había encontrado la noche anterior y sacado de su parálisis mental.

Pero lo que había visto no fue una ilusión, él estuvo ahí, lo juraba por el nombre de su madre. Y el hecho de sólo recordar cómo sus miradas se cruzaron, lo hizo estremecerse y soltar un quejido. Fue tan vívido el recuerdo de su presencia en la ventana, con las gotas de la lluvia cayendo por su pelo rubio y ensombreciendo su expresión alguna vez amable. Fue tan perturbador que su única alternativa en su mente empapada por el miedo, fue salir corriendo por la puerta y huir, no pensó en nada más, en alertar a los centinelas por ejemplo. Simplemente huyó.

Porque él lo sabía bien, volvería y sería para terminar lo que había empezado. No lo quedaban dudas de ello.

Y mientras estaba en medio de su creciente pánico, el hombre despertó de su sueño perturbado por su presencia, e inmediatamente como si fuera costumbre entre ellos, se le acercó con las manos extendidas, sus dedos se deslizaron por su pelaje y sus ojos ahora negros lo enfocaron con una preocupación que le perforaron profundo en el alma.

—Está bien, Hongjoong, está bien. No tienes nada qué temer. Soy yo, Mingi, ¿de acuerdo?

Él quería decir que nada en esa situación estaba bien, sin embargo, no supo cómo, pero esas palabras tan ordinarias sirvieron para tranquilizarlo. Su respiración que no sabía, se había agitado, ahora era más regular y estable. Su cola había perdido tensión y su pelo encrespado volvió a la normalidad, increíblemente.

Asombrado por el efecto calmante que tenía ese hombre en su persona, sus ojos se abrieron en grande, genuinamente conmocionado.

—Lamento haberte dejado solo, debí suspender la iniciación para la semana siguiente, o para cuando estuvieras bien integrado. No lo sé, pero en verdad lo siento tanto.

Hongjoong se quedó sin aliento, impresionado por el peso de las palabras de aquel hombre, la culpa que evocaba con una intensidad demoledora y un fervor que erizaba los vellos. Era incomparable. Y sumamente injusto, él no tenía la culpa de lo que le había pasado. De ninguna forma y desde ninguna perspectiva.

Nadie la tenía en realidad. Quizás y sólo él por su cobardía. No estaba seguro para ser honesto.

"Te creo", proyectó con suavidad, soltándose de su agarre con delicadeza. Él no tenía ese privilegio, por lo que no era apropiado, y el hombre debió leerlo porque retiró sus manos casi al mismo tiempo. "En serio sé que lo sientes, detente. No fue tu culpa".

—¿Cómo estás seguro de eso? —preguntó el líder de caza, llevándose una mano al rostro herido, eso sí había sido culpa suya, al no reconocerlo su primer instinto fue herir—. Tal vez si me hubiera quedado no te habría pasado nada.

"Es imposible de saber... Oye, ¿puedes mejor girarte por unos minutos hasta que vuelva a hablarte?".

El líder de caza lo miró extrañado, con la cabeza a un lado y el ceño fruncido, sin embargo, obedeció, girándose sobre sus talones y dándole la espalda. En cuanto pasaron dos minutos y Hongjoong estuvo realmente seguro de que no se voltearía, se concentró en transmutar. Enfocando todas sus energías en ello. Y el reajuste sucedió, muy para su sorpresa. Fue doloroso y lo tuvo contrayendo su expresión en más de una ocasión, pero lentamente sus huesos comenzaron a tronar y perder dimensión, acorde a su forma humana. 

Belewe Moon - [MinJoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora