❈•≪05. Obligaciones ineludibles≫•❈

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"Salgamos a caminar".

Pidió un día de otoño la pantera negra que lo cuidaba, una voz estable y un entusiasmo que se trasmitía por la manera en la que movía su cola alargada. Hongjoong se encontraba en cama, rodeado por sábanas y con la cabeza aplastada sobre sus patas. Aburrido. La inactividad nunca había sido lo suyo en la manada, demasiado curioso para su propio bien y demasiado aventurero para la tolerancia baja de su padre estricto y los centinelas rígidos.

Por lo que, inevitablemente, la mención de una caminata hizo que sus pequeñas orejas circulares se movieron con interés. Atentas a las palabras proyectadas del otro gran felino.

"¿Tan de la nada?", no pudo evitar preguntar, desconfiando de las intenciones, aparentemente, sinceras del otro.

Manteniendo una expresión de descanso, el líder de caza lo miró directo a los ojos al decir: "¿Qué, prefieres escabullirte por la ventana en las noches? ¿Así es mejor?".

Hongjoong giró la cabeza a un costado y sintió la vergüenza apoderarse de su cuerpo en cascadas, teniendo los mejores modales y una supuesta educación digna de la realeza antigua, había actuado con bajeza y tomado un comportamiento imprudente para su salud, incluso si ya se encontraba relativamente mejor en cuanto a la apariencia de su lesión, eso no significaba que podía darse el lujo de tomar decisiones arriesgadas. Como descender por un tejado y las ramas de un árbol como si so no requiriera de un esfuerzo físico de su parte.

Pero en su defensa, lo había hecho con la intención de apresurar el proceso de recuperación. A sabiendas de cuánto deseaban que se marchara de una buena vez. Y en su huida de los tigres y en su llegada a la tierra del norte, había pasado por distintos lugares, específicamente por ese claro, que hasta dónde sabía, era el único que había allí. Y el único que contaba con árnicas tan abundantes, por lo que en cuanto le realizaron una sphēra, no pudo desaprovechar la oportunidad de hacer un ungüento con ellas. Conociendo sus propiedades curativas.

Lo podían culpar de su imprudencia, adelante, pero había sido por una buena razón.

"Creí haberme disculpado por mi comportamiento irreflexivo".

Mirándolo con aquellas esmeraldas que tenía por ojos, la pantera sacudió los hombros. "Nunca está demás asegurarse", respondió con un tono que se prestaba a la indiferencia.

Hongjoong siseó y miró hacia la ventana con indignación, preguntándose por dentro qué tenía tan ofendido y amargado al antiguo centinela, pero teniendo en cuenta su propio comportamiento descuidado y que, de alguna forma indirecta, dificultaba el trabajo de su guardián, las piezas comenzaban a encajar por sí solas y los motivos se hacían transparentes como el agua de porqué su comportamiento arisco pese a la propuesta afable.

No estaba colaborando demasiado, por no decir que nada.

Pero él había confiado su bienestar a alguien antes y esa persona le terminó apuñalando por la espalda, haciéndolo terminar en terreno desconocido, con su vida pendiendo de un hilo, ¿cómo podían esperar que sólo se entregara a la situación?

Pese a lo que se pudiera creer, él era un poco más receloso que el resto y más analítico. Prefería valorar la situación en la que se hallaba primero y luego actuar. O en este caso, ceder. Era el orden natural de las cosas, según su concepción.

Pero en esa manada, todos esperaban que hiciera lo contrario aparentemente, excepto su guardián que le brindaba espacio suficiente para respirar y no sentirse sofocado en una marea tumultuosa de amenazas constantes.

Él ni siquiera quería imaginarse cómo se hallaba su padre, qué cosas le había dicho esa rata de cuatro patas y qué estarían conmemorando ahora mismo, ¿si su búsqueda o su muerte fallida? Cualquiera sea, Hongjoong sólo quería regresar a casa. A pesar del régimen estricto de su padre, lo amaba y no quería más que acurrucarse en sus brazos.

Belewe Moon - [MinJoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora