❈•≪02. Primer amanecer≫•❈

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En toda la noche, Mingi no volvió a cambiar de forma, permaneciendo en su esencia espiritual por primera vez en muchos años. Y todo a causa del príncipe, ya que de vez en cuando, un par de cachorros se asomaban al dormitorio de la curandera a curiosear, inquietando al felino más pequeño, mientras que los centinelas, se asomaban con las intenciones incorrectas, queriendo cuestionarlo cuando apenas podía comunicarse con él.

Por lo que esa situación, mantuvo a Mingi en vigilia, despierto en un ir y venir constante entre la penumbra de la somnolencia y la consciencia. Fue agotador, sin embargo, acostumbrado a su época de centinela, lo supo manejar bastante bien. Procurando la seguridad del príncipe manteniéndose firmemente a su costado, como un perro guardián. Posición en la que él mismo se había puesto al cabo del día.

Y no es como si dudara de la manada a la que pertenecía, pero cualquier pequeña alteración del estado del ánimo del príncipe, podía ser perjudicial. Al fin y al cabo, necesitaba reposar teniendo en cuenta la gravedad de las heridas.

Y cuando ya nadie pareció tener la necesidad impetuosa de interrumpir su sueño, el sol comenzaba a levantarse por el horizonte e iluminaba cada cedro y árbol a su paso, llenando las cabañas de vida y evocando el canto en las aves ocultas en la naturaleza.

El felino del cual todavía desconocía el nombre, tampoco se la pasó muy bien, saliendo y entrando del sueño de manera frecuente entre quejidos y llantos mal disimulados, que dudaba él tuvieran algo que ver con las lesiones sufridas. No obstante, no era su asunto, aún así, lo inquietó. Necesitaba saber la razón por el bienestar de la manada.

Eso o que se recuperara pronto así podrían mandarlo por donde vino. Sea el camino que haya tomado hasta allí.

—No se mejorara tan rápido como todos esperan —comentó Riuyi, ingresando a la habitación con esa tranquilidad que trasmitía paz de forma inconsciente. Un aura relajada y una expresión amistosa que invitaba a la confianza.

Levantando la cabeza del suelo, Mingi la miró un segundo, pensando sus palabras con cuidado, su alteza se había despertado también y parecía muy interesado en la conversación, pese a que su expresión no dijera mucho. Por no decir que nada.

"¿A qué te refieres?", preguntó con el canal abierto en dos vías, la de Riuyi y la de Kim. Buscando demostrarle transparencia.

—Tiene veinte puntos, Mingi, apenas si puede caminar, sumado el esquince en su pierna. A lo sumo le doy tres semanas de recuperación. Dos siendo generosos y si pone de su parte.

"Así que, ¿lo tendremos con nosotros un tiempo?".

—Mala suerte para al que no le guste la idea, pero así es cómo será —sentenció con tranquilidad—. ¿Te ha dicho algo?

"Nada. Se la ha pasado gravitando entre la consciencia y la inconsciencia", murmuró, manteniendo en secreto el hecho de que había escuchado al príncipe gimotear más de una vez. Eso le hizo ganarse un ligero ladeo de cabeza por parte del otro felino. Al parecer esperaba que compartiera más información.

—Es normal con toda la sangre que ha perdido, me sorprende que no haya muerto al segundo día. Su herida era carne corroída.

Volviendo a agachar la cabeza, el gato dorado asiático desvió su mirada hacia la ventana, viendo al sol ascender con impasibilidad.

"Tomé de sus medicinas", murmuró en su cabeza, sorprendiéndolo, su voz era más clara ahora. "Simplemente me llené de pastillas, esperando que eso no pasara".

"Pero, ¿lograste curarla cierto?", preguntó hacia Riuyi.

—Yo no diría que la curé, simplemente mejoré su aspecto. Estará mucho mejor en un par de días. Mientras siga corroborando su estado y pasando esas infusiones de allí —explicó con un leve cabeceo hacia el cuenco rojo de la madrugada—. ¿Qué hay de ti? —preguntó—. ¿Cómo te la pasaste?

Belewe Moon - [MinJoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora