❈•≪Epílogo≫•❈

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—Luces nervioso —declaró Aila, ingresando a su habitación sin antes llamar.

Rodando los ojos por los malos que se habían vuelto sus hábitos recientemente, el antiguo cazador suspiró con pesadez. Una molestia plástica, fingida.

—Una ceremonia como esta es importante, ¿sabes? —le dijo luego de darle un vistazo corto, por fuera podía escuchar todavía cómo Roh y Tay discutían sobre algo relacionado al clima primaveral que se encontraba haciendo. Más específicamente sobre la humedad del momento.

—Lo sé —murmuró luego de dejarse caer sobre una silla con despreocupación, la habitación se hallaba casi vacía, desprovista de aquellas medallas y conmemoraciones del moreno—. Es un matrimonio, después de todo —agregó la chica, una sonrisa ladeada en la cara.

El más alto asintió, era una boda la ceremonia de gran escala que se festejaría el día de hoy, nada más y nada menos que en el norte. Lo que más impacto le causaba, es que él ya tuviera 30 años y todavía no se hubiera unido en matrimonio.

Pero ese no era el punto hoy en día, ni mucho menos.

Mirando a la rubia, él no pudo pensar otra cosa más que no fuera en lo preciosa que lucía, vestida de rosa pálido y con pequeñas flores estampadas en el material del vestido que le llegaba hasta las rodillas. Su melena atada en un moño que iba hasta la mitad de su espalda. Era como una hada.

Acercándose a ella, Mingi no pudo evitar despeinar su flequillo con los dedos. Dándole una apariencia más desorganizada, más cercana a ella.

—Así está mejor —declaró en un susurro afectuoso, mirándola con la cabeza a un lado.

—No te pongas muy cariñoso, o podría volver a hacerme ilusiones —le amenazó entre risas. Pestañando varias veces.

Sacudiendo la cabeza, el pelinegro le sacó el dedo del medio—. Púdrete —le dijo en un tono inofensivo—, creí que estabas en algo con Tay.

—Estamos —le corrigió—. Pero vamos bien, no lo sé, vamos a nuestro ritmo —aclaró—, supongo. Es un buen hombre, eso es seguro.

—Me alegra escucharlo, mereces lo mejor —le recordó el moreno, palmeando su espalda antes de tomarla por la mano y hacer que se enderece—. Algún día serás una preciosa novia.

—Gracias por el halago, pero no creo que eso esté en los planes de mi líder. Está muy enfocado en su nuevo rol como jefe de caza, ¿sabes? —comentó con una sonrisa agridulce—. No es lo mismo desde que nos dejaste. Digo, lo hace bien y se esfuerza, además tú le enseñaste todo lo que hoy conoce pero...

—Es difícil despegarte de las viejas costumbres, lo sé.

Mingi ya no podía transmutar, pero ese no fue el principal motivo por el cual dejó el grupo de caza, si bien todavía era una pantera joven y podía seguir dedicándose a esa función de quererlo, prefería enfocarse en su nueva faceta como novio y persona emparejada que era. Porque eso es lo que era, alguien con un tercer privilegio, increíblemente.

El de pertenencia.

Era algo de no creer y que seguía digiriendo, un año después de haberlo recibido.

—Mejor bajemos de una vez, o las personas comenzaran a sospechar de porqué no te encuentras en la ceremonia de tu mejor amigo.

Porque sí, quién se casaba era nadie más ni nadie menos que Jeong Yunho, líder de los centinelas; con el curandero terrenal de su aldea, Choi Jongho. En un inicio, habían logrado exitosamente, mantener la relación en secreto, pero luego de los hechos ocurridos en el sur, decidieron volverla pública, siendo más afectivos y más expresivos en escenarios diarios de su vida. Sólo con el temor de perderse el uno al otro. Lo que había sido amargo y al mismo tiempo conmovedor para él.

Belewe Moon - [MinJoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora