08| Chiara Harrison.

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Mi hermano me había atrapado, comenzando a sospechar que estaba evitándolos. No dejaba de preguntarme que me sucedía o porque razón no quería pasar tiempo con ellos, e incluso llegó a hacerme preguntas sobre si el problema era mi enojo con Thomas Morgan por haberme delatado aquella madrugada. Me negué a contestar todas sus preguntas, porque no quería admitir que él tenía un poco de razón; si estaba molesta con su amigo, pero no era exactamente por eso. Todo era más complejo y profundo de lo que él creía, y estaba segura de que no lo comprendería si le decía la verdad, lo veía capaz de golpear a su mejor amigo si abría mi boca, así que la comunicación no era una opción en ese momento.

Susan, sostuvo su emoción toda la semana: de saber que saldríamos a bailar, hasta que por fin llegó el tan esperado sábado. Aquel día fui a su casa, como habíamos acordado, y pude conocer a sus abuelos, de los que tanto ella me había hablado; eran los seres más angelicales que podía haber conocido, y fue entonces cuando entendí la razón de ser de mi amiga, porque de cierta forma, era idéntica a ellos.

Después de estar una hora dedicándose a vestirme, y a cambiarme el look por uno sensual, se atrevió a contarme que, en realidad íbamos a ir a una fiesta que había organizado una chica de la universidad, que no conocía, pero que se había enterado de ello por un compañero suyo, y al que, por cierto, se moría por presentarme. Me senté en su cama, con los brazos cruzados, estaba molesta porque esperó a que estuviera allí para decirme que había cambiado los planes, y su excusa fue que, si me decía la verdad, me habría encaprichado con no ir, y la verdad, es que tenía toda la razón.

—Me da vergüenza ir a un lugar en el que seguro estará medio instituto...

—Ves, justamente por eso es por lo que no te lo quería decir —dijo, interrumpiéndome —. Vamos, te prometo que la pasaremos genial, ya lo verás.

—No lo entiendes —espete mientras me ponía de pie, y me dirigía al espejo gigante que tenía en su habitación —, allí estará mi hermano, eso seguro.

Ella rodo sus ojos, se notaba cansada de lidiar con mis peros, y aún así, se mantenía serena, parecía tener el control de su paciencia conmigo, y la admiraba por eso.

—Que te de igual si ellos están allí, tú irás a disfrutar y punto.

Me reí al escucharla, Susan de verdad no se cansaba nunca de intentarlo.

—Ok, pero si aparecen, me sacas de ahí.

—Te presentaré a algunos conocidos —decía, mientras se cepillaba el cabello —. Te olvidarás de los demás.

Asentí con una sonrisa al vernos ahí; juntas, frente a su espejo, contemplándonos mutuamente. Mi amiga se posó detrás de mí, y comenzó a ajustarme el vestido que me había prestado: era un vestido negro, que se ajustaba a mi cuerpo, con tiras en los hombros que hacía que se viera más formal. Sin brillos ni adornos innecesarios. Era simple, como a mí me gustaba, y me alegraba el corazón saber que ella había acertado perfectamente con mi gusto, a pesar de que no llevaba mucho conociéndola.

—D i v a —deletreó. Me tomó de la mano y me hizo dar una vuelta para mirarme mejor —. Debería ser estilista —bromeó.

—Me encanta... —dije en un suspiro al verme —. Te contrataré si es que decides trabajar de ello.

Ella se pegó una carcajada, tomándose de la panza..

—Listo —Me echó un último vistazo —. Tu maquillaje está perfecto, el vestido también —Sonrió —¿Nos vamos?

En Washington había tenido amigas: Sophie y Jessica, eran las unicas mujeres con las que me lograba relacionar, pero no sucedía así; ellas no eran Susan. Sabía que formaban parte de mi vida por el pasado que compartimos, pero aquella chica que me miraba emocionada, mientras daba pequeños saltos de felicidad, tenía algo especial que la hacía resaltar en todos lados, y me era imposible hacerme la de la vista ciega. Porque lo que ella buscaba; encontraba. En cambio, con mis antiguas amistades, existía un limite marcado puesto por ambas que, en realidad, ya no me interesaba, porque entre más tiempo pasaba con Susan, más caia en la cuenta de que jamás habian sido verdaderas.

Cuando dejamos de sentir miedo. (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora