10| Chiara Harrison.

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Creo que estaba algo tomada, porque después de unos cuantos tragos de vodka, nada me importaba, y estaba decidida a que saldría a bailar con los chicos, sin dejar que nada me interrumpiera. Eso implicaba ignorar a aquellos ojos azules que me observaban con intensidad desde la distancia, y que conocía muy bien. Empezaba a pensar que Thomas Morgan, intentaba desnudarme con su mirada, y de alguna manera, lo estaba logrando. Lo odiaba por no disimular ni un poco la baba que caía de su boca, cuando me contemplaba con deseo el trasero.

Al pasar unos minutos más bebiendo con Susan y sus amigos, había perdido por completo la razón, así que me adentre a la pista, casi sin ser consciente de lo que hacía; bailaba moviendo mis caderas de un lado al otro. Jugaba haciendo círculos, apoyando mi culo en el bulto de Ethan, quien me sostenía con sus manos, bailando al compás de la música junto a mi. Por un momento, olvidé la pequeña línea de separación que existía entre la realidad y la fantasía: mi mente estaba sumergida en aquel instante, donde nuestros cuerpos pegados desprendían una chispa radiante que aseguraba que se podía sentir y ver desde cualquier lugar de la mansión. Pero, como el universo nunca estaba de mi lado, aquel ambiente se disipó en cuanto sentí mi móvil vibrar en la mano en la que lo sujetaba. Intenté caminar entre la enorme multitud que me comenzó a asfixiar en cuanto me di cuenta de dónde estaba; sudada, apretujada y siendo el punto blanco de muchos varones, en un lugar que quedaba pequeño para la masa de personas alcoholizadas que había allí dentro. Me detuve en seco recordando que no estaba sola, así que, casi gritando, le indiqué a Susan y a sus amigos que iría hasta las escaleras, pero no les dije que era para responder la llamada de un número desconocido que aparecía en mi pantalla.

Me lamí los labios nerviosa, sentía un sabor amargo horrible. Aun así, dudando, contesté.

—¿Quién habla? —pregunté, temerosa a la incertidumbre de no saber con quién me encontraría al otro lado.

—¿Me estoy comunicando con Chiara Harrison? —preguntó una voz femenina que se me hacía familiar.

—Sí —respondí, tragando fuerte.

—Soy Alison Miller; la pareja de tu padre —Aquella mujer, soltó de golpe información que era nueva y agria para mi —. Ha tenido un accidente mientras salía de su oficina —Pauso sus palabras al escucharme maldecir —, y me ha pedido que me contactara contigo y con tu hermano.

Tenía la mirada perdida, tal vez estaba intentando buscar algo más allá de sus palabras, quería poder procesarlo rápido, pero mi cerebro no me lo permitía. Mi corazón comenzó a latir con tanta fuerza que terminó en taquicardia. Pensaba que estar allí; entre tanta gente que lo único que hacían era bullicio, y encontrándome en una situación tan incómoda y estresante, no resultaría bien si me quedaba ahí, de pie.

Mi mente daba vueltas, como de costumbre, haciéndome mil preguntas sobre cómo debía responderle a Alison, la novia de mi padre que no sabía que existía hasta ese entonces. No quería, y tampoco debía adelantarme a nada, porque no la conocía, ni siquiera sabía como era ella físicamente. Nuestro papá jamás nos había presentado a una novia después de lo sucedido con mamá, y estaba bastante segura de que Liam tampoco tenía idea de eso. Y, pese a que en serio sentía que iba a desmayarse con la noticia de que él había tenido un accidente, me dolía enterarme de esa manera tan brusca que, tenía una compañera en su vida, y me preguntaba ansiosa porqué habría esperado a que sucediera algo así para contarnos aquella verdad; no me importaba que él estuviera rehaciendo las cosas con alguien más, yo misma había sido testigo de como paso todo y lo mucho que había sufrido con lo de mi mamá, así que tenía derecho de hacerlo; pero me llamaba la atención que nos lo haya ocultado, y todavía no sabía por cuanto tiempo lo había hecho.

Quise mantener la cordura, respirando profundo, y centrándome en ello. Pero, mientras tenía esa crisis que me hacía luchar conmigo misma, me desconecté totalmente, olvidando que estaba en una llamada.

—¿Chiara? —La mujer volvió a preguntar, y se oía la angustia en su voz —Lo siento mucho. Intenté comunicarme con tu hermano, pero no obtuve respuestas —dijo al darse cuenta de que no me encontraba bien.

Suspiré agotada, tenía la esperanza de que lo que estaba pasando fuera un simple pero horroroso sueño. Lástima que serlo, estaba lejos de la realidad. Mis labios temblaban cuando intentaba decir algo, y Alison, al notar que no respondí en varios minutos, me colgó.

Cuando dejamos de sentir miedo. (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora