Capítulo Sesenta y Ocho.

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Chiara Harrison. 

Mi corazón latía con desesperación de los nervios excesivos que me invadían. Thomas Morgan me había invitado a cenar con su familia para presentarme a todos de manera formal. Me preguntaba angustiada como debía actuar frente a ellos, y si sería tan buena como para darles una buena impresión, estaba consciente de que a su padre nunca le agrado la idea de imaginarse a su hijo con alguien más que no fuese Mía Walker.

Después del paseo que dimos por la ciudad con mi padre, ya en mi casa, me metí corriendo a la ducha. Al salir, busque algo formal que tuviese en mi armario, pero necesitaba que también se viera sutil. Encontré un vestido rosa con encaje, lo observé, nada de lo que veía me terminaba de encantar. Para mi suerte, muy en el fondo de mi cajón pillé un pantalón sastrero largo, que estaba enganchado a un chaleco de la misma tela, era un hermoso conjunto negro. Sonreí porque sabía exactamente con que combinarlo. Corrí en busca de mi valija que aún esta sin desempacar, y mis ojos fueron directamente a un top con mangas blanco. En mi mente quedaba hermoso, y para salir un poco de lo formal, me coloqué unos borcegos. 

Al llegar la hora, mi novio paso por mi en el auto de su padre. Me despedí de mi familia, quienes me sonreían alegremente y me deseaban suerte. 

Salí a la puerta y Thomas se acercaba a mi de la forma más romántica que jamás me hubiese imaginado. Estaba vestido como siempre, porque ya era parte de su personalidad: pantalones de vestir anchos marrones, converse, y una camisa metida de color blanca. En sus manos traía un ramo de flores, esta vez eran unos hermosos girasoles. 

Negué con mi cabeza mientras sonreía como una loca enamorada, porque si que lo estaba. 

—Me encanta —dijo contemplándome de pies a cabeza —, tu toque de rebeldía lo es todo —Me reí cuando observó con detenimiento los borcegos negros que rompían con lo formal. 

Me lancé hacia él y le di un abrazo. Caminamos juntos, abrió la puerta del copiloto para que yo entrara, cuando la cerró dio la vuelta corriendo para poder entrar él. 

—Que caballeroso —espeté —. Por cierto... ¿Qué clase de mensaje fue ese? —pregunté. 

Morgan se echó una carcajada y me beso la mejilla. 

— ¿No quieres casarte conmigo? —preguntó ofendido —. Ok, yo tampoco quería de todas formas —Bromeó. 

En el trayecto ninguno dijo nada. La música sonaba por el parlante que estaba en el coche, y pasaba canciones de Coldplay que mi novio cantaba susurrando sin desviar su mirada de la carretera. Después de eso, el silencio reinaba entre nosotros, pero no era incómodo, él solo me daba el espacio suficiente que yo necesitaba para sumergirme en mis más profundos pensamientos. 

Cuando llegamos a su casa, me bajé del auto dudando. Estuve por varios segundos sin salir, mientras Thomas me esperaba de pie al lado del portón del jardín. Al final, cuando tomé la valentía suficiente, suspiré y salí tratando de borrar mis ideas negativas. 

—Tranquila, Chiara. —dijo tomándome de la mano —Todo irá más que bien. 

Le sonreí y asentí. No quería hablar, mi estómago estaba revuelto de los nervios, ¿en serio así se sentía tener que conocer a la familia de tu pareja? Porque sentía que estaba a punto de desmayarme. 

Caminamos despacio mientras observaba fijamente las linternas, o luces que habían colocado en el camino justo al lado de las plantas que hacia años que estaban allí. Jamás había visto su casa por dentro, el único que la conocía era Liam, por supuesto, pero yo solo conocía a la perfección el jardín de las tantas veces que mi madre me había llevado para que acompañásemos a mi hermano. 

Cuando dejamos de sentir miedo. (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora