doce

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Leo voltea de nuevo y observa que detrás de él no hay nadie; sin embargo, él puede jurar que había una presencia no sólo observándolo sino también siguiéndolo desde que habían decidido volver a casa.

Al final, Leonardo le había dicho a Donatello que no estaba de humor como para hacer lo que estaban haciendo y que quería ir a caminar para despejar su mente un poco, porque el hecho de creer que Mikey estaba vivo lo abrumaba un poco. El menor estuvo de acuerdo y comenzaron a caminar, desviándose de su camino a casa y comenzando a adentrarse en Brooklyn, más específicamente en Dumbo, un hermoso barrio pero que a esas horas de la noche, era bastante tétrico.

Leo estaba alarmado, inquieto y con los sentidos alerta. En serio estaba sintiendo que alguien los seguía. Y de hecho se sorprendía que Donatello no se hubiese dado cuenta para ese momento, quizás era porque este estaba demasiado enfrascado en su monólogo sobre una tecnología biónica que podría usarse para poder controlar a las personas si se implantaba en el cerebro, la cual él había estado leyendo en los archivos de S.H.A.D.O.W y que de verdad le había llamado la atención.

Y Leonardo le reconocía su entusiasmo y emoción, después de todo, aquella tecnología lo había dejado bastante sorprendido; sin embargo, él necesitaba que su hermano se diese cuenta de la realidad.

—Donnie —le llama, volteando de nuevo para darse cuenta de que, justo como hacía unos segundos, no había nadie detrás de ellos—. Donatello —el mencionado por fin capta que su hermano mayor le había estado llamando y le observa en silencio, esperando que dijese algo—. Nos están siguiendo —dice sin más.

Donatello ni siquiera se exalta, de hecho, su reacción sorprende de sobremanera a Leonardo. Sólo había suspirado y había asentido levemente con la cabeza, como diciéndole que precisamente él ya lo había sentido.

Ya lo sabía.

—Y cómo te decía… —Leo por fin entiende que toda la palabrería que su hermano menor había estado diciendo era en realidad un método para camuflar el hecho de que él ya había notado aquella otra presencia. El mayor se recordó a sí mismo no volver a subestimar a sus hermanos jamás.

Y mucho menos a Donatello; porque bueno, él era el más inteligente, seguramente se habría dado cuenta de que alguien los seguía antes de que él lo hiciese.

Obvio.

Y aquella táctica de mantener una conversación sobre un tema cualquiera era bastante… ingeniosa. Si aquella persona los llegase a atacar, pensando que estaban distraídos, se llevaría la enorme sorpresa de que era totalmente lo contrario.

Cada día sus hermanos le sorprendían más y más, eso sin duda.

Ambos siguieron caminando otras dos cuadras, manteniendo la conversación como podían, intercambiando algunas palabras clave de lo que deberían ir haciendo y, en un momento determinado de la conversación, Donatello había mencionado lo grandes, oscuros y hermosos que eran los callejones que había en aquel barrio. El pelinegro no tuvo que analizarlo mucho, las cosas eran demasiado claras: lo mejor era ir hacia algún callejón y perderse de la vista de quién sea que los estaba siguiendo, para así ellos poder identificar en dónde se encontraba y atacarlo cuando estuviese distraído intentando encontrarlos nuevamente.

Había comenzado a hacer un poco más de frío, Leonardo incluso pensó que de repente iba a comenzar a llover. Quizás si eso sucedía ellos podrían tener más ventaja en perder a su espía, después de todo, gracias al sonido de la lluvia, podrían escapar sin ser escuchados.

Giraron casualmente por uno de los callejones, a diferencia del resto, este no tenía ningún mural, ningún grafiti. Sin embargo, estaba lleno de implementos de construcción: cemento, vidrios, tubos de acero, entre muchas más cosas. Incluso podían sentir el aroma de la pintura muy fuertemente.

Por instinto, Leonardo volteó a ver aquellos vidrios, quedándose paralizado al lograr ver cómo alguien, desde el edificio que tenían detrás, se reflejaba en aquel material. La persona a penas sí se podía ver, pero Leonardo, en aquella milésima de segundo que lo vio, pudo reconocer una cabellera rubia que por más tiempo que pasase, él jamás olvidaría.

Se volteó con rapidez y observó el lugar donde segundos antes él podía jurar haber visto a aquella persona pero no vio nada. Ya nadie estaba ahí.

Leonardo deja salir todo el aire que tiene en los pulmones y su mente vuelve a ser un caos.

Había visto a Miguel Ángel.

—Leo, ¿qué pasa? —el menor se había percatado de que su hermano no se veía en lo absoluto bien y se acerca a él con preocupación.

La mirada azulada del mayor se encuentra escrutando el suelo como si este fuese a hablar en algún momento y le fuese a explicar qué había acabado de suceder; su respiración se había acelerado bastante.

—Creo que vi a Mikey —dice en un susurro. Un murmullo que por poco se lo lleva el viento pero que el castaño logró escuchar.

—¿Qué? —Donatello lo observa extrañado y voltea a ver a todas partes, queriendo encontrar a su hermano, también. Pero lamentablemente, no logró ver a nadie.

—Juro que lo vi, Donnie —dice el mayor, ahora exasperado. Casi entrando en un posible ataque de pánico—. Era él.

El silencio que se crea en la atmósfera logra hacer que Leo entre en otro monólogo intensamente introspectivo justo como le había pasado en el árcade.

Y se da cuenta de que quizás había estado equivocado con respecto a las intenciones de Miguel Ángel.

Se da cuenta de muchas cosas que hasta ese momento no había logrado comprender y se siente estúpido de nuevo. Se siente enojado consigo mismo y, en especial, con Mikey —aunque sabía a la perfección que quizás ni tenía el derecho de estarlo—. Porque sabe que de nuevo había sacado conclusiones apresuradas, tal y como él siempre solía hacerlo.

Tuvo un momento en el que sintió una especie de iluminación, ¿qué pasa si Miguel Ángel hubiese intentado volver antes? No era una opción absurda como antes lo había pensado en el dojo cuando tuvo tiempo de meditar las cosas, no. Quizás su hermanito no podía hacerlo. No podía sólo aparecer frente a ellos quién sabe por qué, pero sólo no podía. Aquella posibilidad era tan terriblemente alta que a Leonardo le comenzó a doler la cabeza.

¿Y qué tal si Mikey siempre estuvo al tanto de ellos?, ¿siguiéndolos y siempre deseando volver.

Después de todo, justo lo había visto.

Justo aquello había sucedido.

Mikey los había estado siguiendo de cerca.

¿Y si siempre hubiese sido así?

Cielo negro → TMNT {Raphangelo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora