Capítulo 5: La entrevista con la Emperatriz

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La persona que acaba de acercarse al funcionario de asuntos públicos al servicio del príncipe heredero, no era alguien del que desconfiaras pese que muchos lo catalogan de diferentes formas debido a su excéntrica personalidad y esto demuestra que también era alguien dotado de grandes cualidades. ¿Quién era Joseph Joubert? Para darles una detallada explicación es quien era los ojos, los oídos y la voz que llevaba los mensajes por todo el palacio real, dicho mensaje siempre tiene el mayor poder entre todos los poderes del estado monárquico por ser alguien muy importante pese a ser un simple beta, dado que es la persona en la que más confía el mismo emperador.

Su voto en toda situación de la corte real era esencial, no hay ni un solo funcionario dentro del parlamento e incluso dentro de la misma corte real que no conozca el peso e importancia que tiene este sirviente, y esto se debe a que es un hombre muy influyente, el prócer quien creó junto a su padre un gremio solo para los sirvientes que trabajan para los nobles, es quien tiene poder de decisión por ser el heredero legítimo de su familia. Dicho linaje por generaciones sirvieron a la familia real Delcroix, participan en campañas por ser también diestros en la protección de los miembros de la casa real y también el que sin dudarlo demasiado puede sacrificarse solo si su señor así lo desea, todo con la finalidad de establecer el orden social.

~ ~ ~ N & L ~ ~ ~

— Espero que esté joven sepa comportarse ante nuestra majestad, veo que se ha cruzado con el príncipe y eso está en contra de lo pactado — Confronta el mayordomo senior al servicio del emperador al joven funcionario quien no se inmuto ante sus ásperas palabras.

— Haga lo que le sale bien señor, yo sé lo que hago y afirmó a sus dudas, pero se sorprenderá cuando conozca a este joven que para nuestro príncipe es un buen partido — Refuta tras afirmar las conjeturas de aquel sirviente de gran influencia, sabe que estaba parte del príncipe por ser el único heredero al trono y es legítimo por ser un hijo bendecido por los Dioses desde su nacimiento.

— Rezaré que así sea Sir Craig, mejor lo dejo para que más adelante retomaremos nuestra plática — Expresa el hombre al funcionario quien se despidió del jovencito que no sabe su nombre, pero ya lo iba a corroborar en la lista y que es tiempo de que ingresara — Jovencito es tu turno, espero que la Diosa Tique le dé su bendición —

Para Milo ver que el joven Craig se marchaba le indico que era tiempo de ir directamente a donde le estaba esperando la emperatriz, al estar de pie frente aquella puerta donde no puede evitar cerrar sus ojos, respiraba profundamente mientras que se mentaliza para ingresar allí y enfrentarse a lo que parece ser su destino.

— Con permiso Su Alteza real ¿Me permite pasar? — Pidió abriendo ligeramente la puerta para mostrar un poco el rostro, sentía sus manos sudar ligeramente y temblarle.

Esperó el permiso antes de adentrarse al lugar, dando un solo paso dentro antes de hacer la reverencia como se le había indicado, se tambaleó ligeramente cuando sus pies le traicionaron haciéndole trastabillar pero logra recuperar el equilibrio quedando solo entre la puerta y la entrada de aquel salón.

— Adelante — Expresa la voz con una elegancia que era demasiado imponente, nadie más que él no pudo evitar mirar la dueña de aquella voz.

— Es un verdadero placer poder estar frente a usted y espero que sepa perdonar mi retraso — se incorporó de nuevo antes de caminar para acercarse tratando de controlar que su vestido no se levantara con sus pasos y volver a cometer un error más.

— El placer es mío joven Brown, y no hay necesidad porque es comprensible — Hace aquel saludo la hermosa mujer quien con una expresión neutral y reflejando en su mirada toda la comprensión que pueda existir.

La estrella del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora