Capítulo 12: Entre el deseo y el deber

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Teniendo solo un par de ideas claras, necesitaban reformar las leyes del comercio para los inmigrantes por esto mismo que cada que se le ocurría una idea la anotaba en su cuaderno que aquel misterioso desconocido le había indicado tener y fue acertado por tener esa lluvia de ideas, por lo que ese era su objetivo de irse ubicando en esa reunión con los jefes de cada caravana y hacer notar a todos que si no dejaban de darle las espaldas a los inmigrantes que trajeron con ellos por tandas grandes iba a salir la situación de sus manos, y eso no era lo que ellos vayan a querer, además que tampoco eran extraños y que su presencia podría ayudar a todos los que abandonaron sus casas.

Es por esto que el joven William dio inicio a la "representación" que había sido muy certera de lo que había dicho el jefe del gremio en el inicio, pero debe procurar usar la nueva técnica con el maná que le había dado el funcionario al servicio del príncipe mientras se concentraba solamente en exponer lo que pasaba alrededor de cada una de las caravanas, en cada recoveco de aquel bosque donde muchos almacenes tienen a muchas personas sin hogares y que la solución a eso estaba en el diálogo, que puedan darle a él la oportunidad de mediar con la familia real y los nobles. Es posible que sea una encaminada decisión, como también el control de la mercancía que se iba a comerciar por cada persona durante el festival de otoño, para que se tuviera más opciones y una competencia más sana contra los otros tres gremios; además, el poder establecer un grupo que pudiera comprobar cuando las rutas fueran seguras para retomar sus actividades de comercio habituales por las rutas que cada caravana tiene para llegar a los pueblos que son natales para cada uno de ellos, esto a su vez puede que provoque una unidad a los inmigrantes y también para los pueblerinos lograrían superarse con el repartirse el trabajo y compartir el conocimiento de otras ciudades.

William se sorprendió al terminar su discurso de verse rodeado de gente que había estado pasando y les resultó imposible dejar de escuchar cosa que al cabo de unos minutos esas personas aleatorias le aplaudieron, le dieron su empujón ante su discurso y a otras personas que había visto mirarse extrañados u otros de un reducido grupo se mostraban pensativos, tal imagen le hizo entender que estaba por buen camino. ¿Podrá surtir el mismo efecto dentro de la reunión de la tarde? Esperaba que así fuera, recuerda los consejos del misterioso desconocido que le dijo que eso lo debe de dejar en manos de esas personas y que solo era proponer alternativas, pese a que justifique él mismo su ofrecimiento voluntario con ser el vocero durante la selección a consorte del príncipe heredero de Roasland.

— Milo, baja de ahí en este momento, el jefe quiere verte — Sonó la voz de una mujer que le hizo sentir el peso de lo que había hecho el joven William de manera inconsciente.

Para Milo quien no había notado que se había subido en unos barriles que fue utilizado como su escenario y que su público ya se había esfumado con la llegada de su madre, por lo que da un salto de su lugar para caer en el suelo polvoriento y la siguió entre la pequeña multitud, sin poder descifrar la mirada de quien lo había criado hasta que estuvieron afuera del gremio para volver a ingresar al edificio.

— Si hablas así ahí dentro no tendrás jaqueca esta noche — Le expresa su madre Aelis mientras que le revuelve los cabellos sin verle antes de entrar al gremio.

William solo necesito mirar de reojo su bolso para así tomarlo y llevárselo consigo, recordando al príncipe para armarse de nuevo de valor y entrar a la sala donde la reunión se llevaría a cabo, esta vez no escuchara a nadie hasta que deje en claro su punto de vista a todos esos hombres y mujeres a cargo de cada una de las caravanas mercantes. En él mientras avanzaba en compañía de su madre aprovecha para repasar lo que había estado practicando hasta no hace unos instantes, puede que parezca algo apresurado pero entiende que ya no tenía un tiempo para retroceder y que su madre pareció haber estado escuchando en secreto hasta que acabase porque no le hubiera dicho esas palabras, por lo que iba a esforzarse en expresar sus pensamientos a todos los jefes de cada una de las caravanas demostrando que estaba listo para asumir los riesgos y que se ofrecería para ser el portavoz de su pueblo.

La estrella del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora