×One×

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— ¿Me estas jodiendo? — exclamó el de pelo negro y liso, alterado. El flujo de su excitación parecía haberse cortado de golpe al conocer al pequeño... muy pequeño amigo de su acompañante

El chico bajó la vista, confundido.

— ¿De que estas hablando? — inquirió, levemente molesto, ya que el menor había decidido pararlo todo en el peor momento. Su ereccion dolía y el de cabellos negros solo se dedicaba a joderle.

— ¡Ese jodido tamaño! — Grito Bill, rojo de la rabia — ¿No te da vergüenza andar con esa miniatura entre las piernas?

El chico abrió la boca, pero las palabras no salieron. Necesitó un momento para saber lo que estaba pasando.

— Debes estarme jodiendo tu a mi — Murmuró, frunciendo el ceño. Apretó los dientes — ¿Miniatura? ¿En serio? ¿Que demonios esperabas? ¿Treinta centímetros?

— Pues tampoco esperaba cinco

— ¡Diecisiete! — Exclamó el chico, incrédulo — ¡¿Unos jodidos Diecisiete centímetros no son suficientes para ti?!

El silencio proveniente por parte del menor fue suficiente para que el chico alcanzará su máximo nivel de vergüenza e indignación. Se alejo con furia del de cabellos negros arrodillado frente a su hombría y caminó con pasos desequilibrados y rápidos hasta su ropa tirada en un extremo de la habitación.

— ¡Espera! —exclamó Bill, poniéndose de pie precipitadamente. Su acompañante lo miro sin ponerse la ropa —Y-yo... Eh... p-podría intentar hacerlo contigo...

Un jadeo de exclamación salió salió de los labios del chico

— ¿Intentar? —inquirió, sintiendo el enojo crecer cada vez más — Vete a la mierda

— P-pero... — Bill se quejó, revolviendose el cabello con frustración — ¡Oh, demonios! No es mi culpa que no cumplas mis expectativas...

— ¿Que clase de expectativas tienes? —Exclamó el chico, haciendo una mueca de horror — Zorra traga pollas.

El pelinegro se indignó

— Quizás si, pero solo pollas grandes, no como la tuya amigo. Suerte con ese gusanito. — Canturreó, empujando al chico de la habitación sin dejarle tiempo alguno de agarrar su camiseta ni su cartera, lo cual había sido completamente a propósito, pero su acompañante parecía estar cegado de indignación, ya que no reparó en devolverse por ellas.

Bill se recostó contra la madera de la puerta, soltando un suspiro pesado.

— Y yo que creí que porque era extranjero había ganado el premio gordo — se quejó para sí mismo.

— Demonios, realmente es mejor mi vibrador.

El pelinegro se mordió el labio inferior. Se sentía un poco culpable por herir el ego de su acompañante, pero no podía evitarlo. Simplemente cuando un hombre no cubría aquel especial requisito tan importante para Bill, este enloquecia.

Caminó hasta el bolso que había llevado consigo al club esa noche (donde había tenido lo que creyó que podía llamar suerte al conocer a ese guapo extranjero que acababa de salir echando humo de la habitación de hotel), en el cual guardaba lo que era calificado por si mismo como "Botiquín de emergencia", para casos como estos, el cual contenía un consolador rosa y un vibrador del mismo color, los cuales medían aproximadamente veintitrés centímetros cada uno, más una botella de lubricante.

Se encogío de hombros y se tiró en la cama, dispuesto a resolver por sí mismo aquel problema que el extranjero le había ocasionado con besos, pero no había sido capaz de resolver con su polla.

Falofilia (adaptación Toll) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora