×Six×

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Estaban a un par de pasos de la mesa, a unos metros del baño y, por primera vez, observa a Tom hablando con tranquila efusividad, sin tartamudeos ni sonrojos.

Se veía tan sereno y relajado, incluso las tenues luces frívolas y alocadas del club le hacían contrastar su natural encantó masculino, realzando la belleza de sus duras facciones, pero al mismo tiempo viéndose tan tierno y dulce como siempre.

Ese chico lo estaba volviendo loco. Debía relajarse. Quizá esa chica ni siquiera significaba algo para Tom...pero Bill no podía evitar querer ir hasta ella y abofetearla por meterse con lo que le pertenecía aunque realmente no le perteneciera. Pero él le había echado el ojo primero, así que valía.

Tomó el trago que Georg dejó en sus manos y se lo bebió en dos sorbos, llamando la atención de Gustav.

— Bill, no bebas demasiado, Sam se enojaría si llegas demasiado ebrio a casa—le recuerda el rubio, logrando que un infantil quejido saliese por los labios de Bill.

—Sam no me quiere en casa porque irán sus amigos —le explica a Gustav, tomando el trago que solía ser de Aaron para empezar a bebérselo.

— ¿Y donde planeas quedarte, genio? —le cuestiona Ricky, metiéndose en la conversación.

— Con Natalie...

— Natalie y Aaron se irán a la casa de playa de sus padres después de que salgamos de aquí. Dudo que ellos quieran acompañare —le hace saber Gustav, frunciendo el ceño

— Entonces con Andy...

—Lo siento, Bill, yo me llevaré a Andreas mañana a la madrugada. Mi madre quiere verlo —se excusa Gustav, sonando apenado, pero alegre a la vez.

— ¿Contigo...? —sugiere Bill por última vez, dirigiéndose a Ricky, quien niega con la cabeza de inmediato. Bill siente ganas de llorar —¿Dónde mierda dormiré esta noche, entonces?

— ¿De qué hablas, Bill? —preguntó la voz de Tom, quien recién llegaba nuevamente a la mesa.

—De nada —se apresura a decir Bill.

—Bill no tiene donde esta noche —suelta Ricky, con la intención de burlarse de Bill. Tom lo mira compasivo.

— Si quieres...— Tom comienza, pero Bill lo interrumpe abruptamente.

— No importa, conseguiré un lugar— Gruñe, levantándose del sillón de la mesa—Iré por uno más de estos —dice entrecortadamente, tambaleandose hasta salir de la mesa y perderse entre la multitud.


Bill no tenía idea de con cuantas personas diferentes había bailado después de su quinto trago. Recordaba vagamente estar entre los brazos de un chico que le susurró en el oído su nombre; Dereck

Después se les unieron Georg e Isaak, quienes se encontraban con Aaron, Natalie, Andreas y Lena.

Bill había bailado un par de canciones con ellos, sin embargo, después se apartó del grupo y los perdió de vista. Hasta ese momento.

Justo ahora, no bailaba con nadie y estaba demasiado ebrio como para preocuparse por ello. La música le ensordecía, pero se sentía bien. Porque a su alrededor no flotaban preocupaciones, sólo notas musicales y distintos aromas de las personas a sus costados, quienes bailaban en estados iguales o peores al suyo.

Divisó a lo lejos a Ricky dirigiéndose hacia él, así que sonrío y comenzó a correr, escapando.

— ¡Mierda, Bill, vuelve aquí!

Le escuchó gritar, pero no se detuvo. O al menos, no hasta que chocó de frente con una pared y cayó al piso de trasero.

— Bill, ¿estás bien? —le preguntó la pared.

"Un momento... La voz de la pared se parece a la  de Tom..." , pensó Bill, en medio de sus desvaríos ebrios. Soltó una risita estúpida y miro hacia arriba, y encontró unos adorables de gatito.

—Eres una pared... —hipido— Una pared extraña... —murmuró arrastrando las palabras.

— ¡Ricky, ya lo tengo! —escuchó gritar a Tom, quien lo sostenía en sus músculosos brazos. Bill pasó sus dedos por los músculos de aquellos brazos, sonríendo embobado. El cuerpo de Tom tembló bajo su toque, pero Bill estaba demasiado perdido para comprender que lo estaba asustando.

— Eres tan fuerte...eso me pone caliente —gruñó Bill, enterrando sus uñas en el brazo de Tom.

— Bill, quédate quieto —pidió Tom, ante la pataleta que empezó a hacer Bill de repente.

—¡Déjame ir, déjame ir, déjame ir! —gritaba el menor, intentando vanamente golpear al chico que lo sostenía— Debo encontrar a Dereck...

— ¿Dereck? —preguntó Tom, intrigado —¿conoces a mi hermano?

—No, Que tonterías dices... —Bill empieza a reír histéricamente.

En ese momento, Bill siente como su cuerpo es entregado a otros brazos distintos, lo cual le hace enfadar.

— Gracias, Tom —dice Ricky, llevándose a Bill en el hombro— Suele ser un poco fastidioso cuando bebe de más.

— Esta bien, Ricky. No hay problema —aseguro Tom, sonríendo.

— ¿Seguro que quieres llevarlo a tu casa? —pregunta Ricky, geninuamente preocupada.

—¿Ves eso, Gusi? —pregunta Bill, riendo— ¡Es tu novio! ¡Hola, Andy! ¡Te ves bien! ¡Pero el rosa se ve mejor en  mi!

— Sí, no quiero que le pase nada malo en ese estado —Admite Tom, sonrojandose levemente. Ricky lo nota y sonríe.

— Bien, te acompañaré a tu auto para dejarlo allí

— Dejame buscar a mi hermano primero, debo preguntarle algo —Pidió, señalando a sus espaldas. Ricky asiente y Tom se va.

Ricky camina con Bill a su espalda, quien no ha parado de cantar entre balbuceos la canción que la gente baila en la pista.

—¿Tú sabías que Dereck es el hermano de Tom? —le pregunta Gustav a Andreas en cuanto se acerca lo suficiente para que esté le oiga.

— Sí, amor. Nos lo dijo cuándo le conocimos —Andreas sonríe y le da un pequeño beso en los labios de su novio.

— Ew... Ustedes dos son asquerosos... —se queja Bill, seguidamente hace silencio y se puede por oír como empieza a sorberb por la nariz— Pero tan bien son taaan lindos...

—¿Estás llorando, Bill? —pregunta Ricky, preocupada, bajando a Bill de su hombro

— No... —miente el de cabellos negros, cubriéndose el rostro con ambas manos.

—¿Por qué lloras? —pregunta Ricky de nuevo, inclinándose para apartar las manos de Bill y secar sus lágrimas.

—¿Tú crees que Tom tenga novia? —pregunta con tono de voz lastimero, haciéndo un adorable puchero qué derrite el corazón de Ricky.

— Claro que no, Bill. El nos lo hubiese dicho —se incluye Gustav en la conversación, sonando seguro de si mismo.

—¿Lo prometes? —pregunta Bill, estirando su pequeño dedo meñique.

—Lo prometo. —asegura él, enganchando su dedo con el de Bill. Este sonríe.

— Ya estoy de vuelta —anuncia Tom, observando a los tres presentes. Bill de inmediato se lanza a abrazarlo, haciéndolo tornarse rojo como tomate.

—Vamonos —dice Andreas, tomando la mano de su novio Gustav y caminando hacia la salida del club.

Falofilia (adaptación Toll) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora