La curiosidad mato al gato. 2 de 2.

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Ángela regresó junto a Karen y se colocó detrás de ella para abrazarla.

Karen volteó para mirarla y cuando sus ojos se encontraron, Ángela habló en voz alta dirigiéndose a ella.

— No entiendo por qué eres tan tímida, si ya me has robado más de un beso. —

Karen no sabía qué estaba sucediendo. La confesión de Ángela a Mario era algo muy intenso y no sabía cómo reaccionar, su rostro refleja el miedo ante lo que pudiera suceder.

Mario le preguntó a Ángela cómo había ocurrido eso, y en ese momento Ángela guiñó el ojo a Mario sin que Karen la viera, la tomó por el rostro y la besó.

Luego, Ángela le respondió a Mario:

— Fue algo ¡Inesperado! —

Y mirando a Karen a los ojos, Ángela continuó diciendo:

— Así como ahora, fue algo no planeado. —

Karen se quedó paralizada, incapaz de comprender la frialdad y el cinismo que Ángela mostraba hacia Mario; un cinismo tan descarado que parecía no tener límites.

Mientras Karen aún intentaba encontrar una salida de ese lugar, Ángela la acariciaba tiernamente.

Una vez más, Karen, confundida, creía haber captado el mensaje que Ángela estaba enviando a Mario, aunque no aprobaba el método que había utilizado.

Lo que ella no sabía era que Ángela le daba un mensaje diferente a Mario, haciéndole creer que necesitaba un poco más de tiempo para que estuvieran los tres juntos.

La manera en que Ángela expresaba su preferencia por Karen sobre él, es el detonante que ella necesita.

Ángela estaba jugando un juego delicado, enviando mensajes diferentes a cada uno, y solo ella sabía a quién le estaba diciendo la verdad. ¿Acaso solo buscaba ver qué pasaría, improvisando sobre la marcha?

Mientras se besaban de nuevo, Karen sintió en su interior la obligación de corresponder a Ángela de la misma manera, ya que a sus ojos, ella lo entregaba todo sin importar las consecuencias o las posibles represalias que esos actos pudieran conllevar.

Mario se excitó al verlas, sintiendo que Ángela le ofrecía un espectáculo privado.

Nunca se imaginó ver a su esposa, la bibliotecaria, una mujer tan seria, sencilla y pura, frente a él, entregándose a besos con otra mujer, solo para hacerlo feliz.

Así que, en completo silencio, cerró la puerta y apagó las luces, buscando un buen lugar para sentarse y admirar a su esposa con esta encantadora mujer de tez oscura y cabello rojo.

Ángela sabía que él estaba allí; tomo a Karen por los brazos y la giró, dejándola de espaldas a Mario. Karen asumió que él, al cerrar la puerta, se había dado por vencido, dejándolas a ella y a Ángela solas.

Karen se deslizó lentamente las zapatillas.Mientras tanto, con destreza y sutileza, Ángela procedió a desabrochar el cinturón, deslizar el botón y bajar lentamente el cierre del pantalón de Karen.

El pantalón, visiblemente holgado, cayó al suelo con facilidad, revelando que Karen había optado por usarlo en dos tallas más grandes de lo que su cuerpo requería.

Ángela subió la camisola de Karen, revelando una gran sorpresa al darse cuenta de que ella utilizaba una banda elástica para aplastar sus senos hacia ella, intentando reducir su verdadero tamaño.

Aunque no entendía por qué la venda, Ángela decidió seguir adelante, con el objetivo desvestirla por completo.

Karen intentó expresar su sorpresa al ver a Ángela tan dominante:

RELATOS ERÓTICOS: ÁNGELA & MARIO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora