7. Proceso difícil

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La granja por fuera se veía increíble, era invierno y la nieve cubría todo, dando un hermoso escenario, había logrado adaptar todo para el frío y que no sufrieran mis animales y no entrara tanto frío a mi casa.

A pesar del frío fui a la playa, estaba abrigada, llevaba un abrigo, una gorra y guantes de lana, también una bufanda, estaba en el muelle mirando el mar, en un momento vi a Willy, el pescador del pueblo estaba llevando unas cosas a un barco, parecía ser un trabajo pesado así que me dispuse a ayudarlo, llevaba carnada, cañas de pescar y unas redes.

-¿No hay problema al pescar en invierno?.

-No necesariamente, esta estación atrae a otros peces, ¿quieres acompañarme esta vez?.

-Me gustaría, pero no me siento muy segura en el mar.

-Oh entiendo, si un día cambias de opinión eres bienvenida.

Encendió el motor del barco y se adentró en el mar, me quedé ahí un rato hasta que me dio mucho frío así que fui al pueblo a caminar para mantenerme en movimiento y entrar en calor, quizás también debería chocolate caliente, en la biblioteca habían anunciado que se podía leer bebiendo lo que tanto ansiaba en ese momento.

Al entrar vi a Penny haciéndole clases a los niños Jas y Vincent, compro un chocolate caliente y busco un libro para leer, había muchas opciones, aventura, terror, romance, fantasía, y otros géneros, tomé uno que me llamó la atención, en la portada había un bosque y el título decía "relatos fantásticos", me senté en una mesa para leerlo cómodamente, lo hojeaba y leía algunos párrafos hasta que llegué a una página que llamó mi atención.

-Los junimos son pequeños duendes que se cree que son guardianes en el bosque, dicen que si les ofrecen algo pueden otorgar regalos, pero es difícil decir con certeza si existen-había una imagen de esos llamados Junimos, sin duda eran las criaturas que había visto en el viejo centro Cívico-esto es increíble.

Al terminar mi chocolate fui a pedir el libro prestado el bibliotecario, lo llevo a casa y lo dejo en un lugar seguro donde no pudiera ensuciarse ni romperse, le serví comida a Ellie en su plato, había crecido mucho, aún la dejaba estar dentro, sobre todo en esta estación.

Miro mi casa y suspiro con tristeza, también decepcionada de mi misma, trataba de estar el mayor tiempo posible fuera para pensar en otras cosas, hasta que vino Elliott de visita, había notado lo que trataba de hacer.

—He visto que siempre estás afuera, leyendo un libro, ayudando a algunas personas o simplemente caminando, ¿no te da frío?.

—Claro que si, por eso no me detengo, prefiero trabajar en la granja que quedarme encerrada con una... Chimenea calentita—lo último lo digo con algo de tristeza.

—¿Qué sucede Krista?, puedes hablar conmigo, siempre te hablo de mi libro y te digo como voy, pero no me hablas mucho de lo que haces, que no sea trabajar en la granja, seguro has encontrado otras cosas que hacer ahora que no trabajas día y noche en una oficina.

Estábamos sentados en el sofá, Elliott parecía estar dispuesto a escuchar cualquier cosa que tuviera que decir, al ver que estaba algo insegura toma mis manos y siento una paz que nunca antes había sentido.

—No he tenido el valor de cambiar los muebles-apenas dije eso me sentí como una tonta, parecía un tema ridículo, pero no había señales de que Elliott se reiría, mantenía su expresión calmada, lo que quizás me ayudaba un poco—este es mi nuevo hogar, me gusta pero es difícil sentirme así, todo aquí dentro sigue igual, no he querido cambiar nada porque... Todo esto es de mi abuelo, si cambio esta casa estaría borrando su memoria—trato de no llorar pero mis lágrimas me traicionan, aún así salen.

—Tranquila Krista—acaricia mis manos con su dedo—no puedo imaginar lo difícil que es para ti, pero puedo decirte que, no estarías borrando nada, él te dejo su casa a ti no solo para que cuidaras su legado y lo que amaba, también te lo dejó para que tuvieras una buena vida, lo más seguro es que, te amaba más que cualquier cosa, a él no le molestaría que hicieras unos cambios, tampoco tienes que hacer cambios grandes, quizás solo cambiar el sofá, cambiar algún cuadro—seguía llorando mientras lo escuchaba, estaba diciéndome esas cosas de forma tan calmada.

—Nunca dejaré de extrañarlo-digo con voz temblorosa.

—Y eso está muy bien, pero él no querría que tus recuerdos con él te dañaran, estos objetos te ayudan a recordarlo, pero no es sano, hagamos algo, vayamos de a poco, empezamos con un mueble pequeño, quizás la mesa de café, y así iremos avanzando.

Me quedo en silencio un momento, pensando en si llevar a cabo su idea, me sentía como una tonta por dejar que me afectara tanto cambiar aunque sea un mueble, pero era la casa de mi abuelo, todo esto era de él, pero ahora era mío, siempre lo recordaré, no solo con lo que hay en esta casa, lo recordaría como fuera, siempre.

Finalmente decidí que si, que empezáramos de apoco a cambiar el estilo de la casa, me ayudó a ver en internet una nueva mesa de centro, encontramos una linda que tenía cristales transparentes que daban vista a la decoración que podría ponerse en el espacio debajo, abajo del mueble había un espacio para guardar cosas como libros, o cualquier otra cosa que quisiera.

—La mesa llegará en un par de semanas—menciona Elliott mientras apaga la computadora.

—Gracias por escucharme Elliott—toma mis manos.

—Para eso estamos los amigos—nos sonreímos el uno al otro, se quedó hasta la hora de la cena.

Pasaron las semanas y al fin llegó la mesa, no era un gran cambio, pero me sentía cómoda con eso, Elliott me acompañó todo el día, esperamos el mueble y lo armamos juntos.

—¿Te gusta como se ve?—me pregunta.

—Si, creo que se ve bien.

—¿Qué tal si vamos a La fruta estelar?—se refería al bar del pueblo.

—Si, creo que no me molestaría.

Fuimos al lugar, estaba iluminado al estar oscureciendo, habían otras personas aparte de nosotros, unos estaban en las mesas, una pareja bailaba con la música que salía de una vieja rockola que aún servía, nos acercamos a la barra y pedimos un par de cervezas y una pizza, mientras esperábamos comíamos algunos panes que había ahí.

Cuando nos trajeron lo que pedimos tomamos los vasos con cervezas y los acercamos.

—Brindamos por algo, ¿qué podría ser?—pregunta Elliott, esperando mi sugerencia.

Lo medité un poco antes de responder, podría brindar por él, por nuestro hogar o por nosotros.

—Brindemos por todo, por pueblo pelícano, por nuestra amistad...—choca su vaso con el mío con cuidado.

—Son buenas ideas, brindemos por eso—esta vez chocamos ambos los vasos y bebemos de la cerveza.

Disfrutamos de la cerveza y de la rica pizza, también se nos acercó Leah para hablar con nosotros, mientras ambos hablan de un tema de ambos, yo los miro, feliz de tenerlos como vecinos y amigos, veo a Shane bebiendo cerveza mientras conversa con Emily, al alcalde hablando con Marnie, a Robin bailando con su esposo, y a los chicos Sebastián, Sam y Abigail jugando en la mesa de billar.

Levanto levemente mi vaso para brindar por todos ellos, feliz de vivir aquí a pesar de lo cansado que era cuidar de la granja.

Amor en el campo [#Elliott]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora