Capítulo 22. Lorena

8 4 12
                                    

I don't wanna look at anything else now that I saw you
I don't wanna think of anything else now that I thought of you
I've been sleeping so long in a 20-year dark night
And now I see daylight, I only see daylight
Daylight, Taylor Swift

Después de la conversación en la que Raquel se abrió en canal conmigo y me contó todo lo que pasó con Cristina, me sentía mejor con ella y también conmigo misma. La había cagado juzgándola sin darle su espacio para escucharla y aún me arrepentía y me sentía culpable porque no sabía si volveríamos a tener la misma relación que antes o no. Al fin y al cabo era normal que, después de todo, ya no se sintiera tan cómoda conmigo, pero el hecho de que hubiera decidido querer seguir teniéndome en su vida ya era un paso muy grande y me daba esperanzas para creer que algún día todo mejoraría. 

Había pasado de huir de todas sus clases cada vez que acababan y salir corriendo la primera de allí, a quedarme la última y esperar a que terminase de recoger toda la sala de baile mientras yo la ayudaba, la felicitaba por lo bien que lo había hecho ese día o charlaba de cualquier cosa. Ya no existía esa tensión entre nosotras, era como si estos meses no hubieran existido nunca, como si estuviéramos empezando a conocernos de nuevo pero con mucha más confianza entre nosotras y me gustaba eso. Pero más me gustó cuando, sin esperarlo, me propuso quedar un viernes por la tarde porque tenía ganas de hablar más conmigo con más tiempo, fuera del trabajo, y ponernos al día de nuestras vidas.

Quedamos para dar un paseo por el Retiro, parque que siempre me había parecido fascinante. Era mágico poder caminar por aquel trocito de naturaleza repleto de verde en mitad de la gran ciudad. Paseábamos las dos muy calladas, pero no era un silencio para nada incómodo, era un silencio que expresaba la paz y tranquilidad que sentíamos ambas después de haber sufrido tanto por la otra. Era un momento que las dos necesitábamos disfrutar a solas con nuestros pensamientos pero acompañadas al mismo tiempo. Era un silencio en el que solo se escuchaban nuestras respiraciones y suspiros de vez en cuando y que ya hablaba por sí solo porque no nos hacía falta nada más. Hasta que por fin, Raquel empezó a hablar. 

— Bueno… ¿y qué ha sido de tu vida este año? — quiso saber. 
— Acabé el máster y ahora estoy trabajando como autónoma de diseñadora gráfica, me he apuntado al gimnasio para hacer algo más a parte del baile y no mucho más — respondí —. Me paso mucho tiempo trabajando. Ya sabes, clientes, encargos, facturas… todo ese rollo. 
— Y, ¿te gusta? — me encogí de hombros
— Algunos encargos más que otros. Me gustaría dedicarme a algún proyecto propio o algo, pero por ahora esto está bien. 

Raquel me miró durante un instante. 

— ¿Algún proyecto propio? ¿Cómo qué? 
— No lo sé — respondí frunciendo el ceño pensativa —. Algo que me guste de verdad, que salga de mí y que sea para mí. Pero no lo sé, nunca he tenido tiempo para pensar en serio en algún proyecto mío. Siempre ha sido como un sueño lejano. 
— Entiendo… 
— ¿Y qué es de tí? — cambié de tema. 
— Bueno, pues no ha sido un año muy bueno, la verdad. Lo he pasado bastante sola estos meses.
— ¿Sola? ¿Y las chicas del año pasado? — La morena resopló rodando los ojos
— Ni me hables de ellas por Dios — respondió rodando los ojos. 
— ¿Qué ha pasado? — Pregunté sorprendida. 
— Me salí de ese grupo. Son más falsas que una moneda de tres euros — comenzó a explicar —. Cuando te fuiste del grupo empezaron a meterse contigo. No quería leer más tonterías y faltas de respeto, era algo que me dolía incluso más que el hecho de que dejaras de hablarme. 
— ¿Qué decían? — pregunté, y Raquel dudó un momento — En serio, no me va a hacer daño, viniendo de ellas son palabras vacías para mí. 
— Te llamaban friki, abuela… 
— ¿Abuela? Pero si ni siquiera soy la más mayor. 
— Por el crochet —solté una carcajada.
— Como si a una persona joven no le pudiera gustar tejer. En serio, ¿qué les pasa? ¿Hay alguien pilotando en esas cabezas?
— Lorena, cariño, ¿qué esperas de personas cuyo su único hobby es salir de fiesta y beber cerveza? No hacen nada más con su vida — rió también ella.
— Así que te saliste por mí… — concluí pensativa. 
— Sí. Te defendí, les dije que eran unas falsas y unas sinvergüenzas y me salí — me explicó —. Lo pasé mal por cómo me trataste, pero ante todo te seguía apreciando y seguía teniéndote un cariño brutal porque sabía que no tenías maldad ninguna. Y que simplemente huiste por miedo. Por eso no podía aguantar eso, no te lo merecías. 
— Actué por miedo, sí, pero eso no quita que estuviera mal lo que hice — murmuré agachando la cabeza. 
— Nadie ha dicho lo contrario — respondió —. De hecho es eso, me hiciste mucho daño y me va a costar olvidarlo. Pero sé que eres buenísima, que la primera que has sufrido este año has sido tú y que jamás harías nada con maldad. Y también creo que puedes cambiar eso de tí, dejar de ser tan impulsiva y aprender a escuchar. Creo que es una lección que has aprendido muy bien con todo esto, ¿o me equivoco? — Raquel me dedicó una sonrisa al formular la última palabra y yo se la devolví. 
— No te equivocas para nada. 
— Pues eso mismo. Ah, por cierto — añadió —, no voy a volver a dar clases en el turno de tarde. Ahora estoy definitivamente en tu grupo, por las mañanas. 
— ¿En serio? — pregunté gratamente sorprendida — Creía que estabas sustituyendo a Carla. 
— Al principio sí. Pero han contratado ahora a otra persona en el turno de tarde para que la sustituya hasta que vuelva. Yo he decidido cambiar el turno porque verlas a diario me provocaba ganas de vomitar. 
— ¿Así que vas a ser mi profesora siempre? 
— Sí. Aunque si quieres que sea algo más… — esbozó una sonrisa traviesa.
— Claro que quiero algo más — dije, porque quería mucho más. Mucho más que una simple relación de  profesora de baile y alumna, mucho más que una amistad.

Durante el paseo llegamos a la zona de las barcas y le conté que mi sueño desde que era niña siempre había sido montarme con mi pareja, a lo que respondió con una propuesta para hacerlo en ese preciso instante. Aquel era un momento mágico, allí estábamos las dos, frente a frente remando en nuestra barquita por el lago del Retiro. 

— Pues ya has cumplido tu sueño — concluyó. 
— Bueno… — me encogí de hombros — mi sueño era montarme con mi pareja. 

Raquel suspiró y se inclinó hacia mí mirándome a los ojos. 

— Lorena, yo… — titubeó un poco — Cristina… siempre va a ocupar una parte muy importante de mi corazón, yo la sigo queriendo muchísimo porque no fue una ruptura en sí, si ella no hubiera… — se le cortó la voz y posé mi mano en la suya en señal de apoyo —. Si ella no hubiese muerto, probablemente seguiríamos juntas. Y es raro volver a sentir algo por alguien pero, a pesar de que, de alguna manera, voy a seguir amando muchísimo a Cristina, puedo decir que ya estoy preparada para tener algo contigo. 

No respondí. No podía hacer otra cosa más que mirarla a los ojos aguantando las lágrimas que querían salir de los míos mientras sonreía boquiabierta. 

— Si tú quieres, claro — añadió, pero yo seguía muda y tan solo pude soltar una risita nerviosa que le contagié —. ¿Puedes decir algo? 
— ¡Pues claro que quiero, idiota! — exclamé finalmente ensanchando mi sonrisa lanzándome hacia ella para tomar su rostro entre mis manos y besarla, y ella me recibió con una sonrisa igual de amplia que la mía. 
— ¿De verdad que no te importa compartir mi corazón con Cristina? — preguntó algo más seria y negué con la cabeza.
— Es una parte muy importante de tí, cielo. ¿Cómo me iba a importar?
— Gracias — respondió y, acto seguido, miró hacia el cielo azul despejado primaveral de Madrid —. Acabas de hacerla muy feliz desde donde esté. 
— ¿Por? 
— Porque en su carta me escribió que esperaba que pudiese encontrar a alguien que me quisiese como yo la quise a ella — una lágrima se escapó de sus ojos negros y rodó por su mejilla antes de que yo la secase con mi pulgar.
— Pues trataré de seguir haciéndola inmensamente feliz hasta que seamos viejitas y tengamos nietos — susurré y ella  esbozó una sonrisa triste. 
— Esta primavera va a ser preciosa de nuevo — concluyó con la mirada perdida en el verde de los árboles que nos rodeaban.

 — Esta primavera va a ser preciosa de nuevo — concluyó con la mirada perdida en el verde de los árboles que nos rodeaban

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La primavera que hay en tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora