La noche cae, el corazón se acelera y tu saltas. Los demonios se han apropiado de la noche. Tú eres el culpable por quedarte hasta tarde, ahora sufrirás las consecuencias... Tienes dos opciones: Unirte al caos o morir. ¿Cuál eliges?
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Oliver Queen
Mi familia está unida, no podría pedir mejor momento para nosotros. Todo parece estar bien, en calma, y sin posibles amenazas en Ciudad Star. Mi hijo coloca un tazón de huevos estrellados sobre un sartén mientras Felicity termina de poner la mesa del desayuno; Elizabeth se encarga del café y el jugo de naranja y yo ayudo con el resto de la comida.
- Papá, quedó cascara de huevo... -advierte William
Observo el sartén, afortunadamente es solo un trozo flotando sobre el huevo.
- Ah, sí, ahí está -tomo rápidamente el trozo antes de que se cocine
Está caliente, pero es soportable. Escucho a mi hija reír ante mi queja.
- ¿No estaba muy caliente? -me dice William sorprendido de que no haya gritado por el calor del fuego
- Sí... Auch -digo meneando mi mano- Si quema, pero cuando hacemos un desayuno en la casa Queen lo hacemos bien. ¿Eli, me pasas la sal?
Mi hija asiente, toma la sal del especiero, me la lanza y yo la atrapo en el aire con precisión. No puedo creer cuanto ya han crecido mis hijos, ahora William tiene catorce años y la pubertad le ha dado su primer estirón llegando a la altura de mi hombro, es muy afortunado al no tener el usual problema de acné en niños de su edad; por otro lado, Elizabeth ha cumplido dieciséis años, su estatura es casi la misma que la de su madre y no se ve indicio alguno de que vaya a seguir creciendo, pero es una jovencita ahora, todos sus atributos lo dicen, y ahora entiendo a esos padres sobreprotectores que no quieren dejar salir a sus hija por miedo a que se las roben, si no lo sabré... yo era lo que se considera un playboy. No quiero que mi hija caiga con un imbécil como el que fui. En un abrir y cerrar de ojos sé que mis hijos se irán de casa y ya no habrá oportunidad de tener momentos como estos de convivencia, por eso mi esmero en hacer cada día único.
- Papá, necesitamos anotar en la lista de compras sirope de chocolate -dice Elizabeth tomando un platón repleto de panqueques
- Pero si compramos hace una semana -digo confundido
- Pues ya no hay
- Me pregunto por qué será -dice Felicity divertida, poniendo los ojos en blanco
No evito reír, todos en esta casa saben quién es el culpable de la falta de sirope el día de hoy. Elizabeth. Tiene una insana obsesión con el chocolate, no importa la hora del día: malteada de chocolate, capuchino con chocolate, moka, chocolate caliente con malvaviscos, crepas, panqueques... es una lista interminable de las cosas en las que mi hija utiliza el chocolate en sus alimentos. Tengo la suerte de que no tenga que preocuparme de lo mismo con William, con él mi mayor problema es para que despegue sus ojos de una pantalla y se divierta en el mundo real.
