"𝐌𝐞𝐥𝐚𝐧𝐢𝐞 𝐲 𝐍𝐢𝐳𝐚 𝐲𝐚 𝐧𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐚́𝐧"

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Capítulo #3

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Después de pocos minutos, al fin llegamos a donde estaban.

—Hola —Cecia saludó entusiasmada y se acercó.

Le regalé una sonrisa, y miré con expectación hacia los demás. Melanie no estaba, Niza tampoco, Abbel, Annel y Mickel estaban tirados sobre la nieve, respirando pausado. Se notaban cansados.

—Lograron encontrar una máquina para quitar la nieve —Cecia festejó, y corrió hacia Annel—. Ann, Ann, Beatriz y Axel encontraron a alguien para que nos ayude. —la escuché decir emocionada.

Reí a lo bajo.

Luego repasé con la vista, mientras caminaba hacia la camioneta negra, en donde estaban todos, así separándome de Axel.

—Oigan ¿dónde están Niza y Melanie? —pregunté, y puse una mano en la camioneta.

—Salieron a caminar, necesitaban respirar otro aire —Mickel respondió, pero no me pasó desapercibido su tonito molesto, y fruncí el ceño.

—No le hagas caso —Annel se levantó de sobre la nieve, y Cecia tenía su mano en el hombro del moreno, eso me extrañó un poco—, discutió con Melanie.

—¿Otra vez?

—Sí, sobre lo mismo. —Annel undió las cejas, al igual que yo, y noté tristeza en su mirada.

Y lo entendía. Melanie y Mickel siempre peleaban por lo mismo; ninguno soportaba que el otro intentara controlar sus acciones.

—Pero, ¿y Niza? —pregunté a cambio, al darme cuenta de que ella no tenía que ver con eso.

—Esa la siguió casi corriendo —Luisa interviene, saliendo de la camioneta negra. Sus cejas estaban algo alzadas.

—Mmm... —emití un sonido de preocupación, y lo estaba.

—Tranquila, van a estar bien. —Axel frotó mi hombro con delicadeza, y se lo agradecí sonriendo, aún con las cejas undidas, y recosté mi cabeza en su brazo —ya que su hombro me quedaba arriba—, y él apoyó su cabeza suavemente sobre la mía.

Podría decirse que medía 1.51, y él 1.90.

—Pero el bosque es peligroso —la voz salió afectada—. Hay lobos, osos, y quién sabe qué más.

—El Yeti, se te olvidó mencionar el Yeti —bromeó en un tono bastante divertido.

—Axel —reí al mencionar su nombre.

—Ya, ya... —rió también—. Era para hacerte reír, pero parece que para bromas no soy bueno.

—No no —intenté animarlo, al darme cuenta de su tono algo decaído—. Me hiciste reír. Y el estar contigo es suficiente para que me sienta bien —sonreí amplio, sus ojos se iluminaron, y me regaló una sonrisa.

Entonces recordé cuando afirmó su agarre y bajó su mano en mi cintura, y sonreí traviesa.

—Además, supiste marcar territorio muy bien. —alardeé, mordí mi labio inferior, y lo miré desde los pies hasta la cabeza.

𝐋𝐀𝐂𝐎́𝐍𝐈𝐂𝐎 © [#1] | [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora