𝐃𝐢𝐩𝐞𝐧𝐝𝐞𝐧𝐳𝐚 / Tomas campos, C.R.O

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"Un amor no correspondido"

El viernes llegó y Mora salió casi saltando de felicidad de la facultad; había aprobado los tres finales que le quedaban y estaba cada vez más cerca de recibir su título.

Después de enfrentarse a varias crisis por no saber qué estudiar, decidió hacerse feliz eligiendo lo que más quería: Cinematografía. Durante años, negó su pasión pensando que no le sería útil, pero tras reflexionar y conversar con sus amigos, optó por seguir su verdadera vocación.

...

Mientras esperaba el Uber afuera, decidió enviar un mensaje al grupo de sus amigos.

Modo diablo y tres huecas.
Tú, Ale, Mau, Seba, Cande, Vall.

Tú
adivinen quien aprobo todo?
Hoy se festeja amoress.

Mau
Vamoooo loco.
Hoy es en la mansión.

Ale
felicidades morocha.
Hoy rompemos como siempre.

Subió al auto, mientras leía los mensajes del grupo, muy contenta y con ganas de celebrar sus logros, por más chiquitos que sean.

...

Al caer la noche, ella y sus tres amigas esperaban en la puerta de la mansión que uno de sus amigos les abriera. Ya desde fuera, el olor a marihuana y alcohol se mezclaba con la música que hacía vibrar las paredes.

Cuando la puerta se abrió, Mora no vio a ninguno de sus amigos, sino a la última persona que esperaba encontrar: Tomás.

Su expresión cambió al ver al joven tatuado, pero para su sorpresa, Tomás parecía avergonzado.

—Hola —saludó con timidez—. Los chicos me pidieron que abriera —se explicó rascándose la nuca nerviosamente—. Así que pasen tranqui.

Las chicas intercambiaron miradas antes de entrar. Mora dejó pasar a sus amigas y se dirigió rápidamente al living de la casa, evitando saludar a Tomás.

—Mora —llamó Tomás, captando su atención. Ella, confundida, se giró—. ¿Podemos hablar un toque?

Las amigas de Mora la miraron, buscando una señal para saber si debían quedarse o podían dejarlos solos. Mora optó por la segunda opción, y las chicas, dudosas, se alejaron.

—¿Qué queres? —preguntó sin entusiasmo—. Si es para bardearme otra vez, me voy —advirtió.

—No, no es eso Mora —aseguró Tomás—. Quería pedirte perdón —continuó con una mueca de sinceridad.

—¿Ahora pedis perdón? —una risa escéptica se escapó de Mora.

—En serio —insistió él—. perdón por haberte tratado así. Es que... —Tomás se mostraba nervioso, luchando por admitir que su estado le había impedido controlarse.

—Está bien Tomás —dijo Mora, notando su nerviosismo—. Empecemos de nuevo, tranqui—le reglo una sonrisa.

Mora entendió que Tomás estaba arrepentido por su comportamiento, lo percibía en su manera de hablar y actuar. Consideró que no valía la pena continuar el conflicto; prefería ganar un amigo a tener otro enemigo.