4

267 19 5
                                    

"Un don para usar las manos"

—¿Cerreo? —pronunció Mora.

—Sí —confirmó Tomás—. ¿Tan ridículo es? —preguntó, haciendo reír a Mora.

—No tarado, solo pregunto —Mora le empujó un poco el hombro con su mano.

—Bueno —Tomás hizo una pausa—, basta de hablar de mí, también quiero saber de vos—dijo mientras miraba a la morena y sacaba unos liyos y el pica de su bolsillo.

Mora lo miró y le hizo una seña con los ojos para saber si ella podía armar, a lo que Tomás le pasó las cosas como respuesta.

—A los chicos los conozco de toda la vida —comenzó a hablar Mora, sonriendo al recordar a sus amigos de niños—. Sandra y mi mamá son mejores amigas desde siempre, fueron a la secundaria juntas y crecieron juntas, igual que mi papá y Guille —contó Mora, le encantaba contar esta historia—. Sandra también es muy amiga de las mamás de Seba y Ale, así que todos se conocen desde la adolescencia, y eso hizo que nosotros seamos mejores amigos desde que nacimos, básicamente.

—O sea, que los conociste en todas sus etapas —dijo el chico con una sonrisa, a lo que Mora respondió con un simple "ajá" mientras pasaba la lengua por el liyo para cerrarlo.

—Mira —le pasó el porro a Tomás.

—Fua—le respondió el peliverde con una sonrisa—. Me sorprendiste, eh, tenes un don para usar las manos.

La cara de Tomás se puso roja como un tomate al darse cuenta de que lo que había dicho podría interpretarse de otra manera. Mora, al darse cuenta de esto, soltó una carcajada.

—Eh, no quise que sonara así —habló Tomás, nervioso—. Deja de reírte pesada —rió al ver que Mora no podía parar de reír.

—Es que —Mora trataba de hablar entre risas—, la cara que pusiste boludo —Mora continuaba riendo, provocando que Tomás también se empezara a reír.

Cuando lograron calmarse, siguieron hablando de distintas cosas, mientras reían, se conocían un poco más y fumaban.

...

Mora se frotó un poco los brazos, sintiendo un poco de frío. Tomás, prestándole un poco más de atención, notó que tenía varios tatuajes pequeños en su brazo derecho, mientras que el otro estaba completamente limpio.

Los tatuajes negros resaltaban hermosos en su piel pálida. A Tomás le llamó la atención uno en particular: el símbolo de las Reliquias de la Muerte. Él amaba Harry Potter, y al ver ese tatuaje se emocionó.

—¡Boluda! —elevó la voz, asustando un poco a Mora con su grito repentino—. Tenes tatuadas las Reliquias de la Muerte—dijo señalándole su brazo.

—Sí —sonrió Mora, mostrándole el tatuaje—. Fue uno de mis primeros tatuajes, amo Harry Potter.

—Harry Potter es lo mejor del mundo —coincidió Tomás—. ¿De qué casa sos? —preguntó con un entusiasmo infantil.

—Slytherin —respondió la chica—¿Vos?

—Gryffindor—respondió Tomás, sorprendiendo a Mora.

𝐃𝐢𝐩𝐞𝐧𝐝𝐞𝐧𝐳𝐚 / Tomas campos, C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora