9

191 21 0
                                    

"juego"

Eran las 13:15 cuando Mora se despertó en la habitación de Mauro con un dolor de cabeza terrible. Se levantó de la cama y trató de no marearse, aunque todo le daba vueltas.

Tomó una remera de su amigo y un short de su mochila. Al escuchar voces abajo, se lavó un poco la cara y bajó a ver qué pasaba.

—Buenas—dijo la morocha al llegar al final de las escaleras, encontrándose con Ale, Mau, Neo, Lucho y Joaco. Con los últimos dos había congeniado bastante bien la noche anterior.

—Buen día morocha—saludó Alejo—¿Queres que te prepare algo para comer?—preguntó al instante.

—Paraaa pollera—lo molestó Mau—dejala procesar dónde está primero—dijo, haciendo reír a los demás.

Los chicos no sabían nada de aquella madrugada de 2016 cuando Alejo le confesó a Mora lo que sentía. Él le pidió que no dijera nada y ella respetó su decisión.

—Dejalo, si es más bueno—defendió Mora a su amigo mientras lo abrazaba—tranqui Ale, ahora me preparo algo yo.

...

Después de una breve charla con todos, Mora fue a la cocina para ver qué podía hacerse de comer.

Al entrar a la cocina, se encontró con alguien a quien no estaba segura de querer ver.

—Buenas tardes—dijo Ivo con una sonrisa, apoyado en la mesada con una taza en la mano.

—Hola—respondió Mora rascándose la nuca, algo nerviosa. Después de lo que pasó con Tomás, no lo había vuelto a ver.

—¿Te tengo que decir desaparecida ahora?—dijo riendo, a lo que Mora también rió, aunque un poco por compromiso.

—Perdón—suspiró Mora—ayer me empecé a sentir mal y me fui a dormir a la pieza de Mauro.

Claramente le mintió. No podía decirle: "Me crucé con Tomás, hablamos y me di cuenta que me movía todo, entonces me puse mal y me fui".

—Está bien linda, pero la próxima avisame porque me quedé preocupado—dijo Ivo acercándose a Mora.

A Mora le enterneció la preocupación de Ivo. Hablaron un buen rato, pero no tocaron el tema de la noche anterior, aunque Ivo lanzaba algunos palos que Mora captaba claramente.

—¿Vamos con los chicos?—preguntó Ivo señalando el living con la cabeza.

—Vamos—aceptó Mora, tomando el café que se había preparado.

—Ah, miralos—se escuchó la voz de Neo apenas salieron de la cocina—pensé que se habían ido, no aparecieron más.

—Dejá de exagerar Sebastián—lo retó Mora riendo por lo dramático que era su amigo.

—Ojo vos—advirtió Neo a Ivo, haciendo que Mora le pegara en el hombro a su amigo, provocando la risa de todos.

Pasaron la mayor parte de la tarde en la mansión. Mientras los chicos jugaban a la Play, Mora estaba en el sillón con ellos jugando en su celular.

—¿Vos no vas a jugar?—preguntó Ivo, sentándose al lado de Mora, que estaba acostada en el sillón.

—Na—negó—si están jugando al fifa y yo no entiendo nada. Si ponen Mortal Kombat, les gano a todos—dijo Mora, haciendo reír a Ivo.

—Callate, que a mí no me ganas—respondió Ivo desafiándola, a lo que Mora levantó las cejas.

—Ale, sacame este juego y pone Mortal Kombat que le voy a enseñar a este chico cómo se juega—avisó, levantándose del sillón mientras Ivo seguía riendo.

Y así fue, apenas terminó el partido de Lucho y Alejo, pusieron Mortal Kombat. Khea y Mora se peleaban como dos nenes, pero Mora le estaba ganando.

—No, vos debes estar haciendo trampa—dijo Ivo al ver que Mora le ganaba, mientras ella reía concentrada en el juego.

En un intento por ganar ventaja, Ivo puso su mano en el joystick de Mora, tocando cualquier botón. Mora, tratando de alejarse, puso su mano en el pecho de Ivo.

Reían y jugaban, sin notar que alguien había tocado el timbre. Mauro fue a abrir la puerta.

—¿Qué onda amigo?—saludó.

—Todo bien, ¿ustedes?—preguntó Tomás, haciendo que Mora quedara helada.

Saludó a todos, pero ignoró a Mora e Ivo. Estos se miraron incómodos y siguieron jugando más tranquilos, mientras los otros amigos estaban en el patio.

—¿Qué onda con Tomás?—preguntó Ivo tras un silencio, sorprendiendo a Mora, ya que ni ella sabía la respuesta.

Tomás le encantaba y eso no lo negaba, pero también le parecía interesante. Nunca había conectado tan rápido con alguien como lo hizo con Tomás ese día en el parque, lo cual la llenaba de dudas.

—Nada—respondió Mora—¿por qué?

—Porque es normal que no me salude a mí, pero a vos tampoco te saludó, y hasta ayer parecía que todo estaba bien entre ustedes dos—explicó Ivo.

—No sé, es medio raro el pibe, pero no me importa, ni siquiera somos amigos—improvisó Mora.

...

La tarde transcurrió con normalidad, con un par de miradas entre Mora y Tomás, pero sin palabras. Ella pasó la tarde con Ivo, mientras Tomás estaba con sus amigos.

—Esperame, voy a buscar una Coca—dijo Mora, interrumpiendo la conversación que tenía con Ivo.

Se levantó y se dirigió a la cocina para buscar un vaso y la bebida.

—¿Qué haces con Khea? —una voz detrás de ella la sobresaltó.

Parecía que a todos les gustaba aparecer en la cocina por sorpresa.

—Hola, Tomás —saludó Mora al ver que él no lo hacia.

—Respondeme —dijo Tomás, algo serio. Mora levantó las cejas, incrédula.

—¿Por qué te tengo que dar explicaciones? —preguntó ella.

—Porque sé que ayer sentiste lo mismo que yo cuando quedamos frente a frente —respondió él, acercándose—. No te hagas la boluda.

Las mejillas de Mora, como era costumbre cuando se ponía nerviosa, estaban completamente rojas.

—No sé de qué hablas —dijo, tratando de sonar firme—. No le debo explicaciones a alguien que no me responde los mensajes y ni siquiera me saluda —apartó su mirada de Tomás mientras tomaba un poco de su bebida.

—Y si te estabas riendo con ese tarado —chasqueó la lengua Tomás—, ¿cómo queres que te salude?

—¿Estás celoso? —una pequeña risa se le escapó a Mora—. Mira que no podes reclamar nada, como si no te hubiera visto ayer lleno de minas.

—Yo no estaba con nadie reina —se defendió el tatuado—. Yo te estaba buscando a vos —dijo, volviendo a acercarse y tomándola de la cintura.

—Sí, claro —dijo Mora sarcástica—. Te creo y todo.

—En serio —insistió Tomás.

Mora lo miró a los ojos una vez más, negó con la cabeza mientras reía, tomó su vaso y se salió del agarre de Tomás para volver adonde estaba antes.

—¿Te vas a ir con ese tarado? —preguntó Tomás viendo cómo Mora se alejaba.

—No le digas así —respondió Mora—. El si me saluda.

Dicho eso, salió de la cocina, se pasó las manos por la cara y trató de ignorar lo que acababa de pasar, ni ella entendía ese juego que tenía con el tatuado.

—¿Fuiste a buscar la Coca a la fábrica? —preguntó Ivo apenas vio a Mora sentarse a su lado.

—Pero callate tarado —respondió Mora, riendo.

𝐃𝐢𝐩𝐞𝐧𝐝𝐞𝐧𝐳𝐚 / Tomas campos, C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora