2. El aire, la tierra y el fuego

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—Hay algo que necesito preguntarte, mi amor —le dice Matías cuidadosamente, cuando se despiertan después de pasar su tercera noche en el barco.

Falta muy poco para que lleguen al Atolón Volcano y en los días que han pasado juntos en el barco han conocido un poco más a Fran, y le cae bien el omega. El problema es Agustín, y está seguro de que es de él de quién Matías quiere hablar, aunque no es como si pudiese culparlo.

Su marido se merece una larga explicación, y él está finalmente dispuesto a dársela.

—Querés hablar de Agus, ¿verdad?

Su marido lo abraza más cerca y asiente. Puede sentir que está nervioso, no sólo por como huele y como lo siente a través de su vínculo, sino por como vibra para él. El control de la tierra es su mejor amigo.

—Enzo, yo... Necesito saber que tipo de relación tenían cuando viviste con los Nómadas del Aire. Necesito saberlo...

Asiente y lo besa suavemente, decidiendo que es hora de darle las explicaciones que nunca le ha querido dar y de dejar de contarle verdades a medias.

—Estaba enamorado de él.

***

16 años antes

Los señores de la Tierra no habían esperado tener un hijo omega, pero cuando se presenta con catorce años les rompe todos los planes y esquemas que tenían para él.

Secretamente se alegra, es joven pero perspicaz y sabe bien que sus padres no le quieren, no lo han querido nunca. Lo ven como una extensión más de su reino, como un pedazo de tierra más con el que negociar. Ser un omega le complica las cosas, por supuesto, pero también a ellos.

Es el mejor maestro de la tierra tan joven que ha habido en décadas, y su género secundario no cambia eso, pero al parecer algo cambia en como los demás lo perciben. De repente no quieren que siga aprendiendo el manejo de su elemento, quieren que se relacione solo con otros omegas, que aprenda a ser un omega sumiso y empiezan a buscarle un matrimonio arreglado.

Tiene catorce años y ganas de ver el mundo arder, así que se pasa un año entero volviéndose aún más poderoso, practica a escondidas y discute con sus padres de forma diaria. No le importa lo que le digan, no le importa ser un omega, el único heredero es él y no pueden simplemente ningunearlo así como así. Sabe que hay cosas que eventualmente tendrá que aceptar como próximo señor de la tierra, pero se niega a que su futuro se decida sin pedir su opinión.

—Te casarás con el general Kukuriczka de la Nación del Fuego en dos años y es nuestra última palabra, Enzo. —sentencia su padre cuando cumple quince años, y él decide que ha llegado la hora de tomar cartas en su futuro.

—No, no me casaré. —replica, rebelde e irascible— No quiero casarme, en dos años apenas tendré diecisiete y él tiene tu edad. No pueden obligarme.

Su padre lo mira, un alfa fuerte y poderoso, pero no le teme, ya no. Hace tiempo que domina la tierra mucho mejor que él.

—Te casarás, Enzo.

Lo mira, desafiante, y pronuncia lo que lleva tiempo queriendo decir.

—Oblígame si podés.

Lo ataca, aunque no para hacerle daño, jamás lo haría de poder evitarlo, pero todavía levanta el suelo del palacio y lo mantiene contra la pared y sin poder moverse. Apenas si lo deja respirar.

Los guardias de palacio no lo atacan, es el heredero después de todo, pero tampoco saben que hacer, mirándolos con estupefacción.

—Enzo, por favor... —oye rogar a su madre, una omega sin control de elementos. Su padre se había casado con una omega a la que pudiese dominar, muy astutamente, pero él no va a ser igual. Su destino lo decidirá él, en medida de lo posible.

Elemental [Poliamor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora