Elemental [Poliamor]

3. El agua y el mundo de los espíritus

Fran se desliza en sueños hacia otro mundo cuando sueña, como casi cada noche.

Él nació con esa habilidad que no muchos maestros del agua poseen, y por eso ocupa el cargo de actual señor del agua, aunque nunca quiso eso. Va constantemente al mundo de los espíritus cuando sueña y con los años ha aprendido a protegerse de los que son maliciosos, pero también a escuchar a los que le aportan conocimiento y sabiduría.

La Tribu del Agua siempre ha sido de las dos naciones más espirituales que existen, junto con los Nómadas del Aire, pero son sutilmente diferentes y puede verse claramente durante los días que Agustín y él conviven en el barco, en absoluta paz y armonía. El otro omega medita todas las mañanas, honrando a los espíritus no sólo del aire, sino también del agua, la tierra y el fuego. Lo ve respirar profundamente y casi, casi puede ver su poderosa aura, el tatuaje azul en forma de flecha de su brazo derecho resplandeciendo. Lo ve también practicar esos movimientos tan típicos de maestro del aire y es admirable la sutileza con la que se mueve, la gracia con la que se eleva ligeramente y la fuerza que aplica cuando sus ojos se vuelven grises y activa por fin su control del aire, volviéndose implacable y peligroso.

Pero los maestros del aire nunca usan su elemento para iniciar un ataque si pueden evitarlo, lo usan mayormente para defenderse y esa es una de las tantas similitudes que tienen con los maestros del agua.

-Podés practicar un día conmigo, si querés -le dice Agustín la segunda mañana que lo ve mirándolo. Sus ojos están volviendo a su color azul verdoso después de usar el control del aire y no puede evitar pensar en que se ve precioso.

-Sería un honor que me invite a meditar el mismísimo señor del aire -dice, y no le está mintiendo. Realmente lo admira, el temple y la calma que mantiene y lo conectado que está con lo espiritual.

-Cuando quieras, precioso -le dice Agustín, tocando levemente su hombro- me gustaría que me enseñes cosas de tu cultura, también. Los Nómadas del Aire vivimos bastante aislados, y aunque no aprecio esta situación, me gustaría aprovecharla para aprender algo nuevo.

Es muy típico de un maestro del aire el tratar de verle siempre un lado bueno a todo, y asiente ante su petición. Tenía entendido que los Nómadas del Aire no son muy agradables, pero el otro omega está siendo muy amable con él, casi dulce, desde que sabe que perdió a su amigo más cercano en esos ataques.

-Está bien, Agus -le dice- hay algo que quería contarte de todos modos. Creo que vos me entenderás.

El señor del aire se sienta a su lado con las piernas cruzadas y el interés en sus ojos claros, escuchándolo.

-Yo nunca quise ser el señor del agua -confiesa- era feliz en el Valle de la Cascada, el lugar donde nací.

-No lo conozco -se disculpa el otro omega- creo que solo ubico la capital de tu nación y sus puertos principales, lo siento.

-No es necesario que te disculpes -le dice, oliendo tranquilizador y sorprendido por lo amable que es- es un lugar bastante pequeño y poco conocido. Por eso nadie esperaba que el señor del agua fuese de un lugar así y yo tampoco quería serlo, pero no fue mi voluntad. Me obligaron a tomar el cargo y a separarme de mis seres queridos.

-Eso es muy feo -dice Agustín, y lo mira casi como pidiéndole perdón- yo no pedí ser lo que soy, simplemente lo acepto. Si los espíritus del aire quieren que sea yo, lo seré, pero los Nómadas del Aire no vivimos bajo la mismas reglas, nunca tuve que dejar a nadie atrás para ser lo que soy. Lo siento mucho, Fran.

Siente la mano del otro omega entre las suyas y la toma, acariciándola.

-Mi primer amor fue otro omega -le dice, sonrojado. No ha hablado de él en un largo tiempo y se siente extrañamente íntimo contarlo, pero tendría que estar ciego para no ver como Enzo y Agustín se miran. Él lo entenderá, está seguro- Y tuve que dejarlo atrás para aceptar ser señor del agua, y toda la tribu espera que me case con un alfa poderoso. Pero yo no quiero eso...