12. El poder de ser manada

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Agustín entrena aire control con una precisión con la que antes solo podía soñar.

Todavía están en el desierto una semana después de haber completado el ritual, todos experimentando con sus nuevos poderes antes de enfrentarse a Emanuel Parga y a su revolución contra los omegas maestros. Sabe que no tiene ninguna posibilidad ahora que con un solo movimiento de su mano manipula el aire para derribar varias piedras acumuladas, apenas sin tener que esforzarse mientras levita al mismo tiempo.

Es el mejor en su elemento, lo era antes del ritual y lo seguirá siendo probablemente hasta que sea su hora de dejar el mundo terrenal, pero su poder anterior no se compara al actual. Puede convocar huracanes con un solo movimiento de su mano y sentir el movimiento a kilómetros con aire control, puede rastrear a largas distancias sin necesidad de ser un maestro de la tierra, y también puede atacar con muchísima más fuerza, pero no es la única novedad.

Está embarazado.

Sospechaba que lo estaría después del ritual, los espíritus se lo mostraron después de todo, pero no quiso creerlo. Lo que muestran no siempre es verdad después de todo, a veces solo enseñan las distintas posibilidades a futuro, pero esa sí era cierta.

Pasa las manos por su vientre con nerviosismo, pensando en como decírselo a Enzo y a Matías. Es demasiado pronto para que lo huelan en él aunque sabe que no tardarán en hacerlo, pero es posible que su amante más antiguo se de cuenta de todos modos. Es un maestro de la tierra, uno fuerte y más poderoso ahora que su ritual está completo, así que tarde o temprano sentirá la vibración en él, sentirá que hay dos latidos dentro suyo y también sabrá que miente si lo niega ahora que tienen un vínculo permanente.

Deseabas esto susurra una voz en su oído, y no puede evitar preguntarse si su embarazo es un castigo por desobedecer los deseos de sus ancestros. Querían que tomase el primer camino, querían que intercambiase el amor que siente por sus compañeros por el poder más grande de todos, pero no era lo que él deseaba y no tomó ese camino, ni tampoco el otro. Eligió el amor y eligió señalar su propio camino, pero todo tiene un costo y lo sabe bien.

No es un castigo. Nunca te castigaríamos así oye de nuevo ese susurro, y se tranquiliza con eso. Sabía que el ritual aumentaba la fertilidad y siempre sospechó que el parche anticonceptivo no funcionaría en él después de las visiones que le mostraron los espíritus, pero también sabe que no puede ser el único en quien no ha funcionado.

Es el más espiritual de todos, pero no es el único, y lo siente en Valentino cuando se acerca a él ese día después de entrenar. Al omega ciego ya no le basta con controlar la tierra y el metal, también ha empezado a dominar la arena con precisión.

—Estás esperando —le dice cuando lo alcanza y lo mira sin verlo, y no sirve de nada negarlo.

Valentino ya era el más poderoso maestro de la tierra antes y está muy seguro de que es peor ahora y de que puede sentir la vibración de la vida en su interior, así que asiente y deja que sus manos se posen sobre su vientre. Es una caricia sutil pero lleva demasiados años involucrado con un maestro de la tierra como para no saber cuando usan tierra control en él.

—Está saludable —le informa el omega ciego, retirando su poder pero no sus manos— sus latidos son correctos. ¿Lo saben Enzo y Matías? ¿Fran?

Niega con la cabeza, y una de sus manos se entrelaza con la de Valentino sobre su vientre.

—Aún no les dije, apenas acabo de descubrirlo... Vos también, ¿verdad?

Valentino asiente, sus mejillas cubiertas por un leve sonrojo. Está seguro de que Santiago y Blas están algo más acostumbrados a verlo así, pero para él es toda una novedad. Imitando al omega ciego, desliza una mano por su vientre, allí donde crece el cachorro del alfa no maestro.

Elemental [Poliamor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora