Capítulo 11✿

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-Nunca me arriesgo si puede afectar a mi hija. No puedo permitirme salir contigo, Cellbit, ni siquiera brevemente. Mi prioridad es ser padre. Ya he probado el tema de las relaciones y, aparte de Pepito y Bobby, no salió nada bueno del intento.

Sintiendo un escalofrío por su espalda, Roier se recostó en el respaldo de la
silla. Tratar de resultar convincente, de que pensaba lo que había dicho, era difícil con aquel hombre sentado frente a él consumiéndolo con su mirada penetrante, haciéndole sentir mariposas en el estómago y despertando sentimientos en él que no estaba seguro de querer remover.

-¿Y qué vas a hacer entonces? ¿Nunca más vas a tener una relación con un
hombre? -le cuestionó Cellbit. A pesar de que se sentía frustrado con las razones de Roier, no pudo evitar una sonrisa compungida-. Es como enseñarle a un niño la mayor caja de bombones de la tienda y luego decirle que no puede tomar ninguno.

-Por primera vez en mi vida estoy anteponiendo mi bienestar y el de Pepito a todo lo demás. Un niño necesita estabilidad. Puede que nuestro ritmo de vida no sea el ideal, pero nos va bien así.

- ¿Qué fue lo que pasó entre el padre de Pepito y tú? Me imagino que es él
quien te hizo tan antihombres...

A Roier le desconcertó que Cellbit creyera que él estaba contra el género
masculino completo.

-No soy antihombres. Simplemente no quiero uno en mi vida en estos momentos. Necesito toda mi energía para cumplir con mis obligaciones. Y preferiría no hablar de Natalan, si no te importa.

Para ser sincero, Cellbit tampoco tenía especial interés en hablar del ex marido de Roier. Quienquiera que fuera él, y fuera lo que fuera lo que hubiera hecho, había cometido un gran error dejando marchar a Roier.

Cellbit no era de los que se casan, pero si se hubiera comprometido con Roier, estaba seguro de que hubiera hecho
todo lo posible para honrar el compromiso; a pesar de la insistencia de su madre en compararlo con su padre.

Los sentidos de Cellbit estaban tan pendientes de la presencia de él en todo momento, que no podía pensar más que en su deseo de hacerlo suyo. Durante la última semana, sus primeros pensamientos al despertarse habían sido para él, y luego por la noche estaban los sueños... Si aquello seguía igual durante mucho tiempo, tendría que invertir mucho dinero en terapia.

-Bueno, déjame al menos que te invite a tomar una taza de café.

Comenzaba a levantarse de la mesa cuando Roier puso su mano sobre la de él para detenerlo. En cuanto lo tocó, se maldijo a sí mismo por ser tan estúpido. Aquel hombre era dinamita sexual. Sus miradas se cruzaron y, sin poder contenerse, Roier entrelazó sus dedos con los de Cellbit. La conexión fue tan profunda, que le hizo temblar.

- ¡Pá, tengo sed!

Sintiéndose culpable, Roier retiró la mano en cuanto Pepito apareció corriendo junto a la mesa. Su pelo oscuro le caía sobre la frente, y parecía entusiasmado. Una ola de amor y orgullo invadió a Roier.

-Así que este es Pepito, ¿no?

Sonriendo abiertamente, Cellbit estudió al pequeño con interés. Pepito bajó la mirada tímidamente y le recordó más a su padre.

-Mira mijo, éste es el señor Souza, el hombre para el que trabajo ahora. Quería decirme algo y por eso ha venido a buscarnos.

-Puedes llamarme Cellbit -le dijo, con una expresión entre sonriente y ceñudo, porque le había molestado que Roier le hubiera presentado a su hijo de manera tan formal-. ¿No es um sitio fantástico? Cuando yo era pequeño no había nada así.

-¿En serio?

Luchando entre su curiosidad natural y su timidez, Pepito miró con interés al
hombre al que acababa de ver agarrando la mano de su padre.

En la cama con su jefe - GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora