Tras comprobar el nombre y la dirección escritos en el papel que le había entregado, Roier asintió ligeramente. Molly Ferrera. ¿Sería su novia, su amante u otra persona significativa? Por primera vez consideró la posibilidad de que estuviera casado.
Aquel pensamiento despertó en el sentimientos encontrados, pero ahora no
era el momento de investigar al respecto. Aunque se hubiera sentido atraído por él, y desde luego no era así, Cellbit Souza estaba tan fuera de su alcance como lo había estado Natalan, más incluso. Y aquella unión había sido un desastre.-Me ocuparé de esto ahora mismo, señor Souza.
-Bien. Y ya que estamos, me imagino que pasó usted una noche agradable con su
persona «favorita»...Por unos instantes, Roier no supo a qué se refería. Entonces recordó lo que
había comentado en el carro la noche anterior, y no entendió por qué había enfado en el tono de la pregunta.-Pues sí, fue muy agradable -contestó.
-Supongo que un hombre como usted tendrá numerosas personas «favoritas»...
—le sugirió.¿Qué diablos quería decir con aquello? Roier tuvo que hacer un gran esfuerzo
por mantener la calma:-Si está sugiriendo lo que creo, y le aviso que es poco chismoso, será mejor que
se guarde sus comentarios si no le importa.-¿Por qué tanto secretismo? ¿Quién es esa persona «favorita» de la que no
quiere hablar?La sien de Cellbit palpitaba mientras estudiaba a Roier, revelando que, a pesar de la sensación de serenidad que quería aparentar, en aquel momento había perdido el control.
-¡No soy secretista, chingada madre! -protestó Roier-.Y aunque así fuera,
¿es que no tengo derecho a una vida privada?-No lo dude -respondió Cellbit secamente-. Tan sólo mostraba mi interés, ¿es que no «tengo derecho» a eso?
Roier notó su cuerpo tenso ante la tozuda determinación de aquel hombre de obtener información, y suspiró irritado. Tal vez, si le contaba que había pasado la noche solo con su hijo, acabaría aquel interrogatorio de una vez por todas.
-La persona con quien pasé la noche es Pep...
-Hola a todos -interrumpió una voz-. ¿Hay café hecho, Roier? Voy a necesitarlo.
Los dos se volvieron hacia la encogida figura de Quackity Nevadas, que entraba
tranquilamente por la puerta, y Cellbit no pudo evitar maldecir su falta de oportunidad.La puerta se abrió. Después de pasar cerca de dos horas encerrados en el
despacho, Quackity salió precediendo a Cellbit. La expresión de su cara le pareció a Roier la de un prisionero que hubiera sido repentinamente puesto en libertad después de mucho tiempo en prisión, y que se preguntaba qué iba a hacer a partir de aquel momento.Quackity se rascó la cabeza y dirigió a Roier una media sonrisa infantil, tras la que ocultaba un enorme dolor, estaba seguro. Le llegó al corazón y él le devolvió una amplia sonrisa.
-Bueno, Roier, parece que vas a tener jefe nuevo durante las próximas seis
semanas. Tengo que tomarme un forzoso tiempo de descanso para recuperarme.
¿Crees que te las arreglarás sin mí?Al escuchar aquella pregunta, Cellbit puso los ojos en blanco. Por lo que iba
viendo, Roier llevaba defendiendo el fuerte varias semanas, mientras Quackity aparecía de vez en cuando, en el mejor de los casos.Empezaba a sentir cierta admiración hacia él, por cómo había soportado la presión de mantener oculto el «pequeño
problema» de su jefe, además de sacar adelante la enorme cantidad de trabajo diario.
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En la cama con su jefe - Guapoduo
Hayran KurguSu jefe lo quería en su cama. Cuando Cellbit Souza encontró a Roier De Luque durmiendo en la oficina se puso furioso, convencido de que su empleado había estado de fiesta toda la noche. Él no sabía que Roier era un padre soltero que había estado to...