Las carreras no eran lo que Yuki pensaba, no era como en las películas dónde el auto solía mantenerse en equilibrio y los conductores parecían quietos en sus asientos.
Era todo lo contrario.
Sentía el mojito revolverse en su estómago cada vez que Pierre se decidía en dar una vuelta.
—¿Estás bien? —preguntó el mayor mirándolo de soslayo y moviendo la palanca de cambio.
El más bajo estaba pálido y su cuerpo parecía que en cualquier momento se fundiría con el asiento del auto. Pierre lo entendía, era su primera vez en una carrera y era algo normal tener miedo. Usualmente se hubiera reído en su cara y le diría que era una gallina, pero había algo en Yuki que no lo dejaba hacerlo, solo quería parar el auto y alejarlo de allí.
—Pierre... —susurró viendo como el auto se iba hacia la derecha—. ¡Pierre!
El grito de Tsunoda lo sacó de sus pensamientos y lo hizo volver a poner sus ojos sobre la carretera, Davies los estaba acorralando contra el borde.
—Sostente —le murmuró y pisó el acelerador, la inercia hizo que sus cuerpos se pegaran al asiento, pasando delante del auto de su ponente.
Yuki suspiró aliviado al ver como el chico de las mechas rubias quedaba atrás, dirigió su mirada a su acompañante y la dejó allí, sus hombros anchos se hacían visibles debajo de la camisa blanca, sus brazos se marcaban cuando movía la palanca de cambio y su mandíbula se apretaba cuando veía que el otro auto se acercaba demasiado.
No entendía nada de las carreras, pero definitivamente no podía dejar afuera la excelente manera de manejar del mayor, podía ser que su cuerpo temblara, pero aún así encontraba esa situación...excitante.
Su hilo de pensamientos se vio cortado cuando Pierre le habló.
—Si tomamos el camino de la derecha podremos adelantarlo por el centro y salir antes que él. ¿Qué te parece?
Una bifurcación se había hecho visible delante de ellos, dos caminos: uno de ida y uno de vuelta. La mente de Yuki entró en cortocircuito y toda la calma que tenía se esfumó cuando el mayor le puso una decisión en frente suyo.
—¿Me estás preguntando a mí que me parece? —preguntó atónito—. Tengo cero conocimiento en todo esto, Pierre. ¡No puedes preguntarme eso!
Yuki ahora tenía el ceño fruncido y su cuerpo miraba hacia el mayor, ¿es que acaso estaba jugando con él?
El del mullet río y lo miró por unos segundos para después volver su vista al frente. Le estaba gustando como su nombre sonaba cuando salía de esos labios.
—Tranquilo, Dulzura —una sonrisa socarrona se asomó por la comisura de su boca cuando vio como las mejillas del otro tomaban un color rosado con el apodo—. Estaba bromeando contigo, te ves muy tenso.
Aún sorprendido por el apodo Yuki asintió y volvió a su posición normal. ¡Obviamente estaba tenso! En su mente había una batalla entre su parte racional que le decía que lo que estaba haciendo estaba mal, que debía regresar a su casa a terminar los archivos para su padre, pero su otra parte, la que era más fuerte en estos momentos le decía que disfrutara, que dejara de preocuparse.
Su móvil sonó y agradeció que el nombre de Oscar apareciera en la pantalla. Contestó de inmediato.
—¡¿Cuándo pensabas decirme que ibas a correr?! —el grito de su mejor amigo se escuchó tan fuerte que tuvo que alejar el celular de su oído.
—Créeme que yo tampoco sabía que iba a terminar aquí dentro —miró de reojo a Pierre que seguía concentrado en la ruta intentando pasarse con Davies cada segundo, no pudo evitar mirar su mandíbula afinada.
—Al menos tienes buena compañía —dijo Oscar y Tsunoda pudo notar un atisbo de diversión en su voz.
Parpadeó sorprendido.
—¿Cómo sabes con quién estoy?
El chico del mullet al escuchar esa pregunta se giró a ver a Yuki que le sonrió incómodo, definitivamente tenía que aprender a bajar su tono de voz.
—¡Oh, vamos! —rio Oscar—. La pregunta aquí es, ¿sabes tú con quién estás?
Iba a contestar a qué se refería, pero un movimiento brusco lo hizo soltar su móvil al suelo del lado de Pierre, haciendo que el botón de altavoz ahora se iluminara.
—¿Hola? ¿Yuki? —preguntó Piastri al no escuchar respuesta alguna.
Mientras Yuki intentaba tomar el celular (evitando tocar cualquier parte del cuerpo del corredor, ya que el móvil cayó entre sus piernas), Pierre se sorprendió al escuchar esa voz tan conocida. Perplejo decidió hablar.
—¿Oscar?
Un jadeo de sorpresa se escuchó del altavoz y el timbre de voz alegre de Oscar volvió a llenar el ambiente.
—¿Pierre? —dijo y le siguió una risilla—. ¡En verdad eres tú! Al fin volviste.
—Por supuesto que volví, no podía dejarlos mucho tiempo solos. Seguramente Logan y Alex hubieran destruido todo.
Yuki pasaba su mirada entre el móvil y Pierre para luego hacerlo de nuevo, pero en sentido contrario, estaban en medio de una carrera y ambos hablaban como si estuvieran en la playa disfrutando de unas vacaciones.
—Perdonen que interrumpa su charla amistosa —dijo secamente—. Estamos en una carrera ¿y ustedes dos hablando como si nada?
Ambos chicos se quedaron callados hasta que del otro lado de la línea se escuchó la voz de Lando.
—Hey, Pierre —habló y Yuki pudo imaginarlo sonriendo con su piercing.
—¡Oh, vamos! ¿Acaso no ven que vamos a kilómetros por hora y tenemos altas probabilidades de morir? —Tsunoda lloriqueó queriendo que todo terminase.
Estaba con miedo y confundido, su mejor amigo y el otro chico conocían al sujeto sentado a su lado, que para él era un completo desconocido.
Segundos después la llamada se cortó y ambos chicos se miraron por una milésima de segundo para luego desviar sus miradas. Yuki quería respuestas.
—¿Quién eres y por qué mi mejor amigo te conoce?
—Satán —dijo Pierre pasando una mano por su cabello y tomando fuertemente el volante.
—¿Huh? —respondió Yuki ladeando su cabeza como un perro cuando no entendía.
—Me suelen apodar Satán.
Oh, demonios. ¿Cómo era posible?
Estaba en un auto con el líder de Speed demons, que no se veía para nada como lo habían descrito los chicos. No había rastro de mirada seria o de mala actitud, al menos no por ahora. ¿Y la ropa? No era posible.
Yuki soltó una risilla que luego pasó a convertirse en un ataque de risa que llenó sus ojos de lágrimas.
—Tú... —jadeó sin poder parar—. ¿Tú eres el famoso Satán?
El corredor frunció el ceño, ¿por qué se estaba riendo? Mocoso insolente.
—Ya veo —dijo asintiendo—. No me crees porque no tengo la pinta de alguien que maneja autos en carreras clandestinas, ¿verdad?
Yuki concordó con él cuando pudo parar su ataque de risa.
—Bien —Pierre habló—. Ya que al parecer no entro dentro del estereotipo de un corredor, el vehículo queda en tus manos.
Oh, y Pierre hablaba literalmente pues segundos después sus manos dejaron de sujetar el volante.
Cruzó sus brazos por encima de su pecho haciendo que los músculos se vieran por sobre la camisa, y Yuki hubiera seguido mirando esos brazos trabajados, diablos que, si lo hubiera seguido admirando, pero su cabeza le gritó que nadie estaba manejando y que hiciera algo rápido para evitar terminar con sus sesos desparramados en la carretera.
—¡Pierre!
El nombrado rio al ver que Yuki se tiraba con los brazos estirados al volante para acomodarlo recto, así quedando a centímetros de su cara.
Yuki lo miró aterrado mientras sus manos intentaban estabilizar el auto. Sus ojos inconscientemente bajaron a sus brazos ahora al descubierto, la piel dorada adornada por una fina capa de sudor y el menor solo pudo jadear internamente.
—¿Disfrutando la vista, Dulzura? —habló socarronamente Pierre corriendo las manos de su acompañante y tomando de nuevo el control.
—¡No estaba mirándote! —respondió agudamente Yuki a la vez que un sonrojo potente se hacía presente en sus mejillas—. Y no me digas Dulzura, no me gusta.
Habían perdido a Davies por unos minutos ya que el túnel delante suyo se bifurcaba, dejándolos en dos caminos diferentes. Tsunoda esperaba que el camino elegido les diera la ventaja porque si no estaban acabados.
Su corazón aun latía fuertemente en consecuencia del acto arriesgado del chico al lado suyo, pasó una mano por sus cabellos y se giró hacia el otro.
—Me puedes explicar, ¡¿qué demonios pensabas cuando soltaste el volante?!
El tono del más bajo salió algo agudo por los nervios y Pierre lo miró por unos segundos.
—¿Acaso esa es la manera en la que coqueteas? ¿Soltando el volante para desnudarte? —siguió hablando y moviendo sus manos exasperado—. Porque debo aclararte que no soy de esas personas que se excitan por las experiencias cercanas a la muerte.
La risa ronca del corredor resonó dentro del auto y luego de unos segundos Yuki se vio a si mismo esbozando una sonrisa también.
—¡Oh, vamos! No fue para tanto —rio Pierre acomodándose en el asiento algo relajado.
—Pierre... —habló mirándolo Yuki para luego alcanzarlo con su brazo y golpearlo en el hombro—. ¡Casi se me sale el corazón del cuerpo!
—Espera —Pierre lo miró de reojo—. ¿Piensas que estoy tratando de ligar contigo?
Los ojos del menor se abrieron de par en par, ¿pensó que el corredor estaba tratando de hacer un movimiento en él? Miró a Pierre unos segundos y se pegó mentalmente por pensar erróneamente, iba a disculparse, pero el mayor habló antes dejándolo perplejo.
—Pues estás en lo correcto, eres caliente —dijo sin filtro el corredor y se deleitó con la respuesta corporal del otro.
—Sólo cállate y maneja, Pierre —Sacudió su cabeza y se centró en la carretera con una sonrisa en el rostro y las mejillas coloreadas.
—Oh, eres mandón —se rio Pierre—. Me gusta eso, Dulzura.
El empresario iba a responder cuando la luz volvió a esparcirse por su campo visual. Volvían al terreno de juego, llevó sus manos al cinturón y lo ajustó ganándose una mirada curiosa del chico del mullet.
—No vamos a morir, ¿sabes? —le dijo Pierre mirando al frente.
Yuki lo miró como si le hubiera salido una segunda cabeza y río sarcástico: —¿En serio estás diciendo eso? Hace unos minutos pensé que me iba a encontrar cara a cara con Dios
Los nervios del menor salieron a flote de nuevo, tomó la manija de la puerta y esperó a ver el auto del otro chico.
El Koenigsegg Agera de Davies apareció a su izquierda y Pierre negó divertido, sabía el siguiente movimiento del corredor.
—Oh, Dios —murmuró Yuki viéndolo—. No me gusta esa sonrisa en tu cara, parece que estás por hacer una locura.
Pierre lo miró esbozando una sonrisa socarrona y movió la palanca de cambio: —Es que eso voy a hacer, Dulzura.
La inercia empujó el cuerpo del más bajo hacia atrás y cerró los ojos, comenzó una plegaria interna esperando que nada terminase mal.
Una voz resonó en el automóvil asustándole.
—¿Preparado para perder?
El intercomunicador del auto dejó salir la voz de Davies que se reía con toda la convicción de que ganaría, Yuki se acordó de lo que le había dicho Logan sobre los intercomunicadores dentro de los autos para que los conductores pudieran hablarse. Había algo en la persona del corredor que no le gustaba así que temeroso dejó salir una respiración temblorosa que no pasó inadvertida para el oponente.
—Veo que tienes al chico bonito contigo —los acompañantes se miraron—. Redoblemos la apuesta, ¿quieres? Si yo gano me quedo con el auto y el bonito al lado tuyo.
Tsunoda jadeó al escuchar aquellas palabras, ahora sí que no tenía salida. Se había convertido en una apuesta, ¿acaso podían empeorar las cosas?
Si, podían empeorar y lo confirmó cuando Pierre aceptó la apuesta.
—Trato hecho, pero si yo gano me quedo con tu auto y el chico.
La mano del mayor tomó el muslo contrario para intentar tranquilizarlo, Pierre estaba seguro de que ganaría y quería transmitirle eso a su acompañante, quién luego de mirarlo profundamente a los ojos lo entendió y asintió de una manera leve e insegura.
—Estoy en tus manos, Pierre, no me hagas arrepentirme.
La conversación quedó allí y el sonido de apagado avisó que Davies ya no estaba con ellos.
Debía estar hiperventilando por el trato que hicieron los corredores y por el sonido que hacían las chapas de los autos al chocar, pero no era así. El mayor había sacado la mano derecha de su muslo, pero aún la sentía y eso en parte lo tranquilizaba.
Decidió confiar en Pierre cuando este lo invitó a correr con él, ahora debía enfrentar sus miedos y dejar que el mayor compitiera y ganara, porque si no lo hacía: él estaba frito.
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gasoline and fire ★ yukierre
FanfictionYuki odiaba su vida dónde tenía que hacerse cargo del negocio familiar, quería sentirse libre. Quería sentir la adrenalina correr por sus venas. Por eso cuando su mejor amigo Oscar lo llevó a un ambiente totalmente diferente, sin asistentes ni carpe...