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Lentamente las pestañas de Yuki se batieron y abrió los ojos, lo rodeó una blancura digna de un hospital y la luz logró cegarlo por unos segundos. Sintió sus brazos cargando con el suero y otras sustancias que desconocía, notó las vendas alrededor de su torso y algunas suturas en el rostro.

Su mente lo llevó de vuelta a esas últimas dos semanas en las que pasó días siendo torturado por diversión, horas en las que no hacía más que llamar el nombre de Pierre, como si el corredor fuera a escucharlo. Su vida había cambiado en tan poco tiempo, pasó de ser un empresario a ser un prisionero, y aunque eso sonara horrible pudo rescatar pequeñas cosas como haber conocido a Speed Demons y también el hecho de que su amistad con Oscar se había vuelto más fuerte.

Rio con lágrimas en los ojos, las cuales se deslizaron por sus mejillas cuando sus ojos se achinaron al reír, se sentía aliviado como nadie se imaginaba, aunque esa sensación no duró mucho pues su cerebro volvió a introducirle la preocupación inminente por el líder de los corredores. Nuevamente las lágrimas salieron y con ellas sollozos.

Había abandonado a Pierre, esa era la verdad, su cuerpo inútil había decidido apagarse justo en el momento menos indicado. Decidido e ignorando su dolor se paró de la camilla solo para ser devuelto a ella por un par de manos.

—Apenas despiertas y ya quieres hacer locuras, Yuki Tsunoda —la voz de Oscar sonó en la habitación cuando el chico entró luego de Lando, que lo tenía sujeto a la cama suavemente.

Ver a Oscar hizo que una mueca se formara en su cara y estirara los brazos para recibir el abrazo que su mejor amigo no le negó. Ambos chicos se sumieron en un lío de sollozos, sonrisas y manos que intentaban asegurarse de que el otro estaba realmente allí.

Lando los miraba alejado unos pasos, feliz de verlos reencontrarse luego de pasar por cosas tan difíciles y desconocidas para ellos. La puerta volvió a abrirse y esta vez Jaw, Russ, Golden y Alex fueron los que entraron e inmediatamente fueron a abrazarse con los demás. Yuki pudo respirar tranquilo al verlos a todos sanos y salvos.

—Te ves para la mierda, Yuki —le dijo Russ haciendo reír a los otros chicos y yendo directo a abrazar al herido.

Todos conversaron por unos minutos, poniéndose al día, preguntándole al menor como se sentía.

—¿Y Pierre? —preguntó alejándose de Oscar que estaba hablándole, al ver que nadie le respondía volvió a hablar, pero esta vez su voz ya temblaba—. Díganme, ¿Dónde está Pierre? ¿Está bien?

Jaw lo miró con la cabeza inclinada hacia un costado, sin entender.

—¿Te golpeaste mucho la cabeza? —Jaw le habló suavemente.

Yuki pasó su mirada a los demás y palideció al verlos igual de confundidos, ¿acaso había preguntado algo malo?

—Vamos chicos, puedo soportarlo —aseguró—. Solo díganme cómo está y prometo descansar, ¿sí?

Oscar le acarició la cabeza y sonrió de lado, esa sonrisa no le gustó para nada al japonés.

—Yuki, ¿quién es Pierre? —cuestionó el australiano—. No paras de preguntar por él.

Tsunoda frunció el ceño y rio secamente pegándole en el brazo a su mejor amigo.

—Osc no es el momento de hacer bromas —miró al novio de su amigo—. Dime tú por favor, Lando, sé que sabes como está, ¡eres su mejor amigo después de todo!

El silencio reinó en la habitación y Yuki tembló. Su mente solo repetía el nombre del corredor, quería verlo, quería sentirlo entre sus brazos, quería pasar sus dedos por los cabellos largos, ansiaba verlo sonreír y que le dijera Dulzura.

—Yuki... —comenzó Lando pero el menor ya negaba con la cabeza y reía frenéticamente—. No existe ningún Pierre entre nosotros. Somos una banda llamada Speed Demons y yo soy el líder, ¿lo recuerdas verdad? Venías de tu casa al ensayo cuando un hombre en auto te atropelló, sufriste un accidente, Yuki.

—¡Cállate! —le gritó Tsunoda y tapó sus oídos con sus manos—No es verdad lo que dices, ¡Pierre si existe! Es tu mejor amigo, el primo de Jaw...

Suspiró temblorosamente y las lágrimas resbalaban por sus mejillas, era una pesadilla.

—Es mi pareja —sollozó—. ¡Es mi todo! ¿Es que acaso no pueden recordarlo? ¡No estoy loco!

Las miradas de pena hicieron que su sangre hirviera. Pierre si existía y si sus amigos no lo ayudaban entonces él iría a buscarlo. Le importó poco el suero y que el piso estuviera frío en el momento en que se sacó las intravenosas y saltó de la camilla empujando a todos en el camino.

Sus pies corrieron por los pasillos del hospital, no sabía dónde iba o por dónde estaba la salida, solo quería verlo. Los demás miembros salieron detrás de él gritando su nombre y calmando a las enfermeras que querían darle un sedante. Yuki giró en un pasillo y siguió corriendo, la bata ondeando en el aire, sus ojos ya veían poco por las lágrimas molestas que lo cubrían.

Su mente intentó convencerlo de que era una broma de mal gusto, pero rápidamente lo descartó pues no creía que sus amigos fueran así de insensibles con él. Aceleró el paso hasta llegar a la última habitación del hospital, la 1133. Había preguntado a los gritos si conocían a un paciente llamado Pierre Gasly pero nadie pudo decirle nada. Lentamente abrió la puerta y encontró la habitación vacía, un ventanal adornaba la pared dando a la ciudad.

Sus rodillas fallaron y su cuerpo se desplomó, sus ojos lloraban y sentía que el oxígeno no pasaba a sus pulmones. Seguía negando que su mayor no existiera, todo lo vivido había sido real, todos sus besos, sus toques, los días en la Ciudadela.

Se posicionó en bolita sobre el frío suelo y continuó sollozando, recordó la sonrisa cuando corrieron juntos por segunda vez, rememoró esa salida al techo del edificio con un par de cervezas y música.

¿Nada había sido real?

Escuchó la puerta abrirse, pero no hizo caso a quién le hablaba, pudo ver unos zapatos blancos y asumió que era una enfermera.

Minutos después sintió el pinchazo en su cuello.

Cayendo lentamente en la oscuridad pensó en Pierre, él fue su último pensamiento antes de caer sedado.

gasoline and fire ★ yukierreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora