Los días pasaban y Yuki escapaba todos los días a la Ciudadela para liberarse del trabajo, aunque debía volver por las noches sabía que cada hora que pasara las ganas de quedarse aumentarían. La relación con Pierre se hizo más fuerte con el pasar del tiempo, pero ninguno quería formalizar nada, el corredor por el miedo y Yuki por sus dudas, a pesar de todo ello estaban bien y se sentían a gusto con el otro.
El menor se sentía caer por el líder cada día, ya sea por su sonrisa que hacía que los ojos se le volvieran dos medialunas, sus pequeños gestos como abrazarlo o robarle un beso de vez en cuando, y algo que Yuki tenía muy presente era la forma en que manejaba el lugar.
Pierre caminaba y tenía una impresión igual a la de Oscar el primer día que el menor fue con él a la Ciudadela, pero diez veces mayor: todos lo saludaban, le comentaban de sus ideas nuevas, de sus nuevos autos, a veces también pedían consejos, el líder de Speed Demons era querido por todos.
—Te adoran —dijo una vez Yuki cuando vio al mayor terminar de chocar los cinco con uno de los adolescentes del lugar.
Pierre lo tomó de la cintura y siguió caminando.
—Soy bastante popular con la gente —respondió orgulloso y mirándolo—. Sobre todo, con los chicos...
Yuki lo golpeó en el brazo y su boca armó inmediatamente un puchero, el líder bromeaba siempre con esas cosas sabiendo que él se pondría en modo caprichoso y medio celoso.
—¡Ya ya, Dulzura! Me duele —el líder sobó su brazo después del golpe y tomando desprevenido al menor le robó un beso.
Yuki sonrió satisfecho cuando se separaron y negó con la cabeza soltando una risa. El primer día que conoció a Pierre su aura era completamente intimidante, lo hacía temblar y su mirada le causaba escalofríos, oh, pero quién pensaría que el líder del equipo más temido de carreras clandestinas iba a ser todo un oso cariñoso.
Al escuchar el sonido de la risa del empresario Pierre lo miró de reojo y aprecio por unos segundos la belleza de su menor, vestía con unos jeans negros y una camisa color azul con un estampado blanco, la luz de la luna iluminaba su cara haciéndolo brillar.
Yuki había llegado de imprevisto y dio vuelta la vida del líder, estaba agradecido y juraba que cada día a su lado era sentirse la persona más completa.
Pero tenía miedo.
Miedo de que su pasado llegara para arrasar con toda su vida ya puesta en marcha, temía que lo que había construido se cayera pedazos y sobre todo estaba aterrado de que le quitaran al menor de su lado.
—Ya deja de mirarme, pervertido —bromeó el japonés, pero al no recibir respuesta se preocupó y tomó del brazo al mayor parando sus pasos—. ¿Pierre, qué pasa?
El alto negó con la cabeza y ocultó sus preocupaciones diciendo que pensaba en el trabajo y en cuanto debería organizar para el día siguiente, Yuki dudoso decidió creerle y cambió el tema.
La noche siguió y los chicos de Speed Demons junto con Oscar y Yuki siguieron tomando, hablando, divirtiéndose y compartiendo historias hasta que el japonés tuvo que irse.
—Te llevo —le dijo Pierre a su menor cuando lo vio tomar un saco color gris de una silla cercana.
Yuki lo miró agradecido pero listo para objetarle que no quería ser una molestia, sabía que debía trabajar y aparte Piastri podía llevarlo, aunque Pierre se le adelantó.
—No es una pregunta, Dulzura —aclaró, sonriendo—. Es bastante tarde para que un chico tan bonito cómo tu ande solo por las calles.
Unos gritos inentendibles salieron de la boca de los otros miembros y Jaw simplemente hizo la mímica como si fuera a vomitar. El líder rio alto y los calló al mismo tiempo que las mejillas de Tsunoda se teñían de rosado.
Se despidieron de los demás y el japonés le pidió a Lando que por favor llevará a Oscar a su casa, a lo que él prometió hacerlo pronto.
—No soy un niño, Yuki, puedo cuidarme solo —el labio de Piastri se frunció en una mueca, pero a los segundos cambió a una sonrisa—. Igualmente tengo un novio bastante rudo para que me proteja.
Lando rodó los ojos y lo atrajo más cerca suyo para plantarle un beso en la cima de su cabeza.
—Todos ustedes me dan ganas de vomitar arcoíris y muñecos kawaii por la boca, son tan cursis Dios mío —Jaw murmuró tapando sus ojos y los demás rieron.
Era en estos momentos donde Yuki se preguntaba cómo era que los chicos llevaban un estilo de vida tan rudo y frío si eran tan solo eso: chicos.
La despedida terminó alargándose un poco más porque Alex comenzó a contar una situación sobre él y Jaw arreglando un auto y fallando en el intento, dejando como resultado mitad del vehículo dentro de la casa rodante de Russ.
—¿Se dan cuenta de que todo lo que involucre a Alex quiere decir que de alguna manera me va a afectar a mí? —Russ habló indignado recibiendo un puchero y un leve golpe de parte de su novio.
Y es que Russ tenía razón. Desde el día en que lo conoció su vida quedó patas arriba, literalmente, porque su novio era todo un torpe en algunas cosas. Pero dejando de lado la faceta descuidada del pelirrojo, éste era toda una bestia en la calle. Nadie era tan brutal y eficaz como Alex en las carreras.
Al principio el alto corría para eliminar la frustración y la tristeza por la muerte de su padre, usaba el auto que le había sido heredado y sentía que su vida no tenía rumbo. Un día en el autódromo conoció a Lando que era el guardia del momento y con él conoció el otro lado de la ciudad.
Aparte del japonés, Golden siempre estuvo con él y por eso mismo ambos ahora eran corredores. Ellos dos eran los ganadores de las carreras en dúo.
Cuando corrían era sumamente maravilloso verlos ser tan coordinados y rápidos, apenas se comunicaban porque ambos sabían que pensaban. Eran uno solo.
Con el paso del tiempo el grupo se fue agrandando y Speed Demons fue naciendo, ahora eran imparables e inseparables.
Oscar miró la hora del reloj y al darse cuenta que era tarde llamó la atención de Pierre y Yuki, quienes estaban sentados en una misma banca con el menor de ellos siendo abrazado por el líder.
—¿Ustedes dos no se iban?
—Ah, verdad, ¡demonios! Tengo cosas que entregar para mañana.
Pierre tomó esa frase como la señal para irse y lo condujo al Audi luego de que se despidieran por segunda vez en la noche. Sentado ya en el asiento del acompañante, Yuki se puso a admirar su alrededor. En los últimos días su vida había dado un giro y había conocido otro lado de la ciudad junto con nuevas personas que entraron en su día a día. Una de ellas era Pierre.
El pelinegro era alguien bastante cerrado y eso lo confirmó con el paso del tiempo, había temas en específico que él no tocaba como por ejemplo, su vida privada, su niñez, o hasta sus días en lo que no estaba en La Ciudadela.
Y eso mataba de curiosidad a Yuki.
Pierre Gasly era alguien que le provocaba muchas cosas a Tsunoda, una de esas era la necesidad de saber quién era. Y aunque eso ocupara su mente muchas veces no iba a decirle nada, no quería arruinar lo que fuera que tenían.
—¿En qué piensas tanto? —le preguntó Pierre después de un rato cuando ya estaban en la carretera. Las luces de la calle iluminaban su rostro.
—En cómo tienes tanto tiempo libre —el menor giró su rostro con una pequeña sonrisa en su cara, no iba a molestarlo con sus preguntas.
—Oh, créeme que no tengo tiempo libre, Dulzura —rio el mayor echándole una mirada rápida—. No solo soy el líder de Speed Demons sino que también manejo la Ciudadela, ah, y también tengo un taller mecánico.
—Wow, eres todo un jefe —dijo falsamente asombrado Yuki y siguió mirando al frente, luego añadió—. Uf, ¿dijiste mecánico? el overol debe quedarte espectacular.
Yuki se estaba metiendo en terreno peligroso y lo sabía, había descubierto que el mínimo atrevimiento hacía que el líder pasara a su faceta salvaje.
El auto frenó en la casa del menor y Pierre se giró a verlo.
—¿Sabes que quedaría mejor?
El menor bajo la mirada penetrante se encogió en el asiento, nervioso. Negó a la pregunta antes hecha.
—Mi overol y tu ropa, en el suelo.
Yuki ahora rodó los ojos por la frase de ligue usada y acortó la distancia entre ellos.
Era una pelea de lenguas, sus respiraciones eran erráticas y sus manos vagaban por todos lados. Cuando se separaron el japonés tiró levemente del labio del contrario, haciendo que sonriera.
—Me vas a volver loco, juro que estoy haciendo todo lo posible por calmarme y no tirarte hacia los asientos de atrás.
Pierre pasó su mano tatuada por su mullet y Yuki pudo asegurar que nunca había visto algo tan caliente. Podría quedarse horas viéndolo, todo él era algo digno de apreciar. Pero tenía trabajo.
Eliminó los pensamientos de adolescente puberto de su cabeza y se desabrochó el cinturón.
—Otro día será —le murmuró en los labios cuando se acercó a darle un beso de despedida—. Nos vemos, Cariño.
El apodo tomó desprevenido al mayor y una sonrisa inconsciente se formó en su cara, realmente estaba cayendo por el pequeño empresario.
El japonés caminó hasta la puerta de su casa con la mirada lujuriosa del corredor sobre su espalda, abrió la puerta y antes de cerrar lo saludó con la mano.
Cuando hubo dejado los zapatos en la entrada y las llaves en el contenedor del hall se dirigió a la cocina para comer algo y luego ponerse a trabajar.
Se sirvió un vaso con agua y fue cuando se giró que se dio cuenta de la presencia en su living.
—Buenas noches, Yuki.
El vaso de vidrio explotó sobre el suelo y sus manos comenzaron a temblar. Sus piernas ahora se sentían flácidas y solo pensaba en escapar, tenía miedo y Pierre acababa de irse del porche de su casa.
—¿quién eres? —logró articular.
La persona vestida de negro sentada en el sillón contestó.
—Eso no importa mucho, pero sé que quieres saberlo —se paró y con la mano hizo un gesto, dos hombres aparecieron detrás de él—. Soy Esteban Gasly.
Gasly, ese apellido retumbaba en su mente, pero estaba tan asustado para sacar alguna conclusión que solo lo borró de su cabeza.
—¿Qué es lo que quieres? —habló lo más serio posible intentando encontrar alguna manera de escapar—. Si lo que quieres es dinero dime cuánto y te lo daré.
El sujeto de negro dejó flotando la pregunta hasta que los hombres se abalanzaron sobre Yuki y colocaron bruscamente una bolsa negra sobre la cabeza.
—No quiero dinero, precioso —el apodo salió venenoso y el menor tembló—. Quiero venganza.
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gasoline and fire ★ yukierre
Fiksi PenggemarYuki odiaba su vida dónde tenía que hacerse cargo del negocio familiar, quería sentirse libre. Quería sentir la adrenalina correr por sus venas. Por eso cuando su mejor amigo Oscar lo llevó a un ambiente totalmente diferente, sin asistentes ni carpe...