Iba a agradecerle a la persona que había salvado su trasero de caer directo al suelo, pero cuando pudo darse vuelta un sentimiento desagradable tomó lugar en su estómago.
—¿Tú?
Davies aún lo tenía agarrado de la cintura, sus manos grandes manteniéndolo parado, aún así alzó una ceja, divertido.
—Veo que no te agrado, Precioso —el apodo logró que su cuerpo quisiera alejar esas manos de él—. Podemos cambiar eso, ¿qué te parece? Tú y yo, en mi auto...
Perplejo ante el comentario el empresario intentó sacar las manos del chico de su cuerpo y se alivió cuando dejaron su cintura, retrocedió unos pasos imponiendo distancia entre los dos.
—¿Tu auto? —se llevó una mano a su mentón para pensar—. ¿Es ese de allí? Ah, sí, ya no es tuyo.
El corredor se crispó ante el tono altanero y burlón del menor.
—Lamento recordarte que lo perdiste así que llama a tu mamá y dile que te venga a recoger, los niños deben irse a dormir, Davies —el más bajo rio satisfecho al ver como el rostro del alto decaía y pasaba de asombro e indignación a enojo.
—Cállate —siseó Davies entre dientes.
Yuki no sabía de dónde estaba sacando su valentía, pero le estaba gustando esa forma de ser.
—Un tramposo y perdedor no me dice que hacer, lo siento —Encantado con la reacción del otro, Yuki dio por terminada la conversación y giró sobre sus talones para irse pero una mano en su muñeca se lo impidió.
—¿Quién te crees que eres? —la voz de Davies salió grave y enojada, hacía presión en el brazo del otro en cada palabra.
Yuki gimió ante el dolor que sentía en su mano, seguro quedarían marcas al día siguiente.
—Verdad, no me presenté —ignoró el dolor y encaró al otro—. Yuki Tsunoda un gusto.
Tsunoda quiso grabar nuevamente la cara del chico delante suyo porque era digna de ello, sintió el agarre aflojarse y ya estaba agradeciéndole a Dios, pero Davies lo apretó nuevamente dejándolos ahora más cerca.
—Genial, un niñato rico en la Ciudadela —escupió el alto y una sonrisa, que no le agradó nada al empresario, se instaló en su cara—. Huh, seguro pagarán rescate por ti.
Yuki no tuvo tiempo de procesar las palabras y se vio siendo metido a la fuerza en un auto alternativo del corredor, pataleó e incluso mordió cuando pudo, pero aún así la puerta se cerró en su cara. Nunca había sido víctima de esta situación así que su mente no funcionaba correctamente. Lágrimas comenzaron a caer de sus mejillas dejando atrás al chico extrovertido y burlón de hace unos minutos.
—Déjame salir —pidió enojado cuando escuchó el motor—. ¡Suéltame!
El corredor hizo caso omiso a sus pedidos y comenzó a mover el vehículo, el japonés desesperado buscaba entre la multitud alguna cabellera conocida. Hasta que la encontró.
Sería arriesgado, pero valía la pena intentarlo, con esfuerzo bajó la ventanilla y pasó sus piernas hacia fuera, gracias a la multitud que hacía el camino más lento logró saltar y caer (lamentablemente de cara por la atadura en sus manos) al suelo de cemento. Siguiendo a la cabellera comenzó a correr, empujando con sus hombros a las personas.
—Pierre —gritó, pero el corredor no logró escucharlo así que volvió a intentar—. ¡Pierre!
El líder miró hacía los costados intentando encontrar la voz aguda que lo llamaba, dirigió su mirada al frente y corrió hacia el menor que trastabilló cayendo en sus brazos.
—Mierda, Yuki —dijo soltando las ataduras pobres y tomando su rostro aún empapado de lágrimas—. ¿Qué te pasó? Había salido a buscarte cuando Oscar te perdió de vista.
El nombrado miró a su alrededor y tembló al ver a Davies acercarse a ellos, sacando conclusiones rápidas Pierre envolvió a Yuki en sus brazos.
—Veo que lo encontraste —rio el corredor y extendió su mano hacia los demás—. Devuélvemelo.
Pierre lo miró enojado por escuchar como el chico en sus brazos era tratado como un objeto de posesión, apretó su agarre y sintió al menor suspirar temblorosamente.
—¿De qué estás hablando? Yuki no es de tu propiedad así que vete —respondió seco—. Ahora sal de mi vista antes de que cambie de opinión y te golpee hasta matarte, idiota.
El otro intentó acercarse una vez más pero un cuerpo robusto se puso en su camino.
—¿Qué está pasando aquí? —Jaw estaba entre medio de ambos corredores y no pretendía moverse de allí.
Nadie osaba enfrentarse al menor ya que sabían que no saldrían ilesos, por eso evitaban los problemas con él o con el líder. Siguiendo su parte racional y aceptando la derrota y pérdida de posible dinero por Yuki, Davies levantó las manos en rendición antes de irse.
—¿Pero qué mierda? —el menor preguntó confundido por la actitud del corredor, dándose vuelta se encontró con un Yuki tembloroso sentado al lado de Pierre en una banca cercana, la mano del mayor sobre sus hombros y su chaqueta descansando en las piernas.
Se acercó a ellos al mismo tiempo que Oscar llegaba corriendo preocupado.
—¿Yuki? —el australiano miró la situación y abrazó a su amigo sin importar que el brazo de Pierre estuviera allí—. Dios mío, ¿qué te pasó?
—El idiota de Davies lo quiso secuestrar —dijo Golden llegando rápidamente con los demás—. Marta nos avisó de su comportamiento.
Las manos de Davies habían causado repulsión en el cuerpo de Yuki, el miedo lo había invadido. Un miedo que no se comparaba al de estar en una carrera, era peor. Pero de alguna manera, estar entre los brazos de Pierre lo hacía calmarse. Se sorprendió cuando la mano izquierda del corredor se dirigió a su nuca y comenzó a darle caricias, aún asombrado no dijo nada y dejó que lo hiciera.
—¿Te golpeó? —preguntó el mayor inclinándole la cara para verlo, el japonés negó y respondió que se había lastimado cuando se lanzó de la ventanilla del auto.
Pierre asintió a las palabras del menor y se levantó dejándolo con Oscar, caminó hacia dónde estaba Russ y lo llamó. El más bajo se plantó delante suyo en unos segundos.
—Lo quiero fuera del sistema de la Ciudadela —expresó rápido y conciso, sin rodeos.
—¿A quién? —el de las trenzas pequeñas lo miró confundido y asombrado, habían pasado años desde que Pierre ordenó eliminar a alguien del sistema.
—A Davies Smith.
Aún sorprendido Russ movió sus dedos rápidamente sobre la tableta que llevaba a todos lados consigo y luego de unos segundos un ruido avisó que el corredor ya no tenía la entrada permitida.
—Listo —murmuró y guardó el aparto electrónico en su bolso con tachas.
El líder le dio las gracias y volvió a la banca donde estaba Yuki, sorprendiéndose de la discusión agitada que tenían Oscar, el empresario y Lando.
—No me importa lo que pienses Lando —habló el australiano apuntándole con el dedo índice—. Un trabajo tenía y era protegerlo, ni eso pudo hacer.
—Es el líder Oscar, debe velar por la seguridad de cientos de Personas —respondió en defensa de Pierre—. No puede ser la niñera de Yuki.
Pierre no quería meterse porque sabía que solo empeoraría las cosas así que solo calló y sintió la culpa nacer en su cuerpo. Sí, había dejado solo a Yuki y se arrepentía ya que no hubiera terminado así si no fuera por él.
Las voces seguían escuchándose de fondo hasta que Oscar dio el punto final.
—Nos vamos —le dijo a Yuki al mismo tiempo que lo tomaba de la mano y lo arrastraba consigo al auto—. Él no va a pisar este lugar nunca más y yo estoy pensando en hacer lo mismo.
Los demás miembros miraban la situación desde lejos y negaban con la cabeza ante las palabras de Piastri, lo decía estando enojado, pero no sabía el daño que hacía.
—Yuki puede hablar por sí mismo, es un adulto y decide que hace y que no Oscar —Pierre decidió intervenir cuando el menor forcejeaba con su amigo para no entrar al auto.
El australiano paró sus actos y se apoyó en el marco de la puerta del vehículo riendo.
—No me importa eso ahora, lo estoy protegiendo, algo que como líder fallaste en hacer —de reojo lo miró a Lando y negó con la cabeza antes de entrar—. Además, Pierre no eres mi líder, no sigo órdenes tuyas.
Speed Demons miró como el auto traspasaba las puertas de metal del lugar y se perdía en la lejanía, lentamente cada uno volvió a lo suyo, sus mentes cansadas.
—Qué día de mierda —habló a la nada Pierre antes de prender un cigarro.
Recordó la mirada de lamento en Yuki antes de entrar al auto, se notaba que no quería irse, pero decidió cumplir los deseos de su mejor amigo. Aunque no quisiera aceptarlo, ya que no lo volvería a ver, Pierre sabía que era por su bien el que no pusiera un pie en la Ciudadela nunca más.
Fumó un rato más pensando en Yuki antes de apagar el cigarrillo en el piso e irse.
Ahora que el menor no estaba para confundir su mente, todo volvería a la normalidad.
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gasoline and fire ★ yukierre
FanfictionYuki odiaba su vida dónde tenía que hacerse cargo del negocio familiar, quería sentirse libre. Quería sentir la adrenalina correr por sus venas. Por eso cuando su mejor amigo Oscar lo llevó a un ambiente totalmente diferente, sin asistentes ni carpe...