PLAY WITH FIRE | donde fuego y destrucción se juntan, creando al caos en persona.
Vhynera Targaryen Raknasson a escasa edad ya contenía dos grandes reliquias. Un dragón negro, con el que dominaba el cielo, y un diente de sable blanco, con el que d...
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La familia de la princesa Rhaenyra observaba embelesada el blanco paisaje de Ragnarök. Tras haber bajado del barco que les había llevado hasta allí, una carroza les esperaba para llevarles hasta el castillo real.
Finalmente, la familia de Alicent no había acudido a Ragnarök para celebrar el onceavo día de la pequeña Vhynera, aunque los más jóvenes se morían de ganas de ir.
Jacaerys miraba curioso por la pequeña ventana las amplias e iluminadas calles, los nórdicos parecían personas habladoras, pues toda persona que se encontraba paseando por la ciudad estaba animada y caminaba con soltura. Las conversaciones se podían oír desde el carruaje, y alguna que otra vez llegó a los oídos de Jacaerys lo mismo; que hoy era la fiesta del onceavo día del nombre de la princesa Vhynera.
- ¿Creéis que toda esta gente estará en la celebración del castillo? -quiso saber Lucerys, tras poner una carantoña a su hermano pequeño Joffrey.
Laenor sonrió enternecido por la curiosidad del pequeño.
- Los Raknasson destacan por su cercanía con el pueblo, así que probablemente parte de él estará en el castillo. -mencionó, y casi podría aventurarse a decir que vendría todo el pueblo.
Rhaenyra asintió, corroborando con lo dicho por su marido. Ella ya había estado en aquella parte del norte, cuando era aún joven y su tío Teron iba a casarse con Lessa.
No le costó mucho caer en los encantos de Ragnarök, como le pasaría a cualquier persona que pisara aquellas tierras. La aurora boreal se había ganado su corazón, y la blanca nieve que conseguía helarle toda la piel era realmente reconfortante, al igual que la calidez de los nórdicos.
Mentiría si dijera que no se encontraba emocionada por volver ahí, más ahora con sus niños.
- ¡Ya hemos llegado! -aplaudió Lucerys, cuando el carruaje pasaba por las puertas delanteras del muro que separaba la ciudad del castillo.
Su madre rió al ver la emoción del niño, quien abrió rápidamente la puerta del vehículo cuando se estacionaron, antes y todo de que los guardias reales la abrieran.
- Tranquilo, Luke. Ragnarök no se escapará. -musitó, bajando después de otro emocionado Jacaerys, con el pequeño Joffrey entre sus brazos.
Finalmente, Laenor bajó, agradeciendo a los guardias con una sonrisa.
La familia Targaryen-Raknasson ya se encontraba ahí para esperar a su familia.
Teron iba vestido de negro, con pequeños detalles rojos. Él nunca había dejado de vestir con los colores de su casa, portándolos orgulloso. Una caliente capa negra casi barría el suelo, y pequeños dragones de bordes rojos danzaban en esta de una hermosa forma.
