08 CAPITULO

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—no sé la canción— dice con una expresión de horror en su rostro.

—eres cantante, vamos. Hiciste un trato.

—soy guitarrista no cantante, no me obligues — súplica.

—no, ve y súbete a ese escenario.—ordeno.

El pequeño lugar no cuenta con muchas personas, máximo hay ocho o diez personas y ninguna de ellas ha notado nuestra presencia.

Su expresión cambia repentinamente.

—quiero que cantes conmigo. -- sonríe.

¿Cómo?

—no— niego.

Alza un ceja y se forma una sonrisa ladeada en su rostro.

Esto es una trampa.

—Así no era el trato.— digo.

—vamos odiosa.— giña el ojo.

Joder.

Me subo al escenario con él, es gracioso como intenta tapar su rostro con sus manos, aunque con los lentes no es muy reconocible.

Me acerco al chico que me pregunta qué canción queremos poner.

Sonrío al ver el rostro horrorizado de Axel.

—colgando en tus manos.—sonrío

Vuelvo a donde está Axel y le dedico una sonrisa inocente.

La melodía comienza y la expresión de Axel cambia, ya no se ve tan horrorizado ahora parece que intenta descubrir cuál es la canción.

Él voltea a ver la pantalla donde está la letra eso indica que no tiene ni la menor idea de cual es.

—no se español— susurra.

—Yo tampoco.— río

quizás no fue coincidencia encontrarme contigo.— su español no es tan malo como pensé.

—tal vez esto lo hizo el destinó— continuo.

—quiero dormirme de nuevo en tu pecho. -- sonrío. El me mira con una sonrisa divertida.

—y después me despierten tus besos.— mi cuerpo se comienza a mover de un lado a otro momentáneamente.

—Tu sexto sentido sueña conmigo— su sonrisa se ensancha cuando me ve moviéndome de un lado a otro.

—sé que pronto estaremos unidos.

—esa sonrisa traviesa que vive conmigo.

—Sé que pronto estaré en tu camino.— Una sonrisa divertida se forma en mis labios en cuanto veo a Axel intentando bailar.

—sabes que estoy colgando en tus manos, así que no me dejes caer.

—sabes que estoy…colgando en tus manos.

—Te envío poemas de mi puño y letra. -- me acerco a él y quedamos frente a frente a centímetros de sentir nuestras respiraciones.

—Te envío canciones de cuatro cuarenta. - sonrío.

Por alguna razón no puedo parar de sonreír.

—Te envío las fotos cenando en Marbella.—y al parecer él tampoco puede parar de sonreír.

—y cuando estuvimos por Venezuela.—rio a través del micrófono.

Los minutos transcurren y la canción es igual. No reímos la mayor parte de la canción, yo me reía de Axel por su pésimo español y él se reía porque yo lo hacía.

Hasta Que Las Letras Acaben (PROCESÓ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora