siete

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el trabajo comenzaba a sentirse distinto, pero solamente la iaris se dió cuenta. josé no. la novia de josé si. todos menos el dulcesito de josé.

— ¿pasó algo en estas semanas?

— solamente nos hemos juntado a dormir la siesta los domingos. —le respondió a su compa.

— aaaa pillo, querés subir de puesto... —lo molestó.

— mi puesto ya es el más alto pelotuda. —se rió— no... no me importa... yo quiero un beso pero es que te juro que... no sé él va despacito... y a mi me gusta disfrutar de eso...

— pero vos de verdad pensás que es lindo? —volvió a preguntar— de verdad no quiero que me lo maltraten de vuelta, perdón.

jimin la entendía, la gente es mala y cruel con los lindos. con los feos, debía ser mucho peor.

— sí... —sonrió— yo sé que no es lindo para los demás... pero para mi... estoy como todo fofo... ido... me siento de veinte cuando pienso en él. en una nube. me agito, me pongo tonto... —le explicó— él es lindo.

— creo que nunca había escuchado una descripción de él tan buena. —se rió— voy a confiar en vos entonces. en mi nombre y el de josé, te lo entregamos nuevito. no lo rompas...

jimin le sonrió, mientras veía al jefesito conversando con unos chicos de las mesas. tan divino.

ese ambiente de trabajo en particular le había cambiado su forma de sentirse. ya no tenía que luchar para estar bien cuando todo estaba mal, ahora podía estar bien porque a su alrededor todo era paz.

hace aprox dos semanas que no se sacaba los cueritos de los labios.

una pena que no sé hasta cuándo va a durar. ahí iba la burra, de vuelta.

el problema no eran los problemas, sino el cómo llegaban. por alguna razón, cuando le pasaban cosas malas parecía que se aliaban para que sean una atrás de otra.

corte como si él hubiese crucificado a jesucristo.

— buenas... me das un sanguchito, porfa? —preguntó un flaco que había empezado a ir hace poco, bastante papucho.

— sí, ¿algo más? —sonrió.

— una coca... y tu número, si se puede, chico lindo. —le guiñó un ojo.

jimin quedó medio boqui-abierto y poco a poco se puso colorado. esq no se lo esperaba.

tampoco la iara.

menos jungkook, que se venía acercando a la mesa corte flash.

— prohibido molestar en horario laboral. —fue todo lo que le dijo al chico.

— la coca sí... e-el número no... —sonrió nervioso.

— una pena... —se encogió de hombros, sacando su billetera para pagar.

jungkook se fue rápido para la parte de impresiones, dejando a dos de sus empleados cagándose de risa.

— s-se enojó... —dijo ella, tapándose la boca.

— gracias por el ofrecimiento pero no... —se rió el rubio— ay no, salió re caliente.

más que eso. jungkook estaba que se lo llevaba el diablo al lado del plotter.

realmente ya no le importaba ser lindo. pero justo ahora, sí quería serlo. ¿y si él no se metía, jimin sí le iba a dar su número?

¿y si de verdad estaba alucinando?

pero jimin se había sonrojado, con él jamás.

¿y ahora qué hacía? ¿robarse toda la plata de la caja y usar sus ahorros para una rinoplastía?

¿una cara nueva lo iba a solucionar todo?

tuvo que parar de pensar cuando alguien más se metió al lugar.

— hola... —le sonrió cierto rubio.

— hola, ¿qué pasó? —trató de sonar lo menos afectado posible.

— ¿querés que cenemos juntos hoy? —preguntó, sin dejar de sonreír— es que hoy te vi poquito.

— bancame que reviso mi agenda. —se hizo el dobolu y leyó un pedazo de papel que había en la mesa. era un ticket de la anónima— sí puedo.

— bueno... —se rió— cuando cerremos, vemos qué hacemos. ¿sí?

— s-sí...

se olvidó en qué estaba pensando.

BETTER DAYS - KOOKMIN SHORTFIC [ARG] [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora