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Día 9 de marzo.
[Reino Sonagi-Norte de Daséu]

YoonGi cumplía quince años de edad ese día. Los reyes harían un banquete real un poco privado, con los más allegados del reino a honor de los quince años y nombramiento real del heredero del reino Sonagi.

El príncipe sentía las manos sudorosas debido a los nervios. Tenía muy seguramente su rostro aún más pálido de lo normal. Estaba asustado. Sabía que su padre no invitaría a muchas personas, pero el detalle estaba en que entre esas pocas personas invitadas, estaría el hijo de los Jeon, Jungkook. El pequeño tenía diez años... ¿Eran once, acaso? La última vez que lo vio fue para Noche Buena, en el reino del sur.

Ahora sabía que, como hijo de los Min y heredero al trono de Sonagi, también estaba entre el rango de cumplir el acuerdo entre su familia y la de Jeon. Dicho acuerdo o tradición consistía en desposar a la "hija" de los reyes de Dal, pero los Jeon no habían tenido una hija, sino un hijo. Él no le parecía un inconveniente o estaba enojado por eso, ¿cómo estarlo? A YoonGi siempre le ha parecido hermoso el menor, en su vida no había visto alguien que superara la belleza de Jungkook.

En resumidas cuentas, para YoonGi, Jungkook era el niño más hermoso sobre la faz de la tierra y se sentía mal por no saber cómo actuar con el pequeño. Ese niño crecía más y más.

Cuando le comentó acerca de la tradición a Seokjin hacía un tiempo, este le había dicho de inmediato que no podían casarse. La razón era que ambos eran hombres y eso era imposible, según Seokjin.

"—Sería una aberración, YoonGi." —le dijo el castaño ese día.

Él no lo veía de esa forma, tal vez porque no conocía mucho la malicia y conceptos idealistas que los demás tenían acerca de ese tema.

Seokjin no quedó satisfecho con explicarle las razones sociales y religiosas del tema, sino que, entonces, le habló del porqué genético y sexual. Dios, YoonGi creyó que iba a morir de vergüenza en ese momento. El castaño sonó tan vulgar diciendo: «¿Cómo se supone que tendrán sexo si los dos tienen lo mismo?» «¿Sabes a qué me refiero?».

Él ni siquiera había pensado aquello. Por su mente de catorce años no le pasaban esas cosas. De hecho, sus padres nunca tocaron el tema de la tradición del reino Dal, sino su abuela.

—Príncipe —miró a la mujer que había entrado recientemente a la habitación. Era Yuna. —Ya es hora de bajar.

—En un momento lo haré. —La peli negra asintió y sin más se retiró.

YoonGi ya tenía quince años, pero sabía que sentirse extraño por tener cerca a Jeon Jungkook significaba algo más. Pero tenía que tener en cuenta que Jungkook era solo un niño que no entendería la situación si le contaba lo que sucedía.

Después de salir de su habitación, bajó lentamente las escaleras, visualizando a la multitud en el salón real. ¿No era privado? Le temblaron las piernas.

—Yoon, ven acá. —Esa voz la reconocería a miles y miles de kilómetros, por Dios y la luna que sí. Seokjin.

Miró al castaño caminar hacia él. Seokjin vestía un traje de cuadros de tela fina y de un lado de su pecho colgaba la insignia del reino "Taeyang", reino donde Seokjin era heredero. «Gran rey», pensó YoonGi.

—Ese traje te queda de maravilla, Yoon. Estás de infarto. —Guiñó un ojo. —Conquistarás seguramente a una de las hijas del Baeksaek. —El más bajo rodó los ojos.

—Para nada. Chaeyeon y Hwaji no me interesan. —Se estremeció de tan solo imaginarse a él con una de las Baeksaek.

El castaño fue quien ahora rodó los ojos. Su amigo era tan extraño.
—Tan idiota.

—Hey, idiota tú. —Lo empujó un poco del hombro. —¿Pudiste ir donde ella?

El castaño lo miró sonriendo y asintió. —Tuvimos una cita, el día de ayer. Jennie es maravillosa. —El sonrojo en sus mejillas no pasó desapercibido por YoonGi, quien soltó una carcajada de inmediato. —No te contaré nada si solo te burlarás; cuando te enamores hasta los calzones, lo comprenderás.

—Sí, sí. Ok, cuéntame todo. —se cruzó de brazos mirando a Seokjin.

Justo cuando el príncipe iba a hablar, la voz del padre de YoonGi lo irrumpió.

—Yoon, ¿no piensas bajar a saludar a los invitados?

Cierto, los invitados.

Asintió y siguió a su padre, bajando de las escaleras con extrema pereza. Seokjin iba más atrás.

Llevó la vista hacia la entrada del salón, sintió que el aire se le iba por completo al ver a cierto niño azabache entrar al lugar. El pequeño príncipe llevaba puesto un hermoso Hanbok color rosa con detalles dorados, su cabello caía un poco por debajo de sus orejas y el flequillo sobre su frente estaba mucho más largo de lo que recordaba, además de que a un lado del saco del Hanbok llevaba la insignia del reino Dal.

Cuando creía no poder estar peor, el menor lo miró fijamente y le sonrió. YoonGi sintió que su corazón se detenía en ese momento.

—Hijo, avanza y saluda a los invitados. —Su padre lo hizo salir de sus pensamientos. Sentía el sonrojo apoderarse de sus mejillas.

Caminó saludando a cada uno de los invitados y agradeciendo sus felicitaciones. Al llegar donde un grupo de mujeres mayores, una de ellas se presentó como Yoo jung. Era la primera vez que la veía, pero al parecer ella a él no, por lo que correspondió el cálido abrazo maternal y agradeció su bendición y felicidades.

Fue pasando así por cada uno de los grupos de personas que habían sido invitadas; reconocía uno que otros rostros. Su pulso nuevamente comenzó a ser irregular al acercarse donde los Jeon.

«Mierda, cálmate».

—Buenas noches —hizo una reverencia a los señores Jeon, para luego dirigir su vista a al menor. El niño no tenía ese pequeño detalle en las orejas la última vez.

—Buenas noches, YoonGi. Feliz cumpleaños. —Le saludó la reina.

—Gracias, reina, Eun. —Se inclinó ahora hacia el pequeño azabache. —Buenas noches, Príncipe. —Sonrió un poco nervioso. El menor, en cambio, sonrió ampliamente e hizo lo mismo que había hecho anteriormente YoonGi: una reverencia.

—Feliz cumpleaños, Príncipe, Min.

—Oh, muchas gracias, Jungkook. —Se sentía nervioso.

—Has crecido rápido. No parece que estés cumpliendo quince años ya. —Dijo con emoción la reina jeon. Su Hanbok era también de color rosa, pero una tonalidad más fuerte que la de su hijo y que hacía que su piel se viera aún más brillante y viva. Llevaba una diadema pequeña, la insignia que no podía faltar a un lado de su pecho y el cabello suelto.

—Sí, el tiempo pasa rápido. Jungkook también está creciendo muy rápido. —El menor lo miró un momento y luego desvió la mirada con mejillas rojas.

—Jungkook, ¿no le entregarás el obsequio a YoonGi? —El cumplimentado frunció el ceño confundido, entonces vio cómo el menor le extendió una pequeña caja de color dorado.

—Es un pequeño detalle de mi parte, Hyung. —Sonrió, dejando ver su dentadura.

YoonGi tomó la caja y la abrió, sonriendo y sorprendiéndose con el obsequio.

—Oh, Esto es...

Hijo de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora