La melodía de la lira sonando en todo el salón era simplemente perfecta.
Las mejillas de YoonGi adquirieron un tono carmesí en el momento en que abrió la cajita dorada que le entregó el pequeño Jungkook. Ese sonrojo aún seguía intacto en el pálido rostro del príncipe min, haciéndolo ver adorable para la mayoría de las personas presentes en la celebración.
YoonGi se hallaba feliz y, más que maravillado y afortunado por llevar en su muñeca la pulsera de hilo color azul y dorado que, muy seguramente, el príncipe jeon la había hecho. Era el mejor detalle de cumpleaños que tendría esa noche.
El príncipe YoonGi estaba realmente feliz.
Cuando su madre llegó a donde él se encontraba, cayó en cuenta de un importante detalle: bailaría como la tradición demandaba.
Siempre consideró que el baile era algo tan hermoso e íntimo que le incomodaba de cierta forma el hecho de tener que, de ahora en adelante, valerse que cualquier excusa tonta para no hacerlo en las reuniones de otros o su propio reino.
—¿Nervioso, Yoon? —La reina lo tomó del brazo y se encaminaron hasta el centro del salón, donde a su alrededor se estaba formando un círculo de todas las personas presentes. Sus nervios estaban creciendo cada vez más. Era el centro de atención.
Miró de reojo a su madre y luego a los presentes.
Detuvo su vista en Seokjin. Su amigo se encontraba entre un grupo de príncipes jóvenes de algunos reinos que, ni siquiera conocía; el castaño mantenía una sonrisa mientras levantaba los pulgares de las manos. Estaba dándole ánimo, justamente como hacía unos meses para el cumpleaños de Seokjin, él lo había hecho.
—Elige la persona para abrir el baile. Será la persona oficial de tu nombramiento como príncipe heredero. —YoonGi suspiró y miró a su madre.
En Daséu había una tradición para los reinos, donde el vals, entre quien cumplía sus quince años y la persona que esté mismo elegía, era importante.
—Mamá. —No sabía si estaba bien siquiera considerar aquello. La reina lo miró esperando que dijese algo más. YoonGi carraspeó. —¿Puede ser Jungkook?
La mujer de cabellos lilas le sonrió. —Claro que sí, es con quien tú desees, hijo. —Se sintió feliz por la respuesta por parte de su madre.
Sintiendo toda esa emoción y sensación extraña invadiendo su pecho, miró a las personas, buscando con la mirada al pequeño Jungkook.
Todas las jovencitas que se encontraban allí estaban atentas a la elección que haría el príncipe. No querían perder la oportunidad de ser la primera señorita en bailar el vals del heredero de los Min.
Las jovencitas habían mantenido una gran sonrisa en su rostro, pero estas mismas fueron decayendo cuando el príncipe Min caminó hacia el azabache, el príncipe jeon. Cuando YoonGi estuvo justo en frente del menor, sus manos empezaron a sudar y temblar a causa de los nervios. Sabía que lo que hacía no era muy común, pero ¿cuándo tendría otra oportunidad?
Jungkook palideció, su temperatura corporal pareció bajar extraordinariamente y, por un momento, creyó que su corazón dejó de bombear correctamente la sangre que debía. Sentía que moriría, no sabía si de vergüenza o ese otro extraño sentimiento, al ver cómo YoonGi hacía reverencia ante él y tendía su mano cortésmente.
El niño de cabellos azabache se sonrojó.
«¿Hyung está invitándome a bailar?»
Jungkook siempre había sido muy listo, pese a su corta edad. Tenía el conocimiento de todo lo que en su linaje familiar llevaban como tradición, como también tenía en cuenta lo que los otros reinos tomaban como tal. Se sabía el manual de casi todos sus reinos vecinos y los del norte; su madre se había dedicado a enseñarle todo lo que estaba a su alcance sobre las costumbres, economía y la sociedad de todo Daséu. Sabía perfectamente que el príncipe Min, incluso antes de siquiera estar en el vientre de su madre, era su prometido, pero eso sonaba tan extraño y se veía imposible porque ambos son del mismo sexo. La tradición que ambos reinos llevaban, con ellos, estaba colgada de un hilo, porque los dos eran hombres y los demás reinos no veían bien aquello.
No sabía si aceptar la pieza de baile. El príncipe YoonGi lo miraba expectante a una respuesta, aun con su mano estirada. Pero el pequeño estaba con un huracán de pensamientos en su cabeza.
Se giró a mirar a su madre, pidiéndole con la mirada una ayuda. La reina jeon solo asintió, sonriéndole dulcemente. Tomó la mano pálida de YoonGi y sintió sus piernas temblando. A pesar de ser un niño de diez años, él lo habían estado preparando para situaciones como estas. Sus padres lo habían capacitado también y no era un niño para nada nervioso, pero entonces, ¿por qué temblaba tanto?
Finalmente, cuando Jungkook tomó la mano de YoonGi, sonrieron nerviosos y cómplices. No había ningún tipo de malicia en la manera en que el chico mayor acarició el dorso de la mano de Jungkook o le guiñó el ojo disimuladamente para hacerlo sonreír y así despejarlo un poco de los nervios.
—Kookie, yo sé que lo ves extraño, pero quise abrir el baile contigo desde que estuve enterado de que vendrías a la celebración. —Las mejillas de YoonGi se pintaban de un rosa que lo hacía lucir muy adorable.
«Conmigo», chilló internamente el menor, mirando con ese brillo en sus ojos marrones al príncipe min.
El pequeño corazón de Jungkook parecía que en cualquier momento saldría de su pecho a causa de la emoción. Sonrió y bajó la cabeza, mirando cómo los pies del mayor estaban en línea con los suyos.
Ellos eran el centro de atención, los únicos bailando. La suave melodía del violín empezó a sonar por todo el salón real, seguido del piano. YoonGi llevó su mano derecha a la espalda del menor y le sonrió dulcemente.
—Solo sigue el ritmo. —susurró para el menor. —Yo tampoco sé bailar, es mi primer baile, de hecho.
Jungkook miró a YoonGi y le sonrió, entonces se decidió a poner su mano derecha en el hombro izquierdo del chico mayor. El traje de YoonGi llevaba en las hombreras la bandera de su reino en un bordado y dos medallas de plata en el hombro contrario.
El menor suspiró algo nervioso. Todas las personas presentes estaban con la vista pegada a los pasos un poco torpes de los menores.
Para ellos estaba bien así, estaban haciendo lo que más podían. Ninguno de los dos niños que estaban bailando el vals real en el centro del gran salón del reino, Sonagi había bailado en sus vidas con alguien más, entonces, estaba bien.
Para algunos eso estaba siendo algo tierno por parte de ambos chicos, no lo veían de mala manera, contrario a aquellos pocos que lo veían con perjuicio y querían salir tan rápido como sus pies dieran para caminar del reino. Asqueados, se podría decir.
—Esto es tan bochornoso... —habló un hombre con semblante serio. Su cabello estaba blanco a causa de la aparición de canas y de su pecho colgaba una bandera de color dorado e insignias de su reino.
—Ya quiero irme, papá. —La princesa rodó los ojos y cruzó los brazos. Le parecía tan humillante el hecho de que, siendo el primer baile del heredero del reino Min, este eligiera bailar con el pequeño príncipe de Dal, en lugar de hacerlo con una de las tantas princesas y doncellas que se encontraban allí. Ella moría por ocupar el lugar de ese "mocoso".
—Aún no podemos hacerlo, hija. —Su hija iba a reprochar, pero los aplausos se escucharon a su alrededor opacando la acción.
El hombre hizo una mueca viendo al centro de la pista a los dos menores, sonrientes y tomados de la mano. Miró en dirección al rey Min y lo vio esbozar una muy amplia sonrisa hacia el príncipe YoonGi. Había venido hasta aquí no solo por la invitación al baile de nombramiento del príncipe, sino a hablar con el rey.
YoonGi hizo nuevamente una reverencia hacia Jungkook, tomado de su mano y esbozando una sonrisa.
—Gracias, Kookie. —Besó los nudillos de la mano derecha del azabache, haciéndole sonrojar.
Si Min YoonGi hubiera tenido en sus manos una cámara fotográfica en esos instantes, no hubiera dudado ni un segundo en tomarle una foto a Jeon Jungkook. Se veía tan bello con sus mejillas rojas a causa de un sonrojo. El de cabellos azabache era un niño único y hermoso. Era el niño de YoonGi.
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Hijo de la luna
Fiksi PenggemarEn la vasta y mística tierra de Daséu, dos reinos se alzan con poder e influencia indiscutible: el Reino de Sonagi en el norte, gobernado por la ilustre familia Min, y el Reino de Dal en el sur, bajo el dominio de la noble familia Jeon. Durante gene...