Capítulo 18: Rostros familiares

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En principio no había pensado en volver, al menos....no tan pronto, sin embargo, las circunstancias más recientes habían obligado a Poppy a cambiar de planes. Nada más aparecer en la plataforma de teletransporte, una ráfaga de maná imbuyó todos los sentidos de la guardiana. El poder mágico de la dimensión yordle atravesaba cada poro de la piel, llenaba cada franja del ser, cada célula, era una sensación maravillosa volver a sentir la suave brisa que corría por las praderas a las afueras de la ciudad.

-Por los dioses....¿hace cuanto que dejé este lugar?, todo me trae tanta nostalgia....¿me pregunto si el abuelo estará bien?. -fue lo primero que pensó. Un poco más a lo lejos se podía ver el camino de tierra que conectaba el bosque con las tierras de cultivo que rodeaban la ciudad, y si se miraba algo más lejos podían incluso verse los edificios más altos de Bandle. Poppy estaría a unos 6 o 7 kilómetros de su casa, por lo que decidió ponerse en marcha y no perder el tiempo.

El camino fue agradable. La yordle con su martillo en mano y el escudo a su espalda y claro, con la armadura puesta llamaba la atención de los granjeros que se encontraban trabajando sus tierras. Algunos que la reconocieron al verla no podían creer lo que veían, parecía le heroína de una novela de fantasía. Ella los saludaba de vuelta, siempre con una sonrisa en la boca y no era para menos, pues haber vuelto la había ayudado a rememorar tantos recuerdos buenos que sería raro no estar feliz.

Con el paso de los minutos Poppy se aproximaba cada vez más a la aldea, hasta que al final un arco de madera con hiedras enroscadas alrededor y alguna que otra flor se presentó frente a sus ojos, esa era la entrada que delimitaba el comienzo de la ciudad yordle. Así pues, dejando su vista divagar unos instantes por todo el lugar, la guardiana se acomodó el escudo al hombro y entró en Bandle.

Las calles estaban bastante animadas, serían más o menos las seis de la tarde, hora a la que los yordles solían salir a dar un paseo o a tomar algo por ahí, mientras que por supuesto los demás comerciantes y demás trabajadores atendían sus negocios. Mientras iba caminando, una pequeña yordle de pelaje rosado y un par de coletitas que ataban su pelo blanquecino se quedó mirando a Poppy cuando esta pasó por delante. La pequeña maravillada ante lo que veían sus inocentes ojos comenzó a seguirla un poco hasta que claro, Poppy se dio cuenta y se agachó para hablar un poco con ella.

-¿Que pasa pequeñina? ¿te has perdido? -preguntó ella con voz dulce.

-N-no...es que eres muy bonita y...quería decirte hola. -respondió la chiquitaja con una voz tan tenue que casi no se podía oír. No se esperaba que Poppy se diera cuenta de que la estaba siguiendo y ahora le había dado un poco de vergüenza.

-Owww que cielo, muchas gracias, tu también eres muy bonita, ¡¡andaaaa, si hasta tenemos el mismo peinado!!, ¿a que es genial? .-sonrió la guardiana intentando hacer con eso que la yordle se sintiera cómoda.

-¡¡Shiiii, mi mama me ayudó a peinarme antes de ir al cole!!. -respondió la peque con energía.

-Ohhhh tu mama tiene mucho talento, dime cariño ¿Cómo te llamas?

-Me llamo Hana, tengo 5 años, ¡¡y cuando crezca quiero ser como tu!! -respondió muy entusiasmada.

-Encantada de conocerte Hana, me acordaré de tu nombre y por supuesto que podrás ser como yo, es más, tu serás mucho mas bonita y fuerte que yo jejeje.

-¿Quiere jugar conmigo señorita? -le pidió la yordle rosadita con una mirada llena de esperanza. A Poppy no le importaría en otras circunstancias, siempre le habían gustado los niños y los trataba muy bien, pero justo ahora quería ir a ver a su abuelo y a sus amigos lo antes posible, por lo que revolviendo con suavidad el pelo de la pequeña le dijo que sintiéndolo mucho no podía.

Un Amor de Pequeñas DimensionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora